Las nuevas recetas sobre cómo vivir en el mundo que vivimos reitera hasta el hartazgo que lo constante es el cambio, que la incertidumbre sobre lo porvenir es lo único cierto.
Pues bien, la o las izquierdas en el mundo vamos del rechazo y autocrítica a nuestros errores a encontrar un rumbo siglo XXI, que nos mantenga en ese camino tan ¿utópico?, ¿necesario?, ¿posible?
Sin dejar de lamentar nuestras derrotas también libramos y ganamos enormes batallas libertarias. En la larga marcha de una humanidad desigual y concentradora de poder y riqueza hemos derrotado en varias oportunidades a lo más reaccionario y feroz del poder y con conquistas democráticas y hemos recorrido experiencias singulares.
Parece trampas del tiempo y la memoria pero las conquistas siempre, siempre, tuvieron pueblo organizado y unido detrás. El recorrido para que los procesos unitarios se concretaran de forma coyuntural o más permanente en corrientes políticas para sostener e impulsar cambios han costado mucho. Como contracara de lo mismo, pero al revés, cuando los procesos unitarios se corroen, atomizan o diluyen el caballo del comisario nuevamente aparece en el horizonte y la derecha tradicional con nuevo look pero siempre mona, termina haciéndose del poder.
No voy a cometer el error de poner la responsabilidad fundamental en Maria Julia Muñoz en este asuntito de la esencialidad. Creo que el compañero Tabaré cometió dos errores, primero elegirla de ministra, fue un secreto a voces, pero los frenteamplistas tuvimos 3 disgustos más o menos compartidos con la elección de los ministros, la ministra de Educación fue uno de ellos, en aquel momento con un suspiro de resignación dijimos, prerrogativa del presidente o acuerdo de líderes mediante lo cierto es que a meses de iniciado el gobierno, los mismos tres ministros que cuestionábamos….seguimos cuestionándolos, pero con más ganas.
El segundo error del presidente es habilitar la esencialidad para la educación. No se me pasa por la cabeza que la ministra salga a decretar la esencialidad sin el aval presidencial. A pocos días de decretar la esencialidad para el Inau, aplicar el mismo método para el conflicto de la enseñanza comienza a parecerse más a “en mi casa mando yo” que a medidas de gobierno sensatas. Por si fuera poco el camino de acuerdo había avanzado, se habían acercado las partes. Sin embargo ¿era necesaria la cláusula de resignarse a perder el derecho al pataleo?
Los trabajadores no pueden perder jamás su herramienta fundamental para defenderse. Nuestro gobierno autoriza a sus economistas que se protejan con prudencia fiscal, que se autorice la suba del dólar porque es necesario, aumento de tasas de interés o hasta somos capaces de mirar impotentes como sostenemos por tiempo ilimitado a una industria deficitaria, permitiendo que sus propietarios drenen los préstamos del estado para otros fines solo para que la industria siga funcionando (FRIPUR), con el resultado por todos conocido, mil trabajadores a la calle, empresario rico con nuevos emprendimientos solventados por los préstamos del Estado. Todo eso lo terminamos aceptando como parte de “los sapos que hay que tragarse”.
Pero volviendo al hilo inicial, ni los trabajadores pudieron haber llevado la cláusula ni el gobierno haberla planteado. Una gran macana de negociación compartida. Pero en el caso del gobierno (mi gobierno, soy frenteamplista) es peor, mucho peor, no se puede tratar con la misma receta, asuntos de seguridad o educación. No me parece que desde una perspectiva de izquierda se pueda concebir que se aplique la esencialidad como recurrencia porque nos ponemos en una situación de vulnerabilidad.
¿Esa va a ser la tónica de la discusión de la ley de presupuesto? ¿Tendremos un presupuesto aprobado a base de esencialidades o trataremos de aprobar un presupuesto con base social sustentable?
Es de esta época también esa cuestión de ángeles o demonios, los gremios de la Enseñanza también deberán explorar la conducción de sus conflictos, sus medidas de lucha, su representatividad. No llegamos a esto de manera gratuita. El uso de la herramienta, que no debe ser cercenado, tiene que ser usado con responsabilidad para que no se desgaste como forma de lucha. La enseñanza para frente a cada caso de agresión a un educador por 24 horas, esta medida demostró no ser eficaz y además estableció un primer punto de partida muy alto en la graduación de las luchas, cuando vamos a la lucha por el salario empezamos por la huelga por tiempo indeterminado, si se extiende el conflicto ¿que, la guerra civil?
La independencia de los trabajadores como sector debe respetarse pero la historia de las luchas debe ser tenida en cuenta, siempre se resuelven desde el quien aisla a quien. Desde quien junta más voluntades para una causa u otra. Hay experiencia políticas cercanas que han transformado una forma de lucha “el piquete” en un método, en una forma de organización.
Esto termina desgastando a quien la impulsa y termina confrontándolo con el resto de la sociedad.
Ayer en medio de la indignación por la esencialidad leí y escuché opiniones muy concluyentes emparentando esta decisión con el pachecato. Me parece un despropósito, porque para extraer comparaciones de la historia debemos contextualizar y los componentes de aquel período eran otros. Las formas del Estado estaban siendo vulneradas permanentemente y por la derecha.
El poder económico de la época que siempre había estado gobernando a través de otros apareció en primera persona. El gabinete de Pacheco se vio integrado por miembros de lo que llamábamos “el ascenso de la rosca al poder”. Peirano Faccio debe haber sido el ejemplo más claro de ello. La Medidas Prontas de Seguridad, la represión, la muerte de Liber Arce, la militarización de los bancarios, ese era el marco del período pachequista y prólogo anunciado del Uruguay al que íbamos. El gobierno de aquel tiempo estaba aislado de la sociedad.
No es el caso de hoy, tenemos herramientas para revertir esto, me parece que la discusión por salario debe quedar en ese marco y no podemos habilitar a que se traslade el eje de esa discusión a discutir si los paros se pueden permitir o no. Sospecho que los trabajadores de la enseñanza pueden llevarse un revolcón fuerte y nuestras libertades también.
La esencialidad es un recurso del Estado, no debe ser una norma, el gobierno no debe avanzar por ese camino. Esencialidad en la Educación NO, NO Y NO.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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