UBER y el sueño del mercado perfecto

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La anunciada irrupción de UBER en el mercado de traslado de personas en Montevideo dio lugar a todo tipo de reacciones ideológicas, en alguna de las cuales vale la pena detenerse.

En las redes sociales y entre los columnistas de medios, parece que la mayoría se alineó a favor del nuevo emprendimiento. Toda la propaganda de la multinacional se repite con entusiasmo: el mercado desregulado funcionará perfectamente, los precios bajarán hasta el zócalo, los automóviles serán mejores, los conductores más amables -quizá hasta lindos-, no habrá ningún problema más de seguridad; la computación es un avance no sólo nunca visto, sino irresistible, de modo que es payasesco y retrógrado intentar la más mínima inútil resistencia al avance de los tiempos hacia un futuro venturoso..

180-x-212-jaimeHay motivos para alentar algo nuevo. El sistema actual es el segundo peor posible. Se ha señalado que no hay aliciente alguno para mejorar cuando el Estado regula la cantidad de patentes y además fija la tarifa. Lo primero no se sabe bien por qué y lo segundo es una rémora de la Coprín (Comisión de Precios e Ingresos) de la congelación del gobierno de Pacheco Areco. Y, para peor, se trata de dos organismos distintos (IM y MEF), lo que dificulta una visión general. No funciona así, por ejemplo, el transporte escolar.

Desconfío de otras razones esgrimidas, como la concentración de poder en la patronal, la calidad del sindicato (que más bien no representa a los conductores), el servicio -en general se llega en minutos, con coches bastante nuevos y el trato es correcto-. Además, las centrales telefó0nicas tienen un uno intensivo de informática actualizada. Me suenan a argumentos de gente que en realidad no usa el servicio, como quienes se quejan del IRPF y nunca se fijaron que en su recibo de sueldo no le descuentan por ese rubro.

Pero estamos en Uruguay, y la cosa es estar a favor o en contra. Eso es normal, lo que no esperaba es la cantidad de personas que tan rápidamente compraron el sueño neoliberal. El mundo ya intentó desregular los mercados con el doble supuesto que todos los mercados son perfectos y que todos los empresarios son honestos. Y ocurrieron estafas monumentales, quiebras en cadena, desocupación y desalojos masivos y una recesión mundial de la que no se ha salido y que ha fomentado crisis alimentarias y guerras endémicas. Todos saben esto.

Uber no garantiza en absoluto que los choferes (empresarios libres) sean educados -se los aconseja, nada más-, ni que las tarifas van a ser menores. Sebastián Fleitas escribió en La Diaria que “este año, durante una tormenta de nieve en Nueva York, el precio de un viaje en Uber llegó a los 450 dólares”. Puede esperarse que entren a competir con tarifas menores para fundir a su competencia. Luego, habremos visto surgir a un monopolio. Y quizá entonces rompan el contrato con todos los conductores-propietarios que no firmen por un porcentaje menor. Además, la eventual tarifa menor estará explicada porque no piensan pagar nada. O sea que tendremos que esperar que, en unos años, entre todos, hayamos de subvencionar a los choferes de Uber que no habrán aportado y no se podrán jubilar.

Los mercados no fijan solos un precio ideal ni resuelven ningún problema colateral. El Estado precisa regular qué tipo de coche es seguro, qué tipo de licencia de conducir profesional deben tener, qué leyes laborales deben cumplirse, qué impuestos pagarse por las ganancias, las normas de seguridad, y qué garantías contractuales habrá entre la multinacional, sus conductores y sus clientes, los demás usuarios de la calle.

Lo que hay es lo segundo peor. La discusión debiera servir para romper la inercia. Pero está relacionada con el sistema de transporte colectivo, que no es mucho mejor. El plan de movilidad urbana, con diez corredores y líneas locales, estaba pronto durante la última intendencia colorada, que terminó en 1990.

Por Jaime Secco
Periodista uruguayo

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