La piedra en el charco Tabare y el bandoneon

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por Joselo G. Olascuaga
olascuaga@adinet.com.uy

El maestro Pedro Mayo era uno de los bandoneones mayores que le quedaban al Río de la Plata la noche que quise charlar con él de política. Lo conocimos en casa porteña de Gustavo Nocetti, a dos cuadras de la calle Uruguay (“nunca me fui muy lejos”, decía Gustavo). Había sido, Pedro Mayo, primer bandoneón de la orquesta de Alfredo De Ángelis en la década del cuarenta y ahora (murió el año pasado), con más de ochenta años le gastaba cada arruga a su viejo instrumento como solista absoluto del Dequerusa Tango Trío. Pude oírlo varias veces. La última pocos días antes de su muerte, en el teatro de la embajada uruguaya en Argentina, donde actuó en la presentación de un libro de su amigo Nelson Ferrer. Otro día les voy a contar del maestro Mayo. Hoy sólo quiero contarles la charla de aquella noche y por qué lo asocio a la ya famosa frase de Tabaré Vázquez “la Reforma del Estado será política”.

Tuve un par de ocasiones de conversar de lo lindo con el maestro. Una en la sala Ricardo Rojas de la Feria del libro de Buenos Aires, en el 96, donde en vez de interpretar cinco tangos de Gardel como había anunciado, lo que hizo fue ser Gardel durante cinco tangos; la otra en la embajada (allí fue además Virgilio Espósito, Cobián y Troilo). En ambas charlamos de fútbol, porque el maestro era fanático de River y el guitarrista de Dequerusa, Daniel, tiene el mismo apellido que el puntero izquierdo de La Máquina millonaria de los cuarenta, Lousteau. Entonces Pedro Mayo lo señalaba y me decía: “Che, Joselo, vos tenés que escribir un libro para explicarle a éste que un Lousteau no puede nunca ser hincha de Boca” (supongo que Mayo les dio la misma orden a todos los periodistas deportivos que conoció, incluso a los bosteros). Para peor al tercer integrante del trío, el cantor Francisco Cordeiro, uno de los tantos uruguayos a los que Argentina recibió de brazos abiertos, aunque Pedro Mayo era para Pancho como un padre, no lo pudo hacer de River, porque es de Sayago y por fidelidad nostálgica, sigue a Racing en las dos orillas. Así que de esas cosas conversábamos siempre cuando a mí de pronto aquella noche me dio por sacar el tema político y recibí una respuesta del maestro que nunca supe si fue en broma o en serio (él era muy bromista), “yo nunca hice política –me dijo–; yo siempre fui peronista”. Después nos pusimos a charlar de política, cómo no, como suele ocurrir, con acuerdos y discrepancias.

En estos últimos dos años más de una vez me ha ocurrido que al escribir sentí que yo ya no hago política ni siquiera cuando la menciono y he pensado que si estuviese empezando ahora, quizá dentro de cincuenta años podría decir como don Pedro, “yo nunca hice política; yo siempre fui frenteamplista”.

Capaz que no. Ojalá que no. Ojalá que solo sea una broma.

Mejor si la reforma del Estado nos libra de tener que decirlo en serio.

 

 

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