Pasado el mediodía de ayer domingo 12, la situación de Grecia dentro del Eurogrupo se mantenía en una peligrosa indefinición. A esa altura y en las primeras horas de la tarde los titulares de los cables expresaban: “Discusión de la Eurozona para decidir sobre permanencia o salida de Grecia de la zona”; “La reunión del Eurogrupo termina sin un acuerdo satisfactorio sobre la propuesta de Grecia”; “Unión Europea anula cumbre de los 28 pero mantiene discusión sobre propuesta griega”; “En Bélgica, líderes europeos divididos por rescate griego”; “Renzi aspira a lograr un acuerdo no sólo sobre Grecia sino sobre toda Europa”.
Posteriormente se anunciaba una rueda de prensa del presidente del Parlamento Europeo sobre Grecia. Los líderes de Syriza denunciaban que se les querían imponer “nuevas exigencias, que equivalen a humillaciones”, se anunciaba la prosecución de las negociaciones en Bruselas, con el anuncio de que “se aguarda un acuerdo para hoy (domingo) en la noche”. Todo esto entreverado, desde luego, con las noticias de la la visita del Papa a Paraguay, rodeado por una multitud y por el afecto de todo un pueblo, con sus pronunciamientos trascendentes para el futuro de nuestro continente.
Informaciones simultáneas explicitaban que las negociaciones estaban empantanadas y que “los europeos no confían en Grecia”. Agregaban: “La falta de confianza dificulta las negociaciones entre el gobierno griego y sus socios del Eurogrupo, que pidieron más esfuerzos a Atenas en sus reformas en un enésimo intento para evitar su salida del euro. Tras más de siete horas de reunión, las negociaciones seguían bloqueadas, y los socios de Grecia piden a Atenas nuevas medidas para complementar su plan de reformas presentado el jueves, en una reunión tensa en la que Finlandia fue especialmente reacia a aprobar un tercer rescate para el país”. Se informaba que el Parlamento de Helsinki dio a su ministro de Finanzas el mandato de negociar una salida de Grecia del euro. También se anunciaba la realización de una Cumbre de los jefes de Estado y de gobierno de los 28 países de la Unión Europea (que se suspendió). También se informaba que Alemania barajaba la posibilidad de una salida temporal de Grecia de la zona euro, un “Grexit” por cinco años, si el país no accedía a las propuestas del Eurogrupo. El presidente de este organismo, y a la vez ministro de Finanzas de Holanda, Jeroen Dijsselbloem, insistió en el tema de la falta de confianza en el gobierno heleno.
Aquí se ven claramente las patas de la sota. Por una parte, se exigen nuevas concesiones al gobierno griego, que contradicen abiertamente el programa por el cual votó el pueblo griego al elegir a Syriza y en el referéndum del 5 de julio . Por otra parte, Grecia no desea salir de la zona euro, como se dice mentirosamente. Al contrario. Alexis Tsipras lo señaló con total claridad: “No solo queremos seguir en Europa, sino que queremos vivir con dignidad y prosperidad dentro de Europa”.
Lo que el pueblo griego ha dicho en forma contundente en el referéndum, es que anhela salir de la dramática situación a que lo ha llevado la política de la “troika” (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) y que ha sido definido certeramente por Syriza como “genocidio social”. En efecto: en los últimos cinco años, antes del acceso de Syriza al gobierno, Grecia perdió la cuarta parte de su Producto Bruto Interno, y su deuda se incrementó hasta el 180% de su producto anual, llegando a 320.000 millones de euros. Padece un desempleo estructural que abarca a la mitad del sector juvenil y a la cuarta parte de todo el sector económicamente activo, en tanto uno de cada tres ciudadanos vive por debajo de la línea de pobreza. Otras estadísticas elevan a 29% el desempleo en la población económicamente activa y al 62% la desocupación en el sector juvenil “que aún no huyó del país en busca de mejores horizontes, como hicieron los 200.000 jóvenes emigrantes, muchos de los cuales son profesionales universitarios”, tal cual se señala en un estudio pormenorizado. Las medidas que la “troika” le reclama incluyen la rebaja drástica de las jubilaciones y pensiones, un recorte de los salarios, un descenso de los gastos sociales y un plan concentrado de privatizaciones de los servicios públicos, todo ello en aras de concretar el pago de los servicios de la deuda externa. O sea, la fórmula neoliberal completa, sin atenuantes.
Esto lo rechazó el pueblo griego, con clara conciencia y admirable decisión, lo que despertó admiración y apoyo en el mundo entero (ya hemos destacado en particular el mensaje de Fidel Castro a Alexis Tsipras), tomando en cuenta además que debió enfrentar una campaña gigantesca de chantaje y coacción por parte de los poderes dominantes, amplificada por un monopolio mediático lanzado con todo su poderío a amedrentar a la gente, augurando desgracias apocalípticas si triunfaba el OXI (o sea, el NO). Ya hemos señalado que esta campaña desaforada de los medios y las cadenas incluyó la falsificación descarada de la encuestas, ya que todas, sin excepción, pronosticaban en distintas medidas el triunfo del SI, cuando en realidad éste fue aplastado por el 61,31% de las voluntades ciudadanas contra el 38,68%, una ventaja de más del 22 y medio por ciento de los votos, lo que configuró una paliza descomunal. Posteriormente, el primer ministro obtuvo en el Parlamento de su país el apoyo mayoritario para negociar con el Eurogrupo en base al pronunciamiento popular surgido del plebiscito.
Se cumplió ampliamente de esta forma el vaticinio formulado por Tsipras en vísperas de la consulta popular, en el cual, retomando un lema que floreció en otras latitudes y en otras circunstancias, predijo que la esperanza derrotaría al miedo.
Ahora se trata de hacer prevalecer el contenido de esta victoria de la democracia en su más puro sentido, el de su ejercicio en forma directa por parte de todo el pueblo. Las dificultades son múltiples. No es un camino de rosas. Aunque tanto la canciller alemana Angela Merkel como el presidente francés François Hollande declararon que los resultados del referéndum deben ser respetados, otras autoridades el Eurogrupo solo piensan en la venganza y en hacer pagar al pueblo griego las consecuencias de su temeridad, al enfrentar los poderes de la banca, el gran capital y sus organismos representativos. Es lo que se desprende de los debates en el seno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo el pasado fin de semana.
Además del resultado del plebiscito, el gobierno griego participa en esas negociaciones fortalecido por la decisión del Parlamento de su país, asumida en la madrugada del sábado pasado. La votación arrojó 251 votos a favor en un Parlamento unicameral de 300 diputados, el mayor respaldo de un jefe de gobierno de ese país en los últimos cinco años. Votaron a favor la gran mayoría de los diputados de Syriza, todos los de su socio en el gobierno, Griegos Independientes (ANEL), y unánimemente los de los tres partidos de la oposición parlamentaria: la conservadora Nueva Democracia, el To Potami y el socialista PASOK. De esa manera, Tsipras logró luz verde para su última propuesta, que consiste en algunos recortes a cambio de un rescate a tres años por 53.000 millones de euros. Por ende, la posición del gobierno se fortaleció.
No obstante, 17 de los 149 diputados de Syriza votaron en contra de la resolución, o bien se abstuvieron o se ausentaron de Sala, entre ellos el renunciante ex ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis. Entre los abstencionistas figuran el ministro de Reconstrucción Productiva, el viceministro de Seguridad Social y la presidenta del propio Parlamento, Zoi Konstandopulu. Otro grupo de 15 diputados de Syriza votó a favor de la resolución, pero emitió un comunicado en que reafirma su oposición a cualquier medida como las que promovió la “troika” y que en esos momentos estaban siendo reexaminadas en el Eurogrupo reunido en la capital de Bélgica, Bruselas. Se hace notar que por esos 17 diputados que no votaron la propuesta del gobierno, Syriza perdió la mayoría absoluta en el Parlamento unicameral, que estaba constituida por 149 diputados de Syriza y 13 de sus aliados de ANEL, total 162 legisladores. Pero parece haber un acuerdo generalizado en que ahora lo esencial es superar la prueba de fuego de la reunión de Bruselas.
Hoy se sabrá cuál es el resultado de esta lucha a brazo partido entre dos tendencias abiertamente contrapuestas, en la que está en juego no sólo el destino de Grecia sino, en cierta medida, el de toda Europa, y también la suerte de movimientos políticos y sociales surgidos en varios países en rechazo a las políticas neoliberales que están dejando el tendal en el viejo continente. Se ha extendido estos días un consenso en el ámbito internacional en el sentido de que no puede ser desconocida la voluntad del pueblo griego expresada en el referéndum del domingo 5 de julio.
El NO triunfante en este plebiscito me trajo a la memoria lo ocurrido en nuestro país en el plebiscito convocado por la dictadura militar, que procuraba obtener una justificación a su violación sistemática de la Constitución y de los derechos humanos. En una palabra, quiso institucionalizarse, obtener carta de ciudadanía y prolongarse por un extenso período. Ya se sabe el resultado: el pueblo, a pesar de las coacciones y amenazas por todas las vías, rechazó de plano la propuesta de la dictadura. Yo esta en ese momento en México trabajando en el diario “El Día”, y tuve el gusto de titular la edición del lunes, en caracteres tipo catástrofe, URUGUAY DIJO NO. Igual a lo acontecido ahora en Grecia.
Por Niko Schvarz
Periodista y escritor
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