Breno Altman
OperaMundi – Hay muchos judíos antisionistas, como yo, que están comprometidos a luchar contra el régimen de apartheid construido por los dirigentes israelíes. Supe por la prensa que la CONIB (Confederação Israelita do Brasil) había obtenido una orden judicial ordenando la eliminación de algunas de mis publicaciones en las redes sociales, so pena de ser multada.
El alegato de esta agencia estatal sionista es que mis textos son “racistas”, por su supuesto carácter antisemita. De manera cautelar, sin valorar el fondo, un juez de São Paulo habría aceptado parcialmente las demandas presentadas.
El comportamiento de esta entidad es predecible. Su historia está llena de maniobras y artimañas para defender los crímenes cometidos por el régimen que representa. También son notorios sus vínculos con la extrema derecha brasileña, con la que comparte los peores valores antidemocráticos.
La CONIB, al buscar censurarme, se vuelve contra la libertad de expresión y de prensa, revelando la profundidad del autoritarismo propio de la doctrina que profesa. El sionismo, una de las corrientes chovinistas más brutales de nuestro tiempo, persigue implacablemente a cualquiera que denuncie las prácticas genocidas y dañinas para la humanidad cometidas por Israel, tratando de condenar a sus críticos al silencio y la invisibilidad.
Para disfrazar sus intenciones, los dirigentes de esta organización recurren a una mentira muy manida: la de la equivalencia entre antisionismo y antisemitismo.
El antisemitismo es el odio contra los judíos, que alcanzó su punto máximo con el Holocausto, en el que murieron decenas de familiares míos, entre millones de asesinados por la bestialidad nazi, aplastados por el Ejército Rojo y la lucha de los pueblos en 1945.
El antisionismo es la repulsión contra una ideología racista y colonial que avergüenza la tradición humanista del judaísmo, manchándola con la sangre de los niños ejecutados en la Franja de Gaza. Hay muchos judíos antisionistas, como es mi caso, comprometidos con la lucha contra el régimen de apartheid construido por el liderazgo israelí, como reconocen las organizaciones de derechos humanos y la resolución 3379 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, vigente de 1975 a 1991, que identificó el sionismo como una forma de discriminación racial.
Me siento orgulloso de pertenecer a la militancia contra el sionismo, ocupando la misma trinchera elegida por mis ancestros hace tres generaciones. Las amenazas y los estallidos dictatoriales de la CONIB no hacen más que reforzar mi convicción sobre el papel que debo seguir desempeñando, junto a muchas otras personas, compañeros y colectivos.
Acusarme de antisemita es simplemente un discurso sórdido y falso, que no logra ocultar la alianza entre el sionismo y los neofascistas actuales (como el Primer Ministro de Israel, el ex Presidente de Brasil y el recién elegido presidente de Argentina).
Tomaré las medidas legales apropiadas. Y multiplicaré todos los esfuerzos, en todos los espacios y momentos, para ayudar a desenmascarar al régimen sionista y ampliar la labor de solidaridad con el heroico pueblo palestino.
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