Brasil: El salvador de la patria y el ciudadano desnudo

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Los Golpes de Estado suelen ser tramados por fuerzas poderosas que tienen sus intereses contrariados y no consiguen imponerse por la vía de la legalidad democrática. De ahí la peculiaridad de la crisis más grave que el Brasil atraviesa desde el regreso de la democracia: su protagonista es un juez.

Es claro que los ingredientes clásicos están todos allí – salvo, al menos por ahora, los militares: las asociaciones de empresarios, los think tanks conservadores, los parlamentarios de derecha, las grandes corporaciones de los medios de comunicación. Pero la actuación del juez Sérgio Moro ha sido decisiva para alimentar e incluso provocar la turbulencia que favorece el clamor público por el golpe, disfrazado, como siempre, en la palabra de orden de “combate a la corrupción”.

Moro fue convertido en héroe por el mismo motivo que en su momento lo fue Joaquim Barbosa, presidente del Supremo Tribunal Federal en la época en que se juzgó el Mensalão: el coraje de llevar presos a algunos representantes acostumbrados a los privilegios, fueran parlamentarios, operadores de esquemas de coimas o, ahora también, altos ejecutivos y dueños de empresas.

En un caso como en el otro, los medios de comunicación hegemónicos llevaron a cabo diligentemente ese trabajo de construcción de la imagen del salvador de la patria, que sólo puede vengar cuando se produce el caos y el descrédito de la representación política tradicional. Barbosa, en ese caso, comparativamente llevaba ventaja, porque su historia de niño negro y pobre que superó tantos obstáculos para llegar a uno de los cargos más importantes de la República se adaptaba perfectamente a esa narrativa. Su imagen de toga que en revoleo, como el justiciero de las historietas y del cine, fue explotada hasta el agotamiento.

Golpes de Estado costumam ser tramados por forças poderosas que têm seus interesses contrariados e não conseguem se impor pela via da legalidade democrática. Versión en portugues aquí

Moro no tiene ese “defecto de color”, pero aparece siempre en pose resuelta, aire grave, mentón empinado y mirada puesta en el horizonte, como los jóvenes héroes anónimos de Leni Riefenstahl en el clásico nazista El triunfo de la voluntad. Pero ese trabajo de construcción de imagen no se limita a las tapas de las revistas ni a las entrevistas dadas a los medios de comunicación tradicionales.

Grupos de derecha en sus redes sociales hacen circular mensajes que diseminan la idea del mito. Un video convocatorio e las manifestaciones del último domingo (13/3) vale co-mo ejemplo de ese discurso. No va a ser vehiculizado aquí porque no se debe ayudar a desparramar ese tipo de cosas: la descripción es suficiente. Comienza con el primer plano para los ojos del juez, después la cámara lentamente se abre para dejar ver el rostro y el cuerpo vestido de negro y aislado en la avenida desierta. Una voz cavernosa, sobre efec-to sonoro equivalente, dice el siguiente texto:

“¿Cuántas veces en la historia del Brasil usted vio tanto coraje? ¿Cuántas veces vio tanta determinación y al mismo tiempo tanta competencia y equilibrio? ¿Cuántas veces usted vio corruptos tener miedo de alguien? Este hombre y su grupo están, de verdad, cambiando el Brasil. Y ahora, cuando él más precisa de ti, ¿tú lo vas a dejar solo? ¿O vas a la calle?”. Enseguida, imágenes de manifestaciones verde amarillas y después la convocatoria, tan solo en texto, sin sonido.

 

Es clara la inspiración en la famosa y premiada propaganda del periódico Folha de São Paulo que utilizaba la imagen de Hitler para mostrar que era posible “contar un montón de mentiras diciendo únicamente la verdad” y enaltecer el papel del periodismo. Bastó, aquí, invertir las señales y eliminar el sentido crítico, para la producción de una pieza típicamen-te fascista.

Como señaló el periodista Bernardo Mello Franco (“El Ascenso de Super Moro”, Folha de São Paulo, 15/3), el magistrado “no aparenta desagrado con el culto a su personalidad. Por el contrario: en nota, agradeció ‘la bondad del pueblo brasileño’ y, en un arrebato populista, pidió que los partidos ‘oigan la voz de las calles’”.

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El periodista argumenta que un juez “no debería buscar apoyo de la opinión pública ni asociarse a investigaciones conducidas por procuradores y policías. En tanto la ley no cambia, su papel es analizar pruebas y decidir de forma imparcial”. Nota aun que, aunque asegure no tener conexiones partidarias, Moro es visto en eventos patrocinados por el PSDB.

Carga pesada
Fue mientras surfeaba esa onda de popularidad que el juez resolvió aumentar la carta en la semana pasada: en la secuencia de la divulgación de la delación premiada del senador Delcídio Amaral, convocó al ex-presidente Lula para deponer en la mañana del viernes 4 de marzo.

Los excesos representados por la conducción coercitiva – criticada pela cuasi unanimidad de los juristas oídos al respecto, pues se trata de un instrumento aplicable apenas cuando el intimado rechaza la convocatoria – fueron expuestos en la prensa, que mientras tanto ignoró un aspecto decisivo de aquella operación: los motivos de la conducción de Lula al puesto de la Policía Federal en el aeropuerto de Congonhas, y no a un local más resguardado.

En internet circularon informaciones de que el objetivo era llevar al ex-presidente, ya pre-so, a la PF de Curitiba, donde ya lo aguardaban manifestantes liderados por el diputado de extrema derecha Jair Bolsonaro.

Fue suficiente para encender la alarma de que el golpe ya estaba en marcha. La más reciente jugada de Moro no dejó dudas: este miércoles (16/3), en el mismo día en que se anunciaba la entrada de Lula al gobierno, en el cargo de jefe de la Casa Civil, el juez levantó el sigilo sobre las investigaciones de la última fase del “Lava Jato” y liberó la escucha telefónica de Lula.

La GloboNews, una vez más, fue beneficiaria privilegiada de esa información y, al final de la tarde, divulgaba la primera grabación, entre Lula y Dilma.

Un diálogo anodino fue presentado como indicio de que el gobierno habría reaccionado para dar foro privilegiado al ex-presidente, de modo de librarlo del juez incómodo – y, claro está, el foro privilegiado fue presentado como un artificio para la impunidad. Ninguna palabra sobre la flagrante afrenta a la Constitución que significó la utilización de una grabación de la presidente de la República por parte de un juez de primera instancia.

La crítica a ese periodismo ya fue llevada a cabo de modo exhaustivo, pero las observaciones del profesor de filosofía Luiz Oliveira e Silva, en su Facebook, ofrecen un aspecto poco explorado sobre o papel de esta prensa:

“La función del periodismo de los medios de comunicación dominantes es la de producir subjetividad: una determinada forma de sentir, de percibir, de comprender lo real, siempre de acuerdo con el interés de las clases dominantes. Lo que importa son los efectos producidos en las conciencias, estos son los fines últimos de todo el proceso. La noticia y los así llamados hechos periodísticos son apenas los medios. En el caso actual, los efectos deseados son la demonización de Lula, del PT y, por extensión, de toda la izquierda. Ellos fingen estar en contra de la corrupción, pero el objetivo real es el de afirmarse una vez más como el poder principal en la sociedad.”

Una hipótesis para la ilegalidad
Restaría saber por qué Moro reaccionó como reaccionó. Ex juez y ministro jubilado, el profesor de derecho Geraldo Prado ofreció una hipótesis en un artículo publicado este jueves (17/3), en el cual recuerda la famosa frase del ministro Jarbas Passarinho para justificar la firma del AI-5: “¿Por qué un juez perdió los escrúpulos y divulgó intercepciones telefónicas ilegales?”. Al final, si el motivo real para la divulgación de las grabaciones fuera el evitar la sospecha de obstrucción a la justicia, bastaría encaminar los autos al Supremo Tribunal Federal.

“Pero no. Antes de enviar los autos al STF, en el cual el juez declara confiar, el magistra-do hábilmente permite el acceso de la comunicación social al contenido obtenido ilegal-mente.

El juez Sergio Moro sabía que los periódicos aguardaban alguna decisión suya sobre transferencia de competencia y, por lo tanto, difundieron la noticia de la conversación entre Presidente e ex-Presidente de la República y podía prever que algunas empresas de comunicación lo harían, como de hecho ocurrió, sin ningún juicio crítico acerca de la ilegalidad, centrándose en el tono de las conversaciones y no en la violación de la intimidad”.

Considerando que Moro sabe perfectamente los límites de su actividad, Prado afirma que la única explicación para aquella actitud es la de que él “sabía que incluso el más tolerante Ministro del STF no estaría de acuerdo en aprovechar en proceso alguno una interceptación telefónica ilícita”.

Mientras tanto, pretendió forzar la mano, contando con que “la rebelión de gran parte de la opinión pública constriña al STF a lavar una prueba de origen ilícita”, bien de acuerdo, además, con la propuesta de relativización del uso de la prueba ilícita que algunos procuradores defendieron recientemente.

En el despacho en el que se justifica el levantamiento del sigilo, Moro afirma que la medida buscaba procurar “no sólo el ejercicio de la amplia defensa por los investigados, sino también el saludable escrutinio público sobre la actuación de la Administración Pública y de la propia Justicia penal.

La democracia en una sociedad libre exige que los gobernados sepan lo que hacen los gobernantes, incluso cuando estos buscan accionar protegidos por las sombras”. Es una declaración muy significativa de lo que Geraldo Prado observa sobre la conducta del juez: “en el Lava-Jato el magistrado construyó su propia constitución, en oposición a aquella que dirige los actos de los jueces en el estado de derecho”.

Con su actitud, Moro revivió las protestas en las calles – lo más significativo, en la avenida Paulista, en frente a la sede de la FIESP, iluminada con los colores de la bandera y atravesada por una faja que exigía “renuncia ya”. Todo transmitido en vivo por la TV.

Provocar el caos es esencial para quien quiere aparecer como el salvador de la patria y garantizar la adhesión provocada por el clima de histeria, que cancela la capacidad de razonar.

“No agarrarán a Lula y Dilma. Te agarrarán a ti”
Por eso es tan difícil apostar en la invitación a la reflexión. Aun así, es preciso insistir. Fue lo que hizo el profesor Renato Janine Ribeiro, breve ocupante del cargo de ministro de Educación en el actual gobierno: en su Facebook, él resumió los riesgos que todos corremos con la ilegalidad cometida por el juez:

“Piensen que. ahora, no hay ningún otro límite a la escucha ilegal y a su uso igualmente ilegal. En cualquier momento, un policía y un juez pueden mandar a grabarlo. Usted, empresario, psicólogo, lo que sea.

Conozco psicólogos que atienden por teléfono. Pueden ser grabados – y con buenas razones, porque, al final, hay clientes que sobre facturan o corrompen, y que cuentan eso al terapeuta. Hay sacerdotes que escuchan confesiones.
Confesión de algo errado, ¿no es así? Excelente razón, para grabar y averiguar. Empresarios pueden ocultar, excelente justificativa para grabarlos, a todos, ¿no es así? Incluso quienes no ocultan. Eso ya comenzó, cuando el sigilo acusado-abogado fue quebrado.

Claro, el acusado es un bandido, ¿no es así? Y en estas grabaciones, querido amigo, querida amiga, pueden descubrir cosas que no son deshonestas pero que van a causarte un gran mal. Pueden descubrir, empresario, que usted pretende lanzar un nuevo producto a la plaza. Y pueden divulgar este secreto a su competencia.

Pueden descubrir que el analizando tuvo un hijo antes de casarse, que pretende reconocerlo, pero que es difícil hacerlo porque va a dar problemas con el cónyuge. Todo el mundo tiene una vida íntima. Esta vida íntima puede ser grabada. Puede ser divulgada por internet o vendida a una persona que no gusta de ti.

Es por eso que las libertades burguesas – hago cuestión de usar el nombre medio peyorativo que la izquierda les dio, pero que tiene una cierta razón, porque son libertades del individuo contra la interferencia del Estado – son tan importantes. Hoy muchos están felices porque encuentran que agarraron a Lula y a Dilma. En verdad, te agarraron a ti. Tú no tienes más protección contra los agentes de la ley. Ellos harán contigo lo que quieran. (…)

Entonces quédate contento, y cuando tu vida personal sea expuesta, recuerda que tú apoyaste eso”.

En síntesis, es eso: el ciudadano que apoya al salvador de la patria no percibe que, delante del poder absoluto, quedará desnudo.

Escrito por Sylvia Debossan Moretzsohn – Ilustración: Maria Luiza Falcão
Suplemento cultural del Diario Oficial del Estado de Pernambuco

Fuente: Pernambuco

Traducido por Héctor Valle

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