Supongo que fueron múltiples los factores que confluyeron para que naciera el Frente Amplio. Mil novecientos setenta y uno está lejos. Escondido en el tiempo y tapado de nuevos sucesos. Cada tanto, la evocación de Seregni, o viejos dirigentes fundadores nos llevan a aquél bautismo de gente unida en voluntad y objetivo. Pasando las páginas de la historia, o con el famoso diario del lunes, descubrimos que la luz puntual que nos esperaba en el camino, estaría luego de una larga noche de horror y tristeza. La existencia del Frente Amplio, fue referencia y su permanencia y consolidación la validó como experiencia posible y necesaria.
El Uruguay, aún desde divisas tradicionales construyó su realidad democrática en base a pluralidad.
Podremos decir que es una fortaleza de nuestra sociedad esa costumbre de las distintas opiniones o tan válido como eso podría ser nuestra incapacidad para ponernos totalmente de acuerdo.
Desde un lugar u otro la política se ha construido siempre en base a opiniones y liderazgos particulares que se impusieron y predominaron sobre otros en base a luchas y acuerdos más o menos duraderos. Lo que parece bastante claro es que esas opiniones y liderazgos necesitaron validación en las urnas. Esto funcionó como característica general, bastante bien. Mayorías y minorías cumplieron su rol, la hegemonía tradicional se mantuvo por décadas conviviendo y casi todo el siglo XX nos tuvo de elección en elección refrendando el modelo. Solo dos quiebres institucionales fueron la excepción. El segundo, siniestro y feroz pretendió detener el curso de cambios que claramente se percibían. La forma tradicional de gobierno no alcanzaba. La sociedad buscaba nuevos caminos y la izquierda uruguaya lograba, interpretando a la sociedad una alternativa que llegó a ser gobierno.
Es claro que los cambios no desplazan fácilmente al orden dominante o instituido. Quien está en el poder se siente merecedor del lugar que ocupa y apela a los medios que el poder le da para mantenerse en ese lugar. Parece de perogrullo pero cuando la sociedad está mayoritariamente conforme, las cosas funcionan de manera más armoniosa, las protestas son pocas y los cuestionamientos son esporádicos. Sin embargo no se produjeron cambios jamás sin pueblo alborotado que los reclamara, sin formas sociales y políticas que articularan esos reclamos.
Lo que no resolvió el sistema imperante fue la distribución de la riqueza, casi sin remedio los repartos fueron acumulativos en algunas direcciones e inversamente proporcionales en otras.
Con la llegada del Frente Amplio al gobierno las tendencias más regresivas se detuvieron, la producción se diversificó, la protección social aumentó. Esos resultados nos dieron tres gobiernos consecutivos. Pero el propio desarrollo de nuestras políticas, sus resultados y las nuevas realidades internacionales nos colocan ante nuevos problemas.
Para estos tenemos que abordar otras soluciones. El cuadro general de la economía del país y de la situación internacional nos pone a discutir nuestro nuevo presupuesto nacional en otro contexto. De alguna manera la derecha derrotada notoriamente en estas últimas elecciones quedó relegada y la oposición más clara surge de la “gran prensa” que aviva nuestras contradicciones y conflictos sin aportar nuevas miradas. En un punto es inteligente y lógico.
Exacerban nuestras diferencias, es una manera de desgastar al gobierno. Pero lo que no me parece ni tan inteligente ni tan lógico es que desde el Frente Amplio amplifiquemos esa dinámica. Creo que el conflicto más trascendente, el problema más importante define cada momento, cada período y el percibir cual es y darle solución desencadena la solución de otros y nos permite seguir avanzando.
El presupuesto nacional, la asignación de recursos según distintas prioridades definirá de alguna manera que mirada predomina en el gobierno, sus prioridades de trabajo. Pero lo que no puede dejar de estar presente es que para que se lleve adelante el gobierno, para que su programa se aplique y la sociedad lo perciba como necesario es indispensable que la fuerza política exista. Es el Frente Amplio la herramienta que nos permitió llegar hasta aquí, somos los frenteamplistas los que votamos y salimos a buscar votos para construir esta realidad. No parece inteligente, ni siquiera lógico que la tentación a “tener razón” nos embarque una y otra vez en discusiones que nos alinean, casi como un nuevo ejercicio cotidiano en lugares distintos.
Es claro que las influencias de las fuerzas políticas tienen menos estructuras y menos capacidad de influencia en la sociedad. El convencer y explicar se busca desde los medios de información y desde las redes sociales. Quizás como atajo para obtener voluntades se cuida poco el discurso y los referentes mismos de la fuerza no dejan de empujar desde sus opiniones la búsqueda de predominancias más que de acuerdos. El presidente de la República con quien no he acordado en temas importantes, por estos días ha dado señales que me parecen interesantes. Quedó claro que la esencialidad frente al conflicto de la enseñanza fue un error. Se dio marcha atrás, el planteo desde la presidencia no fue otro que la preocupación por que se recuperen las clases. El conflicto por salarios y asignación de recursos sigue su curso, como parte de la realidad.
Así mismo, precipitadamente se pretendió desde la presidencia cambiar la designación de un nuevo cargo para la SCJ, los legisladores del FA, no lo consideraron oportuno y siguieron adelante con la propuesta que se había acordado. El presidente de la república simplemente acató la resolución si más comentarios. De más trascendencia real y mediática nos enteramos que Uruguay participaba de negociaciones para ingresar al acuerdo TISA. Tabaré Vázquez consideró oportuno darle a la fuerza política la decisión de participar o no. Ésta laudó considerándolo inconveniente, el presidente tomó nota y Uruguay se retiró de las negociaciones.
En más de una oportunidad criticamos a Tabaré de aplicar cierto autoritarismo e inclusive ir contra decisión expresa del FA, vetando la ley de Salud Reproductiva que aprobamos por ejemplo. Creo justo ahora, resaltar lo contrario. Nuestro presidente electo, está siendo más prudente incluso que algunos ministros y legisladores que no vacilan en condicionar su voto al presupuesto si alguna demanda expresada no es satisfecha (al respecto el amigo Semproni se está haciendo notar). Nuestro ministro Nin no vacila en marcar distancia de la decisión sobre el TISA.
Hay legisladores que insisten con que el gobierno quiere que el presupuesto se apruebe sin modificaciones, sin embargo de la reunión del presidente con los legisladores del FA. lo que trasciende es que el presidente acuerda con que se realice una discusión profunda del mismo.
No me parece que sea necesario y hasta veo ciertamente oscura la intención que circuló por las redes de hacer una marcha de apoyo al presidente. Un millón de votos, mayorías parlamentarias claras son datos muy recientes de la realidad. Por otra parte las cuestiones que nos vienen generando disputas vienen de tiempo de gestión atrás. Ancap, Antel Arena, TISA. Fondos para la Educación.
Parece que quienes tienen responsabilidades de gobierno olvidaran que sin frente Amplio (sin todo el frente Amplio) no habría Astori, Sendic, ni bancada fuerte del MPP, ni ningún apellido o sector con predominancia.
La gran construcción que es el Frente Amplio no es posible sin alguna de sus partes componentes. Ninguno de los componentes que integran la fuerza tendría la incidencia que tiene sin estar dentro de ella. Sin los trabajadores organizados, sin la fuerza política no hay en Uruguay cambios posibles. Por tanto, la tarea de este tiempo es encontrar los denominadores comunes para seguir avanzando hacia un país inclusivo con más y mejor distribución de la riqueza.
Es tiempo que los que gustan de hablar fuerte y claro prodiguen su inteligencia y su voz para encontrar amplias alamedas por donde transiten más hombres y mujeres libres y no caven trincheras donde equivocando los contrarios ,nos enfrentemos.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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