Ya no es preciso decir que el momento es delicado, que la crisis va engullendo todo, la política, la economía, la seguridad, que la corrupción va mostrando su alcance y fuerza, que la cohesión social está amenazada.
Asimismo, ya no es necesario decir que la vida institucional del país es una es una gelatina amorfa, que nadie está seguro que las buenas costumbres prevalecerán sobre el interés egoísta e ilegal.
El problema estriba en que el comportamiento gelatinoso, que era subterráneo e impersonal, pasó a ocupar un espacio cada vez mayor en el comportamiento ostensivo de los integrantes de la clase política y de los segmentos más ricos de la clase empresarial. La gelatina afloró y provoca un efecto perverso sobre los que intentan entender, o descifrar, el rumbo de las cosas. Hoy es muy difícil prever qué actitud preferirán tomar los practicantes de la política en todos los niveles – federal, estadual y municipal. ¿Será que la mayoría tomará el rumbo de la honestidad? ¿O el rumbo opuesto?
O Brasil neste momento está brincando com fogo. O povo já não tem confiança nem respeito pelos políticos em geral. Ya no es preciso decir que el momento es delicado, que la crisis va engullendo todo. Aquí versión portuguesa
El Presidente de la Cámara de Diputados, inevitablemente apuntado como detentor de cuentas no declaradas en el exterior, ¿conservará su mandato legislativo? ¿Qué rumbo tomarán los que por conveniencia lo apoyaban y ahora dicen que ya no lo apoyarán porque él acordó con el partido rival? ¿Qué lugar tiene la honradez, la ética y la corrección en ese razonamiento? ¿Qué rumbo tomarán los que fueron escogidos para relatar procesos importantes y los jueces que quedaron a cargo de los casos de corrupción que no pertenecen estrictamente a la órbita de la Operación Lava-Jato?
Por favor, nosotros, los que aún somos honestos, deseamos que se restaure un mínimo de decencia en el juego político. Que se vuelva a pensar en el interés público, en el bien común, en el futuro de nuestro país.
El Brasil en este momento está jugando con fuego. El pueblo ya no tiene confianza ni respeto por los políticos en general – con pocas excepciones (buenos tiempos aquellos en que los embusteros eran apenas 300) –; por la policía, que, tal como en los Estados Unidos, se especializa en matar jóvenes negros desarmados; por los que hace décadas fracasan en resolver los problemas de la salud y de la educación; por los Ministros de los cuales ya no se sabe el nombre; por los congresistas; por los lobistas; por los que marcan los precios de las mercaderías y de los servicios. ¿Qué sucederá cuando se pierda el respeto por la Justicia y por la Ley?
Por José Viegas Filho
Embajador jubilado, fue Ministro de Defensa del Brasil.
Traductor: Héctor Valle
La ONDA digital Nº 744 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor: