Hay mucho más en juego que “democracia” y “derechos humanos” en Venezuela. Hay que ser muy ingenuos para pensar que la oposición venezolana encarna esos principios. O muy ignorantes de la historia reciente del país. O, simplemente, mal intencionados.
Lo cierto es que ambas palabras han sido el justificativo para las dictaduras más crueles de América Latina y no significan hoy más que instrumentos del juego político.
Y hay que ser también muy ingenuo (o mal intencionado) para no vislumbrar en las maniobras de la OEA las mismas manos que, en el pasado, ocultas detrás del manoseo de los conceptos, han luchado por lo que realmente les importa: por el poder, que les ha mantenido siempre abiertas las puertas a las riquezas.
Para lograrlo no se detienen ante nada. Ni ante la violencia, ni ante el sabotaje económico, para lo cual cuentan no solo con recursos sino con vasta experiencia. Almagro no ha sido más que el incendiario encargado de echar gasolina a ese fuego.
El otro desafío es que las fuerzas del cambio se muestren a la altura de la tarea…
Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital
gclopes@racsa.co.cr
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