Mujica, Obdulio y la casa de la vieja

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Como explica Leandro Grille, “El nuevo Plan Cóndor que sobrevuela la región, del que advierte el prestigioso penalista argentino Eugenio Zaffaroni, opera desde los medios y desde la Justicia. Sergio Moro, un juez cómplice de los golpistas, persigue a Lula y lo condena a nueve años de prisión por un delito sobre el que no ofrece ni tiene ninguna prueba.

Ordena no ejecutar la pena, es decir no encarcelar a Lula hasta que el tribunal federal de segunda instancia ratifique o revoque, advirtiendo las consecuencias sociales de una medida de esa naturaleza. La condena tiene un objetivo político: impedir que Lula pueda presentarse en las elecciones –para lo cual debería confirmar el tribunal federal– o perjudicar seriamente sus chances, cuando lidera todas y cada una de las encuestas para primera y segunda vuelta.

Al mismo tiempo, la sentencia llega el día después de que el Senado brasileño, por orden del usurpador Michel Temer (del que sí hay abundantes pruebas de corrupción) diera muerte a la legislación laboral brasileña, destruyendo todos los derechos laborales, incluyendo la ley de 8 horas, la negociación colectiva, las horas extras, el derecho a reclamar de los trabajadores, y hasta el aguinaldo en algunos casos. Es tan brutal la reforma laboral de Brasil que el retroceso es prácticamente de un siglo. Y los legisladores que la votaron están en su mayoría imputados por corrupción, bajo el mando del más corrupto de todos, Michel Temer.

En Argentina, la expresidenta Cristina Kirchner lidera las encuestas de intención de voto en la populosa provincia de Buenos Aires para las elecciones de medio término, donde se define el panorama político del país porque concentra 40% del electorado nacional. Diariamente los mismos fiscales y los mismos jueces lanzan pronunciamientos en avalancha pidiendo procesamientos, detenciones e indagatorias de las figuras del kirchnerismo, que son harto amplificadas por los principales medios, que no tienen pudor en ocultar el deterioro social pavoroso que han provocado 18 meses de medidas neoliberales impulsadas por el presidente Macri.

Si antes de las elecciones de 2015, la campaña electoral se vio sacudida por la acusación de un triple asesinato al principal candidato del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires –acusación que luego quedó en la nada, porque se hizo sin una sola prueba–, ahora un juez ultramacrista se propone citar a indagatoria a la propia Cristina Kirchner por traición a la patria, debido a un memorando de entendimiento con Irán por el caso AMIA, que fue aprobado por el Congreso, que nunca fue aplicado y que además no incluía ninguna ventaja judicial para los imputados iraníes, como aclaró el propio director mundial de Interpol.

En Uruguay se sigue el mismo libreto. Los medios amplifican acusaciones que luego pretenden ser judicializadas. Periodistas, mandaderos, políticos sin votos se prodigan en acusaciones al voleo, fotos trucadas, reclamos de investigaciones, para luego presentarse ante el Poder Judicial con la finalidad de que los líderes de la izquierda terminen paseando por los juzgados. La verdad, nuevamente, no importa. La prensa miente todo el tiempo. Los canales de televisión mienten. Las redes se llenan de perfiles falsos. En Twitter, en Facebook, todo se tiñe de mentiras y afirmaciones que buscan estimular el fascismo social y los prejuicios. El proyecto es inconfesable.

Si la derecha obtiene el poder, va a avanzar con la misma brutalidad que en los países vecinos. Pero para obtenerlo precisan algo más que silenciar que la economía crece, que el desempleo baja, que el salario real continúa aumentando, que la inflación cae por debajo del rango meta, que los uruguayos hemos alcanzado un ciclo de estabilidad económica y progreso social histórico; necesitan convencer a la gente de un relato mentiroso que muestre la realidad como un desastre moral, político y social, y a los principales referentes de nuestra izquierda como delincuentes y corruptos”.

El objetivo principal de todos los principales es José Mujica. Su imagen internacional basada en su forma de vida tiene que ser distorsionada. Para eso se escribió el libro contra Huidobro y -lo que importa- para eso se lo catapultó en los medios. El único libro más promocionado en su lanzamiento por los canales y sus multimedia fue el de Bardanca contra Casal, cuya presentación fue transmitida en directo en las aperturas de los bloques de los informativos centrales. El de Huidobro aprovechó la muerte del Ministro para realizar la gran tarea: disparar contra Mujica, pero tuvo un efecto no deseado: las declaraciones de Bordaberry sobre la moral de Mujica.

Le levantaron un centro al Pepe para que recordase que en esos días de sus supuestos asaltos a mano armada a bancos y financieras, él estuvo vendiendo flores al menudeo y el día qué más flores vendió fue cuando murió Obdulio, pero eso no lo salvó de tener que vender la casa de su madre en el Paso de la Arena para que su austera familia siguiera sobreviviendo en aquellos años de desastre económico neoliberal. El pueblo lo sabe, lo saben los vecinos. Y la verdad, digan lo que digan los medios, sigue siendo la verdad.

Sin embargo, más acá de que el político progresista tiene que ser y parecer -que es más, decía Cervantes-, es imprescindible aclarar los tantos de fondo sobre las tan manidas “corrupción”, “moral”, ´”ética”, esas palabrejas detestables e ideológicas por sus resultados históricos -todos los mayores crímenes de la humanidad se valieron de ellas en sus argumentaciones- y por su desapego de la realidad.

Corrupto y literalmente corruptor de la naturaleza humana, es el capitalismo en sí. A partir de él, en él y mientras exista, todo es corrupto en términos relativos. Hasta el fútbol, que es la ilusión democrática mayor de las multitudes y hoy ve encarcelar al Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Angel María Villar y a su hijo Gorka Villar, ex Director General de la CONMEBOL. El football así llamado fue profesional antes que sus jugadores y nació de lo que por entonces fue un buen compromiso luego de prohibiciones seculares. Nació de la corrupción.

Las prohibiciones fueron porque el capitalismo consideró que el fútbol perjudicaba la producción de plus valor, restando horas y rendimiento al trabajo y el compromiso surgió de la transformación del fútbol en un factor productivo capitalista, cuando se constató que era imposible detener la pasión popular por el fútbol. Compañías de transporte y otras lo transformaron en negocio aprovechando su carácter masivo, pero todo compromiso depende de correlaciones de fuerzas objetivas y subjetivas.

El fútbol, a través de los futbolistas, pero a partir de su popularidad, pronto le planteó al capitalismo problemas que sólo le venía planteando el cine, con Charles Chaplin y Gardel, por ejemplo. Los productores directos de estos negocios tan populares impusieron, además y más allá del salario, buena participación porcentual en las ganancias, sin asaltar el poder de estados nacionales, por la incidencia social y cultural de sus actividades, más acá de la participación política partidaria de cada uno.

Chaplin terminó deportado, Gardel murió en circunstancias confusas, pero Obdulio y Pedernera, por ejemplo, tuvieron más firme apoyo gremial que aquellos colegas artistas, probablemente porque el fútbol es en sí mismo un juego más democrático y el más visible. Para hacer cine tenés que partir de cierto capital, para jugar al fútbol de una pelotita de goma igual que de trapo y no importa si tenés poliomelitis como Garrincha o un futuro de gordo tapón como Maradona. Además, en el fútbol se juega cada día la ilusión de justicia de la gente, en el mayor espectáculo de masas del mundo y su entorno no puede, por eso, escapar a esa mirada, como sí escapa el del complejo industrial armamentista o el del tráfico de drogas (ilegales y legales), por citar los otros dos flujos económicos mayores de nuestra época.

El capitalismo es tan corrupto para las drogas y para las armas como para el fútbol, pero con el fútbol tiene bastantes más dificultades para serlo.

La FIFA-CONMEBOL fue desde siempre y todavía lo es, un éxito decadente del capitalismo que, precisamente, por su momento crítico, pero, sobre todo, por tratarse el fútbol de una de sus relaciones más confrontativas, con la que le ha tocado lidiar, no deja de ser un gran éxito. Carlos Marx, a mediados del siglo XIX, lo explicaba así:

Cuando gran parte de la humanidad pasaba hambre porque faltaban alimentos era un atraso, feudal, del modo de producción asiático o más antiguo, pero ahora, cuando gran parte de la humanidad empieza a pasar hambre porque sobran alimentos (se refería al siglo XIX), ya es corrupción, ya es capitalismo (y la irrupción del “absurdo” en la superestructura social).

El capitalismo no es corrupto por defecto. Lo es por propósito y es el primer sistema que en la historia triunfó globalmente. “El capitalismo quiere que Enron deje sin luz la India y los EEUU y lo consigue; quiere que no se cure la malaria, que se derritan los polos, que se extingan 1.200 especies de aves y lo consigue; quiere que los africanos se mueran de hambre y lo consigue; quiere que los iraquíes giman, que las senegalesas se prostituyan y lo consigue” dice Santiago Alba Rico y agrego, quiere que FIFA-CONMEBOL funcione como funciona, que la dirijan “una manga de viejos hijos de puta” como precisó Mujica, como a la industria armamentista o a la mafiosización de las drogas y hoy, quiere que en Latinoamérica nos creamos que los corruptos son los dirigentes que se le oponen (los que le disputan el poder; porque los que se lavan las manos en torres de marfil le importan un carajo). De que sepamos verlo tal cual es depende que lo consiga o no.

La corrupción de un sistema moribundo es un mal tiempo para vivir, obliga a respirar su gangrena. Los medios y los juzgados son ámbitos saturados para respirarla. Un solo número: un juzgado de Norteamérica le dio a Paul Singer el “derecho” a saquear el 1.115 por ciento por ciento de gran parte del dinero de los países sudamericanos, pero los medios se dedican a hacer invisibles las jugadas del capital financiero especulativo. Esa es su misión, porque a él responden: borrarlo del sentido común que los medios generan y dirigir nuestros cuernos hacia las campañas armadas contra Lula, “La Yegua”, El Pepe y el vecino que con dos chirolas del MIDES, le compró un vino a algún almacenero sobreviviente a duras penas al neoliberalismo de Singer.

(continúa)

 

Por José Luis González Olascuaga
Periodista y escritor uruguayo

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