La propaganda trastoca la Historia en su beneficio. Es un arma de proselitismo que utiliza con cinismo y sin límite. Esto nos obliga a que la Historia sea analizada constantemente y que sus postulados sean cuestionados y rebatidos ante los hechos. La persecución y censura que hizo Hitler durante su dictadura en contra del arte es uno de los argumentos más ignorantes y obtusos para negar cualquier tipo de crítica al arte contemporáneo VIP. Es muy fácil clamar “es lo mismo que hizo Hitler y el nazismo”. Recordemos que las obras que señaló y quemó Hitler están aun hoy fuera de los museos ya que la ideología del estilo anclado en la novedad las rechaza porque son “medios tradicionales”.
En la Neue Galerie de Nueva York se expone hasta el 1 de septiembre Degenerate Art: The Attack on modern Art in the nazi Germany, 1937. La exposición es un montaje dramático que describe este crimen de propaganda y censura. Están las fotografías y los documentales que filmó el partido nazi para la exposición Entartete kunst o de arte “degenerado”: expresionismo, dadaísmo, cubismo, abstracción, obras de influencia primitivista. En otra sala de la Neue Galerie hay piezas que el partido aprobaba en la Grosse deutsche kunstausstellung o exposición del gran arte alemán, como Los cuatro elementos de Richard Schiebe. Enfatizando la tragedia de la ausencia, en una sala cuelgan los marcos vacíos de obras desaparecidas, con una X marcan las que fueron destruidas, acompañadas de las recuperadas por los coleccionistas. La exposición de Neue Galerie revela que entre los nazis había coleccionistas de estas obras censuradas y que entre los artistas estigmatizados había varios que apoyaron al partido nazi. Goebbels era gran admirador del modernismo y el expresionismo y coleccionista de Emyl Nolde al que más tarde condenaron como artista degenerado. Es evidente la influencia modernista en los carteles y películas que publicitaban las atrocidades de Himmler. Llegaron al extremo en esta cacería de exponer esculturas de Max Schmeling en la exposición de arte degenerado y en la de gran arte alemán.
Lo que se gestó como una depuración revisionista del arte en realidad fue una estrategia para imponer un gran expolio a los coleccionistas, los museos invadidos y a los artistas. Resulta increíblemente contradictorio que obras que eran condenadas en público por el poder se convirtieran en moneda de cambio para que los judíos perseguidos compraran pasaportes y escaparan del exterminio. Esas obras “vergonzosas” eran traficadas por toda Europa, almacenadas en bodegas secretas de museos alemanes y europeos que aún hoy las tienen y que sus dueños las han reclamado con juicios internacionales. Los grandes coleccionistas y dealers de arte de ese momento eran familias de empresarios judíos, el régimen lo primero que hizo fue despojarlos de su dignidad, sus propiedades y sus colecciones que eran parte de su identidad y su cultura cosmopolita. La descalificación nazi despojó a los artistas, los asesinó como a Felix Nussbaum y orilló a otros al suicidio como a Kirchner, mientras sus obras eran parte de la rapiña nazi. Con esta campaña el saqueo funcionó ominosamente porque ante la vejación las familias entregaron su acervo como si no valiera para conseguir que los sacaran a la frontera. Esto es evidente en el reciente hallazgo de la obra oculta por Conerlius Gurlitt que su padre traficó y acumuló extorsionando coleccionistas judíos y que confesó que muchas de esas piezas se las “guardaba” a nazis que se las encargaron para que no se perdieran en la anarquía de la guerra. Es una vergüenza que Alemania sigue sin entregarlas a sus dueños originales.
Entonces sí tenían valor estético para los nazis, la purga revisionista fue para que el expolio del arte estallara sin reglamentación alguna, el día de hoy existe una causa legal que pide que el MoMA de Nueva York abra sus bodegas a la investigación del acervo que el museo reunió durante este caos. Esta exposición, que además de mostrar obras maestras como las de Oskar Kokoschka, contrasta a la Historia, es posible dimensionar cómo la propaganda distorsiona un hecho. Ayer los nazis y hoy quienes rechazan a la crítica con salidas ignorantes y oportunistas.
Avelina Lesper
Critica de Arte mexicana
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