La impronta cultural del cine uruguayo

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El cine como pasión más allá del mero pasatiempo, registro y testimonio cultural es el disparador temático que inspira “Para verte mejor: el nuevo cine uruguayo y todo lo anterior”, el voluminoso libro de Jorge Ruffinelli publicado por Editorial Trilce.

Este ambicioso trabajo, que insumió años de búsqueda e investigación, indaga en el cine uruguayo como construcción de impronta intelectual representativa de una identidad cultural bien reconocible.

En ese contexto, contiene un material de inapreciable valor, que incluye 420 reseñas, 80 fotogramas y referencias a nada menos que 983 películas, con sus correspondientes fichas técnicas.

La obra adquiere una superlativa trascendencia en un tiempo histórico crucial, en el cual las restricciones presupuestales devenidas de la desaceleración económica amenazan la supervivencia del emergente cine nacional.

No en vano en los últimos quince años las producciones de autores uruguayos han logrado consolidar una identidad artística singular, más allá del natural condicionamiento impuesto por los problemas de financiación.

En ese contexto, es habitual que se recurra a las coproducciones con cinematografías económicamente más poderosas de otros lares, a los efectos de sustentar los proyectos y su ulterior distribución fuera de fronteras, con todos los sacrificios que ello conlleva.

PARA VERTE MEJORPor supuesto, los emprendimientos han recibido apoyo estatal a través del Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU), mediante múltiples herramientas de promoción, fomento y estímulo a la producción.

Otro desafío que debe ser planteado es el acceso igualitario al circuito exhibidor local, de modo que las películas uruguayas puedan proyectarse en horarios centrales y no marginales como sucede habitualmente.

Más allá de meras disquisiciones, que resultan pertinentes al propósito de impulsar al cine uruguayo como una industria incipiente y un producto genuinamente cultural, este libro apunta al rescate de nuestro patrimonio cinematográfico en sí mismo.
Partiendo de la tesis que el cine vernáculo tiene más de un siglo de historia y por ende una tradición que amerita ser preservada y recuperada, el autor evoca títulos referentes pero también films poco o nada conocidos para los consecuentes cinéfilos.

El extenso y completo catálogo incluye películas uruguayas de los últimos cincuenta años, pero también producciones de más larga data que constituyen elocuentes trazas de la existencia de un trabajo cinematográfico nacido de la pasión por crear y evolucionar hacia estadios más fermentales y complejos de elaboración.

Para contextualizar el tema, Ruffinelli ensaya tres hipótesis destinadas a desentrañar el fenómeno de la resurrección de nuestro cine, que sitúa en el tiempo en la primera mitad de la década del noventa del siglo pasado.

En tal sentido, evoca como punto de partida el estreno de “La historia casi verdadera de Pepita la Pistolera” (1993), una potente y reveladora cinta de la realizadora Beatriz Flores Silva, que recrea una conmovedora historia real acaecida en Montevideo con fuerte acento social.

En ese marco, el investigador recuerda la presentación de “El dirigible” (1994), una película de trazo surrealista e impronta simbólica del director Pablo Dotta, que relaciona la utópica búsqueda del exiliado escritor Juan Carlos Onetti con la inmolación del caudillo batllista Baltasar Brum, acaecida en el momento de la consumación del golpe de Estado encabezado por Gabriel Terra.

Por supuesto, Ruffinelli no soslaya explícitas referencias a otros dos hitos del cine uruguayo como “25 Watts” (2001) y “Whisky” (2004), de Pablo Stoll y Juan Pablo Revela, que conmovieron profundamente a los espectadores y cosecharon nutridas distinciones internacionales.

Más allá de su éxito comercial, estas cuatro películas constituyen significativos mojones de una producción que se fue consolidando y madurando en este siglo XXI, en tanto marcaron una tendencia y una identidad.

Queda claro que tanto en los cortos como en los largometrajes y por supuesto en el género documental, nuestro cine tiene un explícito acento de naturaleza testimonial y en muchos casos histórico, consustancial a su propia idiosincrasia.

El autor alude también a películas de cineastas compatriotas elaboradas en el exterior y a obras de realizadores extranjeros que toman como punto de referencia temáticas uruguayas.“Para verte mejor” es una investigación de largo aliento y un trabajo de referencia con alto valor informativo, que permite desentrañar las diversas facetas de nuestra aun emergente producción audiovisual.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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