Para los que no fueron y les interesa, trato aquí de ordenar unos apuntes sobre la mesa redonda de anoche -05/06/17- en la Biblioteca Nacional, que organizó el decanato de Humanidades y La ONDA Digital. Aclaro que no pretendo siquiera haber entendido todo, ni siquiera mi letra; La ONDA Digital publicó este Miercoles un vídeo con todo lo expuesto por los panelistas.
Creo que vale la pena el trabajo por el personaje, por algunas de las cosas que se dijeron incluyendo el enfoque novedoso de Pilar Uriarte.
Daniel Feldman, el coordinador, comenzó contando que había preguntado a una veintena y pico de jóvenes profesionales quién era Gramsci y solo uno o dos tenían idea de que había un filósofo llamado así.
Había algo menos de un centenar de concurrentes, en general sesentones; pero diría que una cuarta parte eran jóvenes, probablemente estudiantes de Humanidades.
ÁLVARO RICO
“Espero que no fueran egresados de Humanidades”, comentó el decano de esa facultad, primer expositor.
Le habían pedido que abriera la jornada presentando a Gramsci en líneas generales, pero dijo que no iría por ahí, suponiendo que el auditorio ya venía con una idea. Quien no sepa nada, quizá le convenga vichar un poco Wikipedia antes de seguir leyendo esto. En su lugar, Rico destacó cinco puntos que le pareció que responden a la pregunta de qué aporta Gramsci hoy.
1) El primero, en realidad incluía una presentación del personaje y de su recepción, ya que trató sobre su actitud de vida, su compromiso. En particular, que más allá de su arraigo en el marxismo se caracterizó por la renovación y la introducción de temas teóricos y lenguaje nuevo.
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Hoy, su influencia no hay que verla sólo desde el marxismo, sino como un pensador universal que es revisitado por pensadores que tiene otros intereses y nuevos temas. Por ejemplo, en los llamados estudios culturales. Influyó en la New Left Review, el marxismo occidental, incluido el eurocomunismo; y en América Latina en Agosti y seguidores en Argentina.
En Uruguay, se leyó a principios de los años 70. En 1985, luego de la dictadura, con un nuevo impulso proveniente del Partido Socialista. Por esos años, también Rodney Arismendi comenzó a escribir sobre él. Ni hablar que lo leyeron desde otras tiendas. Pinochet descubrió a Gramsci y le pareció un peligro grave. Rico y otros en sus revisiones de los archivos de la dictadura se encontraron con copia de escritos del italiano.
Obviamente, entonces, Gramsci tiene qué decirnos cuando pensamos en la cultura y los intelectuales en nuestra modernidad.
2) En segundo lugar, resaltó el original análisis del poder, que abarca al Estado y la sociedad civil y está relacionado al concepto de hegemonía. Su visión revolucionaria no es igual a la de Lenin en El estado y la Revolución ni a la idea de derrumbe que existió sobre todo en Alemania a principios de los años 20 ni, claro, la de la socialdemocracia de la época que veía al socialismo como un capitalismo organizado.
3) Puede ser importante la concepción de estado ampliado de Gramsci para comprender a nuestro batllismo; un estado ético, educador y transmisor de valores. durante muchas décadas se dijo que en Uruguay la sociedad civil surgió del Estado; una vida social politicocéntrica, contrapuesta a una sociocéntrica.
4) También de utilidad para mirar nuestra transición hacia la dictadura y el autoritarismo desde fines de los 60 como una crisis de hegemonía que pasó a apoyarse en la fuerza, con repercusiones en la sociedad como violencia privada y la construcción de contrahegemonía.
5) Más acá, Gramsci con sus análisis del cesarismo autoritario y el fascismo como una revolución pasiva, conservadora sin hegemonía, puede ser de utilidad para caracterizar nuestra propia dictadura.
PILAR URIARTE
Por varios motivos es una expositora diferente, casi improbable. La única mujer, treinta añera, sin militancia política estudiantil, es además antropóloga, una profesión en la que uno no esperaba encontrar a especialistas en Gramsci.
Afirmó que al preparar su exposición se dio cuenta que a los antropólogos Gramsci siempre les llegó de segunda mano. “No lo estudiamos” en la carrera durante los 90, pero hoy hay varios proyectos que se apoyan en él. De hecho, según dijo después, hay toda una corriente de la antropología rioplatense / latinoamericana que lo toma como referente de una manera u otra.
Consideró que eso se debe a tres grandes vacíos. Un vacío académico, un vacío identitario y un vacío político.
1) La postmodernidad significó una crisis para la disciplina, que se quedó sin marcos teóricos firmes debido a la crisis de la idea de cultura, idea central para la antropología cultural. Mas desorientados, cuando las ideas anteriores de cultura como unidades discretas homogéneas y diferenciadas no permitían pensar en relaciones de poder. Fue a través del antropólogo argentino Alejandro Grinson y de la antropóloga Susan Wright, especialista en educación y antropología de las organizaciones, que llegaron a Gramsci, quien les permitía pensar la cultura a través de las relaciones de poder, de clase y de hegemonía.
2) En materia de conformaciones identitarias, como raza y género, habían insistido en reconstruir la idea de raza. La ciencia dice que no existen razas humanas, insistían en eso. La raza no debe determinar el lugar de la gente en la vida social y el trabajo. Pero la pregunta era: ¿por qué persisten esas ideas luego de rebatidas? ¿Por qué nadie de su ambiente diría que el hecho de ser mujer determina qué pueden hacer o no, en la práctica veían que muchas puertas eran difíciles de forzar? Fue a través de dos especialistas en estudios culturales, el jamaiquino Stuart Hall y el inglés Raymond Williams que llegaron a Gramsci quien permitió pensar esas persistencias ideológicas de la vida diaria como hechos ideológicos y llevar su reflexión a otros lugares, junto al sociólogo peruano Anibal Quijano.
3) La antropología se veía imposibilitada de pensar caminos de trabajo político a partir de su trabajo intelectual. En los años 90, cuando realizó su carrera, “militar era mal visto”. Con esa orfandad, ¿cómo encarar un programa de extensión? Porque se habla de política en un sentido amplio. Ahí, la idea gramsciana de subalternidad sirvió para pensar en culturas populares, de la mano del filósofo y eticista José Luís Rebellato y junto a otros pensadores latinoamericanos. En Humanidades se realizaron trabajos junto con referentes sociales, en uno de los cuales participó Uriate.
Otra vez, Gramsci en el doble papel de teórico y de inspirador.
EDUARDO DE LEÓN
Comenzó confesando que Gramsci es uno de los pocos autores que lo interpelan para romper la separación entre las ciencias sociales y el trabajo político.
En su generación, Gramsci los ayudo a aceptar los desafíos, porque pensaba desde una derrota y en Uruguay se vivía en dictadura. En segundo lugar, los ayudó a romper con paradigma del marxismo leninismo escolástico. Lo conoció en un viaje a Brasil donde compró un libro sobre él. Luego otros en otros viajes y en aprendizaje con sociólogos brasileños. Se planteaban discusiones como la de la democracia como valor universal o la democracia como valor obrero, que después supo que también se discutía en el PC do B.
Algunas de las ideas que rescata hoy son:
1) La objetividad, Gramsci se preguntaba cómo sería el punto de vista del cosmos en sí, no contaminado por la actividad social del observador.
2) Los aportes al marxismo occidental que transfiere parte de la centralidad de la ecoomía a la cultura.
3) El antideterminismo; la historia no está predeterminada. Eso rompe con la lectura simplista de Marx.
4) La modernidad; la tensión del pensamiento humano a partir del desplazamiento de la religión.
5) La idea de intelectual orgánico, que no era para Gramsci un publicista disciplinado sino que destacaba por sus cualidades de organizador de la fuerza productiva y del conocimiento. Hoy son los desarrolladores de informática, que son socios estratégicos de las clases subalternas.
6) La distinción entre oriente y occidente, viendo a estas últimas como sociedades complejas donde el simple asalto al Estado no funciona.
Aquí, de León se detuvo en los procesos de cambio en Sudamérica desde Lula, que para él significaron en parte un retroceso a la visión orientalista. Los temas de oriente eran la nación, las fuerzas productivas y la cohesión territorial. Weber hablaba de superar el capitalismo (¿el Estado?) patrimonialista, dijo, con una administración abstracta. Parte de los procesos de cambio latinoamericanos tuvieron carácter patrimonialista. “En Uruguay la llevamos bastante bien.”
Nuestros gobiernos, sin ser refundacionales, cambiaron el país. Rechazaron una lógica bismarkiana que es: ‘yo pago impuestos y recibo el equivalente en servicios públicos’, por una lógica nórdica basada en derechos. Eso sí, llegamos a un límite con la calidad. Peter Evans, sociólogo que estudia el desarrollo y en particular a Brasil, en el Estado como problema y como solución analiza como la incorporación de millones de usuarios hizo colapsar a los servicios públicos brasileños, lo que provocó una oleada de protestas. Evans habla de una alianza triple estado-empresarios-ciencia, no relacionados por lazos clientelistas. De león considera que eso, una coalición laborista, es también lo que precisamos en Uruguay.
ESTEBAN VALENTI
* De entre las frases de Gramsci que circulan, a veces mal entendidas, eligió “Cecir al verdad es siempre revolucionario”; “Decir” la verdad.
Con ese mandato, dijo algunas verdades.
– Gramsci era un comunista. No era leninista porque en vida de Lenin eso no existía; lo inventó Stalin en Los fundamentos del leninismo (1924). Pero fue delegado a la Tercera Internacional y fundador del partido Comunista Italiano. Fue un hereje porque escribió desde la cárcel.
– Gramsci recién se publicó algo en la URSS durante el deshielo de Jrushchov y mejor recién en el gobierno de Gorbachov.
– Para “nosotros”, antes de la dictadura era una referencia lejana. Pero prescindible, o porque estaba fuera de la norma o porque era un lujo.
– En 1982, Arismendi escribió por primera vez sobre Gramsci para una revista chilena.
* Dicho esto, mencionó una serie de cosas que aquí prefiero reagrupar, casi como telegrama, en dos bloques: características de Gramsci y el uso errado que podemos darle hoy.
– Gramsci era un pensador de la totalidad, no sólo de cuestiones; pero al incorporar nuevos ámbitos, como la cultura, ensanchó esa totalidad.
– Era un cosmopolita, pero también de los temas nacionales y manejaba una gran tensión entre el cosmopolitismo y los temas meridionales.
– Similar tensión con la religión y su peso en Italia. Recordó que algunos -tenía un hermano cardenal- soltaron la idea de que antes de morir se convirtió.
– En fin, su hincapié en la preeminencia de la política.
– También en su admiración por la industria estadounidense -algo que mencionó de león al hablar de los intelectuales orgánicos-, cosa que compartía entre otros con Lenin. Recordó en una digresión que me gusta incluir aquí que Julio Rodríguez decía que “Lo que pasa es que las Obras Escogidas de Lenin eran muy escogidas.”
* En cuanto al “uso” de Gramsci, Valenti resaltó que la gran tensión que nota en los Cuadernos se repite en relación a los Cuadernos y nuestra realidad de hoy.
– Dijo que lo peor que puede pasar es que se use a Gramsci a gusto de cada uno, aprovechando que los cuadernos no tienen un hilo demasiado ajustado.
– Otra cosa es que le pidamos a Gramsci soluciones a nuestros problemas actuales. Es como buscar el reloj abajo del farol porque hay luz, cuando lo perdimos no se sabe dónde. Volviendo a los avances de los sectores económicos de punta y los problemas que plantean, hoy las empresas más valoradas en acciones son tecnológicas, de capital inmaterial. “Esto no se lo preguntemos a Gramsci”.
Por Jaime Secco
periodista uruguayo
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