El cambio de tendencia política no es generalizado

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Ante la realidad de cambios políticos que se vienen dando en América Latina en los últimos tiempos el diario EL TIEMPO (de Colombia) realiza la siguiente reflexión:

“Bolivia, Ecuador y Uruguay parecen estables con planes de izquierda pese a debilitamiento regional. Evo Morales. presidente bolivariano; Nicolás Correa mandatario ecuatoriano y Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay. A pesar de la desaceleración económica, que ha enmarcado la derrota de los movimientos de corte socialista en varios países de América Latina y que traerá más meses difíciles para la mayoría de gobiernos de la región, en Bolivia, Ecuador y Uruguay la izquierda parece seguir transitando por caminos despejados.

evo tabareAun cuando la popularidad de sus presidentes ha mermado, estos aún cuentan con el apoyo de las mayorías y tienen logros que mostrar. En otras palabras, las estructuras políticas de estas tres naciones también vibran, pero no flaquean.

En Bolivia, el presidente Evo Morales, que ya completó una década en el poder, perdió en febrero pasado el referendo que le hubiera permitido permanecer en el Palacio Quemado hasta el 2025. Fue un duro golpe para su agenda política, en especial para un hombre acostumbrado a ganar con mayorías amplias: en el 2005 se impuso en las presidenciales con el 54 por ciento de los votos; en el 2009 –después de la Asamblea Constituyente que le dio paso a la Constitución con la que se instauró el Estado Plurinacional de Bolivia– volvió a ganar, con el 64 por ciento, y en el 2014 fue reelegido con el 61 por ciento de los sufragios.

El año pasado, su popularidad cerró por encima del 60 por ciento. Expertos aseguran que, a pesar de su derrota en la reciente consulta, es un líder difícil de reemplazar, pues no tiene –ni dentro ni fuera de su partido, Movimiento al Socialismo– un oponente con la capacidad que tiene él de conciliar y agrupar a los sectores indígenas, sindicalistas e incluso empresariales.

Sin el sabor amargo de una derrota reciente, el gobierno de Ecuador presenta ciertas similitudes. El presidente Rafael Correa cerró el año pasado con una popularidad del 58 por ciento, un índice muy favorable que, sin embargo, es la medición más baja desde que ocupa el Palacio de Carondelet (2007). Su administración podría calificarse de satisfactoria, pese al lunar de sus recurrentes enfrentamientos con la prensa (ver nota abajo).

Correa abandonará su puesto el año próximo con una considerable lista de logros: más de 5.000 millones de dólares invertidos en infraestructura, ocho hidroeléctricas y 7.000 kilómetros de carreteras construidos, becas para más de 5.000 estudiantes y un descenso en los intereses de los créditos educativos del 12 al 4,6 por ciento. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Ecuador es el país de América Latina con mayor acceso de la población pobre a la educación superior (26 por ciento).

Pero la fiesta ecuatoriana parece estar llegando a su fin. La proyección de crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) para este año es del 0,1 por ciento, un indicador que puede ser el anuncio de una recesión que también se cierne, y más seriamente, sobre Venezuela, Argentina y Brasil.

Como Morales en Bolivia, a Rafael Correa aún le resulta prematuro proyectar qué tanto futuro tendrá en los próximos comicios su partido, la Alianza País. Sin duda, el candidato ungido por el bloque para dar la batalla tendrá a favor los indicadores de la gestión actual, pero deberá enfrentar los vientos en contra que frenan a la región. Sus rivales políticos tampoco lucen muy fuertes: el carismático alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, se perfiló durante los últimos años como el contendor que podía plantar cara a la izquierda, pero ya anunció su intención de no participar en la campaña.

En Uruguay, entre el 2006 y el 2014 el crecimiento de la economía promedió 5,2 por ciento anual, la pobreza se redujo del 32,5 al 9,7 por ciento y la cobertura de pensiones para los mayores de 65 años alcanzó el 87 por ciento. Hoy es indudable que a la República Oriental del Uruguay la acompaña una inercia positiva y que la izquierda –que gobierna desde el 2005 a través del Frente Amplio– ha sabido leer las realidades económicas y políticas de su entorno.

El presidente actual, Tabaré Vázquez, es el mismo que inició este camino en el 2005. Desde entonces, un hincapié en las políticas sociales y la apuesta por una agenda de exportaciones diversificada –el 77 por ciento de sus exportaciones se dirige hoy a 15 mercados diferentes– le han concedido a Uruguay una estabilidad envidiable, que llevó a que la revista británica The Economist lo destacara como el país del año en el 2013.

Además, la llegada de José Mujica al poder, en el 2010, le dio a esta pequeña nación –con una población cercana a los 3,5 millones de habitantes– una visibilidad política que no había tenido en años anteriores. Su austeridad y su discurso, en el que solía repetir que pobre no es el que tiene poco sino el que desea en exceso, Mujica se convirtió en un referente latinoamericano, una especie de conciencia que hablaba en los foros internacionales sobre el cambio climático y el excesivo poder del capital. Bajo su mandato, la nación uruguaya legalizó el mercado de la marihuana y el aborto, dos decisiones políticas que le dieron a su periodo un notable halo vanguardista.

Tanto Vázquez como Morales terminarán su mandato en el 2020. La imagen del presidente boliviano ha sido desgastada por varios escándalos, como el de la corrupción en el Fondo Indígena y el de las acusaciones por tráfico de influencias para favorecer a una expareja. A pesar de ello y de la derrota en el referendo, la figura del mandatario es una de las más fuertes de la región, así que aún tiene una oportunidad de cuatro años para pensar en cómo reducir la pobreza extrema y convertir a Bolivia en un polo energético regional, dos de sus grandes metas.

Los plazos para el Jefe del Estado uruguayo también se perfilan favorables, pese al retroceso de indicadores como el desempleo, que pasó del 6,6 por ciento en el 2014 al 7,9 a finales del 2015. El instituto de opinión pública Factum determinó recientemente que el apoyo popular al Frente Amplio es del 35 por ciento, lo que representa una caída de 13 puntos porcentuales en relación con el 48 por ciento de los votos que obtuvo en los últimos comicios presidenciales. No obstante, ese detrimento no se ha visto reflejado en un incremento de su principal rival, el derechista Partido Colorado, lo que sigue marcando un buen augurio para la izquierda en ese país.

La buena educación
En los nueve años que lleva Rafael Correa en el poder de Ecuador, su gobierno ha invertido 30 veces más recursos públicos en educación que lo invertido por los siete mandatarios anteriores.

El panorama centroamericano
El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) llegó al poder en El Salvador en el 2009 de la mano de Mauricio Funes y siguió dirigiendo los destinos del país tras ganar en el 2014 con Salvador Sánchez Cerén, ahora enfrenta la persistencia de la inseguridad y el estancamiento de la economía. Recientemente el Instituto Universitario de Opinión, reveló que el 60 por ciento de los salvadoreños ven con temor el futuro del país. En Nicaragua gobierna el Frente Sandinista de Daniel Ortega muy cercano al chavismo, mientras que en Costa Rica el Frente Amplio, tercera fuerza en las elecciones del 2014, cayó hasta el quinto puesto en las justas municipales de este año”.

Por EL TIEMPO (de Colombia)
* Con información del GDA

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