La deuda sonora
En mi Facultad de Arquitectura, el Acondicionamiento acústico para las realizaciones físicas era el último en consideración. La prevalencia de las estructuras, la sanitaria, la eléctrica y aislación térmica ocupaban la prevalencia en el aprendizaje. Por eso, casi naturalmente, las funciones de emisión y recepción de sonidos se atienden en esa proporción en el quehacer profesional de diseño y construcción. Como ya he publicado respecto a la polución sonora, focalizo ahora desde mi protagonismo.
Entre muchos
1- Sede del Casmu en Br.Artigas y Guaná : en la sala de Administración hay cinco puestos de atención con mamparas de vidrio interpuestas entre funcionarios y usuarios. En un día normal, en todos los puestos la dificultad de entendimiento verbal entre ellos es la saturación acústica de las conversaciones elevadas en su volumen para compensar esa dificultad. La amplia habitación no tiene amortiguación sonora en sus paredes, cielorrasos de duro revoque, ni el pavimento. ¡Tampoco en la enorme vidriera al exterior!
2- La ex escuela Noruega: en su espacioso corredor que vincula las aulas se repiten las terminaciones de extrema dureza amplificadas por el pavimento de baldosas de cemento originales. El hermoso griterío de los niños sube de volumen hasta ser ensordecedor. Bien empleado el término, aunque nadie se percata, que puede efectivamente ser el inicio de una vida donde se ha naturaliza el ruido social y no precisamente por el maravilloso sentido del habla.
3- Auditorio del Sodre: es infrecuente pero simbólico al producirse en el edificio de los mejores sonidos. Un Salón del Vino Nacional reunió más de mil aficionados en el enorme atrio principal. Seguí de cerca su organización sin que nadie se percatara que sus excelentes materiales de terminación podrían afectar la interrelación sonora. Pero las voces in-crescendo por la cata en los stands de cuarenta bodegas y las presentaciones culturales relacionadas, incluyendo música y oratoria. A la par de elogios recibidos, los comentarios abundaron más en las dificultades auditivas en todo el evento.
Algo de teoría
Nuestras tecnologías han sobrepasado la capacidad de emitir y recibir sonidos por el organismo humano. Desde artefactos de todo tipo hasta los instrumentos musicales y sus difusores, el control sobre su emisión y recepción, corriendo de atrás, ha fracasado sistemáticamente. También las conductas humanas en su utilización. El daño a nosotros mismos es producido por la recepción consciente e inconsciente de sonidos _devenidos en ruidos_ incluso durante el sueño. Sus consecuencias aumentan con la edad y resultan en conocidas dolencias crónicas, algunas irreversibles.
Algo de práctica
En espacios cerrados no se necesitan medidas extremas para solucionar o disminuir el problema. Las ondas sonoras se disipan en superficies porosas y se rompen en las discontinuas. Cubrir cielorrasos, paredes y pavimentos con materiales que presenten esas condiciones sea con revestimientos porosos, pinturas granuladas o rugosas dan resultados Y colocar cortinas con telas adecuadas o biombos, incluso portátiles, también.
En el exterior, la difusión aérea del sonido es más difícil de controlar. Martillos neumáticos y artefactos de construcción, sanitaria y jardinería lideran. Pero las alarmas sonoras agregan la sensación de peligro en sus reiteradas, la mayoría falsas, intervenciones sonoras. Es hora de sustituirlas por comunicaciones de otro orden comenzando con las empresas de seguridad. El mejor antecedente es la supresión de las bocinas automotores sin desmedro de ella. Y respecto a la música, me remito al desempeño de las conductas humanas en convivencia social.
Conclusiones
La máxima del cuidado de la salud es aquí irrebatible; hay que prevenir más que curar. No solamente por nosotros, el ruido urbano, la polución sonora afecta también la producción del arcaico pero vigente mejor de los sonidos: el canto de los pájaros.
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