Mujica se equivocó feo

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La tromba Mujica en la cristalería de la unidad frenteamplista dice más de él que lo que el viejo Pepe se da cuenta, al descalificar la candidatura de Carolina Cosse por razones sin fundamento visible; sobre la influencia que ésta puede tener, o no, en el interior del país, al comienzo de una campaña electoral. La unidad y fraternidad frenteamplista, que fue durante medio siglo la piedra angular de esa fuerza política, es hoy una cristalería por efecto del tiempo. Noble cristal, pero frágil ante la ausencia de liderazgos que necesitan construirse, presidencia que debe ganarse y fuerza política que debe lograr una presencia contundente indiscutible.

Esto sucede en un panorama político en el país en el que la ausencia de liderazgos es un mal general, producto de la biología y de la tendencia a querer comerse la pelota.

El conservadurismo y la herencia dictatorial fue una plaga sobre las filas coloradas que actuó ante la mirada inmarcesible y condescendencia de Julio María Sanguinetti, que no dejaba crecer el pasto; mientras, el batllismo real pasaba a ser sólo un recuerdo amable. En cuanto al Partido Nacional, éste volvió a su veta neoliberal con su primer gobierno de 1990, en congruencia con las políticas de 1959 y con algunas de la Dictadura Cívico Militar. El Partido Nacional no fue capaz de dejar reconstruir una fuerza de centro, progresista, permitiendo que el apoyo logrado por Wilson Ferreira Aldunate se perdiera con su injusto y particularmente miope apoyo a la Ley de Caducidad; el Herrerismo volvió a repetir sus pasos con una gestión egocéntrica, muy cuestionable, y por sus errores sobre todo incapaz de refundarse, como quería su presidente, en una fuerza de centro derecha con proyección internacional.

Mujica creyó que seguía siendo un líder político, cuando la vida le viene demostrando que ya no lo es. Un botón de muestra. En diciembre de 2014, decidió que su esposa Lucía fuese candidata a la Intendencia de Montevideo, y así se lo informó a las fuerzas políticas aliadas, según la crónica de la época de El Observador. Pero su candidata perdió en la interna.

Ahora, para esta campaña electoral, los hechos son todavía más duros. Para el 2022, Mujica había decidido, por sí y ante sí, que Yamandú Orsi fuese precandidato; su precandidato. Así, lo sacó de gira política por la región y dio su postulación por hecho consumado, trasgrediendo inútilmente los procedimientos formales del FA. Y esos procedimientos son, particularmente en este tiempo de definiciones de fondo, de clara importancia institucional Y cuando finalmente el intendente de Canelones salió a la cancha de precandidato, las palabras de Orsi no tuvieron la fuerza y agudeza de su mentor, y su contraste con los razonamientos de Carolina Cosse fue marcado por el contenido, la didáctica, la proyección política de las palabras de Cosse ya desde el primer acto conjunto; es más, varios razonamientos de Cosse podrían proyectarse como políticas de Estado.

Así, en un programa de trabajo que tendrá un exceso de actos conjuntos de los cuatro precandidatos –seis, según entiendo– Cosse marcó desde el inicio la forma de diferenciarse del resto de los precandidatos: razonando la importancia de las ideas, ejemplificando su proyección en el futuro inmediato y también mediato, y no olvidando lo urgente.

En cambio, el precandidato Orsi fue dos veces intendente del departamento cuyos 4.500 km² abrazan Montevideo, tiene solo el 8% de su suelo urbanizado, y en ese 92% del territorio vive el 11,2% de la población canaria. Sin embargo, no se le ha escuchado referencia alguna a los problemas del campo y de su población, los de su producción, del transporte laboral de los 512.000 habitantes canarios, y tampoco en qué se diferencian esas problemáticas de las distintas que se extienden sobre el resto del interior del país, y los criterios que habilitan al dirigente a ver distinto lo que es distinto.

Por su parte, Mujica reitera conductas: sin que esté listo el plan político del FA, ya se lanzó la candidatura del ex intendente de Rocha Aníbal Pereyra junto a la de Orsi, según atestigua la cartelería, y sin que se nombre aval institucional alguno del FA para ello. Es difícil encontrarle una explicación a esta carrera en la que adelantarse no rinde; excepto, sencillamente, que a Mujica lo fue ganando la inseguridad en la capacidad de su candidato.

Es por supuesto difícil ser precandidato con tal padrino, que parece querer ser el alter ego de Orsi, sin haber sido en estos años un ejemplo de capacidad didáctica para con los suyos. Pepe quiere que Orsi hable, diga, responda, accione y reaccione como Pepe lo haría. Tal vez Orsi sea un buen candidato, pero no si su líder repite sobre Cosse lo que dice en reserva el precandidato opositor Álvaro Delgado, que tan delgado no está. Tal vez Mujica se anime y deje que Orsi sea quien realmente es: no sólo un canario, sino alguien que supo llevar muy bien y por dos períodos tamaña intendencia.

 

 

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