La salida, ¿dónde está la salida?

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El ajuste fiscal del Ministro de Hacienda del Brasil, Joaquim Levy, no resistió el desequilibrio de la economía. La convergencia maldita de recesión prolongada, intereses elevados y aun crecientes, desempleo en alta, PIB en baja y caída en la recaudación del Gobierno impidió cualquier posibilidad de que obtuviéramos un superávit fiscal. Si el 2014 fue un annus horribilis, 2015 puede ser aun peor.

Limitémonos a hablar de la economía. Los números y los fundamentos venían bien, a mi modo de ver, hasta el año 2012: pleno empleo, intereses saludables, PIB razonable, renta en aumento, desigualdades sociales en caída. Todo parecía estar en su lugar, aunque ya se experimentasen las consecuencias de la caída de los precios internacionales de las commodities sobre nuestras cuentas externas.

Esto provocó una caída de confianza en la salud económica del país y llevó al Gobierno a recurrir a medidas que se revelaron infelices, en el año 2013 y sobre todo en el año electoral de 2014, medidas tomadas por temor a un aumento sensible de la inflación y del desempleo y a una disminución de la renta media, lo que afectaría el paraíso de la inclusión social, visto, con justicia, como la conquista más expresiva de los gobiernos del PT.

José-Viegas-Filho-60Onde está a saída? Onde está a direita, que não consegue pensar em nada melhor do que a linha estéril e cruel da austeridade, a mesma que flagelou a economia norte-americana e vem flagelando a europeia? Onde está a esquerda que em lugar algum conseguiu formular uma alternativa prática aos desastres causados pela política rival?- leia mais

Me refiero a medidas tales como el congelamiento de las tarifas eléctricas, que desequilibraron al sector energético y a Eletrobrás en particular, y de los precios de los combustibles que, conjuntamente con el abuso de subsidios a la venta de automóviles, causaron un grave perjuicio a Petrobrás, congestionaron nuestras calles (sin que nada fuese hecho en materia de movilidad urbana y muy poco en materia de transporte público). Las medidas de ese tipo se sumaron a las famosas “pedaladas” fiscales y a la increíble decisión de ganar las elecciones en base a un programa de gobierno ilusorio e irrealizable. El resultado de todo eso es el ciclo descendiente en el que vivimos hoy.

En la nueva situación, llegamos a la etapa del desmantelamiento general del trabajo hecho anteriormente y a una situación que no permite esperar soluciones progresistas por lo menos hasta el año 2017.

Esa situación presenta aspectos paradojales. Por un lado, nos vimos obligados a aceptar el “ajuste fiscal”, pariente próximo de las medidas de austeridad aplicadas por la Unión Europea, bajo el liderazgo de Alemania, a países como Grecia y España, que hace años vienen causando una fuerte recesión, sin siquiera aproximar ambos países a un reequilibrio  económico y financiero. Al mismo tiempo, vemos que dicho ajuste no es practicable.

Esa es la primera mitad de la paradoja. La segunda consiste en que, con los errores cometidos en los dos últimos años, se inviabilizó, en la práctica, la readopción de un modelo socialdemócrata, lo que nos deja en la situación de no tener más una política económica, del tenor que fuere.

En otras palabras, la paradoja estriba en que, si proseguimos en la línea que estamos siguiendo, la línea del reajuste fiscal, la no resolución de los problemas, al lado de los escándalos de corrupción, llevarán, más temprano que tarde, al rebajamiento de nuestra clasificación internacional de riesgo, lo que nos traerá fuertes repercusiones negativas, con un voluminoso retiro de capitales invertidos en el Brasil y redoblará el espectro de más recesión, más desempleo, más reducción de la renta.

Si, por otro lado, cambiáramos la política y adoptáramos una línea socialdemócrata, los efectos de la desconfianza del capital se harían sentir y las consecuencias para nosotros serían prácticamente las mismas.

Los únicos que escaparán serán los bancos. ¿Han reparado en que mientras la economía brasileña se hunde los lucros bancarios aumentan notablemente? ¿Repararon en que ahora mismo, cuando el Gobierno tiene una necesidad desesperada de aumentar la recaudación, nadie habla en cobrar más tasas e impuestos a las instituciones bancarias? Y que mientras el Gobierno se empeña en reducir la inflación, los bancos cobran intereses absolutamente exorbitantes, de más del 200 por ciento anual a los clientes privados? ¿Y que cuanto más aumenta la tasa SELIC [1] más aumentan los lucros automáticos (y sin trabajo) de los bancos?

¿Dónde está la salida? ¿Dónde está la derecha, que no consigue pensar en nada mejor que la línea estéril y cruel de la austeridad, la misma que flageló la economía norteamericana y viene flagelando la europea? ¿Dónde está la izquierda que en ningún lugar consiguió formular una alternativa práctica a los desastres causados por la por la política rival?

Una vez más vale el paralelo con Europa. Quien quiera tener una idea de nuestro futuro económico a corto plazo, debe mirar las estadísticas de Grecia y de España en el año 2008 y ahora. Ya conocemos el callejón. Sólo no sabemos aun dónde está la salida. Y ahí está la parte final de la paradoja: Es hora de que formulemos una línea política alternativa, pero ella no parece estar surgiendo.

Por José Viegas Filho

Embajador jubilado, fue Ministro de Defensa del Brasil.

Traductor: Héctor Valle

Versión en Portugues

La ONDA digital Nº 731 (Síganos en Twitter y facebook)

[1] La tasa SELIC es también conocida como una tasa básica de intereses de la economía brasileña. Es la segunda menor tasa de intereses (la menor es la denominada “TJLP”) y sirve de referencia. La SELIC es utilizada en los préstamos realizados entre los bancos y también en las aplicaciones llevadas a cabo por estas instituciones en títulos públicos federales. Se la define cada 45 días por parte del COPOM (Comité de Política Monetaria del Banco Central del Brasil). (Nota del Traductor)

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