Té con Nietzsche

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Caído del universo
los dragones amaneció.
Perfil de camello vistió.
Obedeció todo verso,
en prisión quedó inmerso.

En vitrinas las jorobas.
Horizonte de escobas.
Placer duro de resistir
el dolor puro de vivir.
Obedecer. Cumpliendo vas.

El humano fresco rugió
en un león se vislumbró.
El sueño que enamoró
sin las cadenas resurgió.
La creación no la irguió.

Libre como luz de noche
trascendió en su Übermensch.
El niño sin alboroto
lo emocionó la foto
cuando vio la cara del «Che»

Por Andrés Legnani

 

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