La violencia política como partera del autoritarismo, el exilio, la ruptura y la angustia en un dantesco contexto histórico de tragedia, es el removedor disparador temático de “Diario de un reencuentro”, la novela autobiográfica de la debutante autora pedrense Susana Brasil. Este libro, que es en realidad una larga reflexión de dimensión existencial y hasta existencialista, es el testimonio de una de las tantas víctimas indirectas de la dictadura liberticida que detentó el poder durante doce largos años.
Desde esa perspectiva, la escritora y protagonista, cuyo seudónimo es Suastorg, recrea su peripecia personal – con particular énfasis en su dolorosa infancia-que transcurrió en un contexto de sufrimiento y cómplice encubrimiento.
No en vano Susana Brasil, que es enfermera de profesión, es hija de exiliados políticos y fue criada por una familia de adopción encabezada por un rígido e intransigente militar.
Pese a que la autora carece de formación literaria y esta es por supuesto su primera incursión en la producción editorial, igualmente logra trasuntar la angustia experimentada en sus primeros años de vida.
Como lo afirma enfáticamente, sus recuerdos se remontan a los tres años de edad, cuando era una niña solitaria y sometida a una rígida disciplina más propia de un cuartel que de un hogar.
En ese marco, no se le permitía tener prácticamente contacto con los chicos de su edad ni compartir juegos, lo cual la exponía al más patético de los aislamientos. Sus únicas compañeras eran sus muñecas.
Esa situación de radical ruptura con sus pares y medio social de referencia, se sumó al permanente maltrato que le prodigaban sus supuestos progenitores.
En su testimonio- que es realmente desgarrador- está condensado el intenso dolor físico pero particularmente psicológico de una niña enferma de miedo y angustia.
Por supuesto, la obra describe minuciosamente el perfil autoritario de su presunto padre, quien -acorde a las pautas de su formación castrense- la trataba como una subalterna más.
El comienzo de la historia, que se remonta a la década del setenta del siglo pasado, antes de la consumación del golpe de Estado, da cuenta de un conmovedor y soterrado cuadro de violencia doméstica intrafamiliar.
Esa coyuntura de permanente presión y hostigamiento que acotó la libertad individual de la niña hasta transformarla en una cautiva en su propia casa, devino, por supuesto, en un intenso dolor.
Fue un típico caso de inocencia ultrajada por la peor de las prepotencias, mientras puertas afuera nuestro país se desmoronaba inexorablemente hasta mutar en una gigantesca prisión.
Por entonces, la pequeña ignoraba o no comprendía lo qué estaba sucediendo, aunque padecía en carne propia las mismas consecuencias de la barbarie instalada en la sociedad uruguaya.
Mediante un firme pulso narrativo dotado de un intenso realismo, la protagonista se adentra es una pesadilla que psicológicamente pudo haber condicionado toda su existencia.
El futuro corroboró que la fortaleza emocional le permitió a la protagonista emerger de esa suerte de abismo y construir su propio destino, junto su compañero y sus hijos.
Ese fue el bálsamo que le posibilitó seguir adelante y, con el tiempo, descubrir el secreto de su verdadera identidad, que fue burdamente manipulada al igual que la de tantos hijos de exiliados o desaparecidos a quienes se escamoteó inmoralmente la verdad.
Con un talante no menos conmovedor, esta mujer corajuda –que abrazó la enfermería para cuidar a otros corroborando su intrínseca sensibilidad- narra su emotivo encuentro con una hermana que por cierto no conocía. En ese contexto, la autora describe el regocijo experimentado al recuperar su verdadera identidad y poder reunirse con un ser amado.
Susana Brasil intercala la descripción de esos mágicos momentos de mutuo intercambio de cariño con su hermana, con un pasado de lucha y sacrificio, que tuvo como protagonistas a sus dos padres perseguidos y ulteriormente exiliados en Argentina.
Más allá de las secuelas que permanecen impresas en su memoria, la autora no emite juicios de valor en torno a la lucha y las actitudes de quienes se jugaron por sus ideales.
“Diario de un reencuentro” es bastante más que una mera historia de vida de una persona común. Es, ante todo, el potente testimonio individual de una de las tantas víctimas de un tiempo histórico de espanto.
En ese contexto, el milagro del amor deviene en una suerte de catarsis contra el fantasma de la angustia, que permitió restañar dolorosas heridas y reconstruir una vida inicialmente azuzada por el drama, la incomprensión y la represión.
Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario
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