No todo está perdido
Como la primera visita, ya hace años, la ciudad de Colonia del Sacramento nos sorprende con rasgos urbano-sociales que mantiene intactos:
- La movilidad humana sobre el antiguo empedrado y el asfalto , aún con mínimos dispositivos de semáforos y cebras, conserva una absoluta prioridad para el peatón y es compartida por los perros, que cruzan en las calles mientras los vehículos esperan o se echan y duermen mientras son cuidadosamente eludidos.
- La sensación de seguridad integral sobre propios y ajenos, los turistas que en toda la ciudad transitan días y noches sin restricciones de ningún tipo.
- La contribución a esa sensación por la ausencia total de rejas y protecciones de cualquier índole en residencias, locales comerciales y edificios públicos. Consecuentemente, vidrieras de comercios y funciones de todo tipo con visualización permanente. Y los alojamientos en su mayoría también mantienen puertas abiertas!
- El uso discrecional del espacio público con ocupación de veredas y también las calles en los que bares, restaurantes, heladerías y kioscos colocan mesas en ellas.
- El protagonismo de personal autóctono en casi todos los comercios con una atención eficiente y esmerada que denota su pertenencia a la que contribuyen grandemente los artistas locales con actuaciones en vivo …diurnas y nocturnas..
- La confirmación de esa sensación, y una ratificación de que no la explica , es una total ausencia de policías y vigilantes en la trama urbana. En cuatro días vimos solo uno…en el frente de la Jefatura de Policía.
Para concluir
Regresamos a Montevideo con la idéntica interrogante de la primera vez: ¿Cómo es que los colonienses lograron esto? Dejo la pregunta abierta a un integral análisis.
Luis Fabre (arquitecto)
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