Uruguay: Hantavirus y roedores; su historia y el estado de su conocimiento

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En 1993 ocurrió en USA un brote de una enfermedad respiratoria severa, con una mortalidad mayor a 75%. Fue en una reserva de la tribu Navajo, en Four Corners, el límite entre Nuevo México, Utah, Colorado y Arizona. Este evento generó preocupación en las autoridades sanitarias, ya que los estudios iniciales no lograban identificar el agente involucrado.

El Centro para el Control de Enfermedades (CDC) finalmente dio con la respuesta. Se trataba de un virus conocido, pero hasta el momento nunca asociado a una enfermedad respiratoria tan severa: un hantavirus.

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En Asia y Europa se conocía la circulación de estos virus desde 1950, pero tenían algunas diferencias importantes con los virus de USA: la enfermedad que provocaban era totalmente diferente (los del Viejo Mundo dan una enfermedad renal), eran mucho más letales y eran genéticamente diferentes.

Este nuevo hantavirus se denominó inicialmente Muerto Canyon. Es común en la nomenclatura de virus usar el nombre de la localidad donde se los descubre por primera vez, es así que los primeros hantavirus se denominaron Hantaan (río de Corea donde ocurrieron los primeros casos de fiebre hemorrágica renal), Seúl (Corea del Sur), Dobrava (Serbia), Puumala (Finlandia). También se utilizó el nombre de virus Four Corners, pero ambas denominaciones fueron rechazadas por los lugareños, ya que la reserva era un importante punto turístico, por lo cual nadie quería que se la asociara con una enfermedad mortal. Finalmente el consenso fue llamarlo virus Sin Nombre, y a la entidad clínica se la llamó síndrome pulmonar por hantavirus (SPH).

La siguiente pregunta importante a contestar era cómo se trasmitía el virus. Se sabía que los otros virus del género se relacionaban con roedores, pero había que demostrar que esa era efectivamente la fuente de transmisión, y conocer qué especies estarían involucradas. Dos años después de la epidemia de Four Corners ya se conocían tres hantavirus diferentes asociados a roedores autóctonos de Norteamérica, entre ellos un roedor cuyo nombre común es ratón-ciervo, identificado como el reservorio y trasmisor del virus Sin Nombre. Pero los Navajos ya tenían conocimiento de la asociación entre roedor y enfermedad. Entre los mitos y leyendas de la tribu se decía que “el ratón ciervo es el guardián de las semillas, vive en la noche, en los límites de la realidad y tiene el poder de infligir la muerte súbita de quienes no mantienen limpias sus casas”.

Los hantavirus se agrupan en un único género y tienen algunas características biológicas que los hacen candidatos ideales para ser agentes zoonóticos, es decir saltar la barrera específica desde un animal hacia el humano y provocar enfermedades. Guardan su información genética en una molécula de ARN a diferencia de los demás seres vivos que lo hacen en moléculas de ADN. El ARN es propenso a sufrir mutaciones cuando el virus se replica, y eso hace que sean muy adaptables a condiciones de vida diversas. Además el genoma de los hantavirus es una molécula de ARN dividida en tres segmentos, lo que le permite intercambiar partes del genoma cuando más de una partícula viral infecta una célula, generando cambios radicales en los nuevos virus.

Pero ¿qué significa el término reservorio en virología? El reservorio es la especie animal que mantiene al virus en la naturaleza. Esto implica que los individuos se infectan pero no se enferman, la infección es de por vida (lo que los virólogos llamamos infección persistente) y el virus es excretado constantemente a través de la saliva, las heces y la orina. En las poblaciones de roedores, estos se infectan entre sí por contacto directo y por comportamiento agresivo asociado a la reproducción. Este ciclo ocurre naturalmente, pero si el hombre convive o tiene contacto con roedores, es posible que se infecte y desarrolle la enfermedad. Como en todas las virosis, el hombre puede infectarse y no enfermarse, pero si la carga de virus es elevada (entre otros factores) es muy probable que ocurra enfermedad.

Poco tiempo después de la epidemia de Four Corners se evidenció la presencia de los hantavirus también en Sudamérica. En 1994-1995 ocurrió el brote en El Bolsón (Rio Negro, Argentina), en este caso el hantavirus involucrado se denominó Andes y el roedor reservorio es el ratón colilargo común. Este hantavirus posee una mortalidad aproximada al 50% y es el único que puede trasmitirse entre personas. No se ha demostrado esta capacidad en ninguno de los hantavirus estudiados hasta el día de hoy. Al igual que ocurrió en USA, fue sólo comenzar a buscar para hallar otros hantavirus y otras especies de roedores involucradas en su transmisión. Sólo en Argentina se describieron los hantavirus Lechiguanas, Maciel, Pergamino, Orán entre otros.

Esta situación generó un alerta para todos los países sudamericanos, y pronto se establecieron múltiples colaboraciones que permitieron dar respuesta a las preguntas de la época: ¿Qué pasa en nuestros países? ¿Está presente esta enfermedad? ¿Qué roedores son los transmisores?

El primer caso de síndrome pulmonar por hantavirus diagnosticado en Uruguay se registró en 1997, en un trabajador rural de Melilla. Hoy en día, 17 años después del primer caso, tenemos algunas certezas y varios desafíos. Hasta 2009 todos los casos de SPH se dieron en el sur del país, sobre todo en Montevideo, Canelones, Rocha y Colonia. Los más afectados son los trabajadores rurales, en general hombres jóvenes, la mortalidad promedio es 23%. El hantavirus más frecuente en Uruguay es muy similar al virus Lechiguanas, seguido del hantavirus Juquitiba, también presente en el centro y sur de Brasil. Se han identificado 3 tipos de roedores reservorios: el ratón colilargo chico (portador del virus Lechiguanas), el colilargo grande y el hocicudo (reservorios de Juquitiba). De 2009 a la fecha se confirmaron casos en el norte del país (Artigas y Paysandú), y nuestro equipo se encuentra trabajando para identificar los hantavirus y roedores involucrados.

Las modificaciones en los ecosistemas, sean de origen natural o causadas por la actividad humana pueden generar cambios en las poblaciones de roedores. Además, las particulares características biológicas de estos virus les confieren gran variabilidad y capacidad de adaptación. Por esto entendemos necesario el monitoreo a largo plazo de esta zoonosis, ya que no es inusual que aparezcan nuevas variantes de virus o roedores no identificados previamente actuando como reservorios.

Por la Dra. Adriana Delfraro

Profesora Adjunta de Virología, Facultad de Ciencias, UdelaR
Investigadora y docente de PEDECIBA Biología
Investigadora del SNI (Sistema Nacional de Investigadores)

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