Hablar de la reforma penitenciaria en tiempos electorales no es lo más recomendable, según dicen los expertos. Sin embargo vale la pena hablar del tema cuando se ha invertido mucho en cambiar un sistema permeado por la corrupción y la desidia. Abandonado por décadas, llegó a un punto de colapso que determinó la declaración de situación de emergencia dictada por Tabaré Vázquez ni bien asumió su gobierno en 2005. Más de 40 años de hacer del sistema un simple depósito de seres humanos terminó por convertir en infierno lo que debió ser purgatorio. Hoy el cambio es ostensible, tanto que no puede ocultarse por más que lo intenten quienes nada hicieron cuando tuvieron la oportunidad de ser gobierno. Salvo que miren la realidad de espaldas…
El espacio de Cartas al Director del Semanario Búsqueda es un rincón donde se puede emitir opinión sobre diferentes temas. Es un rincón democrático que tiene la virtud de su permanencia y destaque sin menoscabar espacio (4 páginas que se mantienen siempre como mínimo). Representa un espacio de catarsis muchas veces donde los lectores vuelcan sus inquietudes. Particularmente me resulta un espacio disfrutable que además permite conocer la visión del ciudadano común y de los no tan comunes también.
Tal el caso de una que leí del hijo del ex ministro del Interior durante el gobierno del Dr. Lacalle, el Dr. Juan Andrés Ramírez Saravia. Su padre es el Dr. Juan Andrés Ramírez Turell, asesor del candidato a vice de la fórmula blanca, Dr. Larrañaga y -supongo- asesor también de la fórmula. En su momento escribí al respecto sobre la desinformación que manejaba el ex- Ministro en el tema penitenciario. Desinformación que se transmite, al parecer, también a su hijo, quien maneja datos atrasados… muy atrasados. Seguramente maneja datos de la época de su padre como Ministro del Interior, de ser así, los maneja bien, rematadamente bien.
En esa realidad que ve de espaldas, Juan Andrés Ramírez (h) expresa: “Cárceles: no da para hablar más del tema. (¿por qué habla?) El sistema colapsó…¿Cuánto cuesta tener un sistema carcelario digno? No sé ni debería importar…” Le podemos contar que sale bastante más que las decenas de miles de dólares que se invirtió en tiempos en que su padre era titular de la cartera (con inversiones de U$S 42.000 en 1990 y de U$S 69.000 en 1995).
El nivel de desinformación es tal que no le alcanza un párrafo para expresarlo. “Para un shopping, para una ruta, para un puerto de aguas profundas, para casinos, hoteles, hay interés del Estado; para cárceles no. Sólo ponemos parches luego de algún motín» (sic)
Ramírez (h) desconoce por completo que la inversión en cárceles en este período supera los 91 millones de dólares (a esta fecha). Desconoce que se han construido 4942 plazas nuevas y se han reconstruido 1919 por los propios reclusos, lo que totalizan 6861. Desconoce, también que hay inversores que apuestan a invertir en el Uruguay y no solo para hacer shoppings, rutas, puertos, casinos u hoteles, sino para hacer una cárcel bajo el instrumento de participación público privada. Proceso que ya fue adjudicado y que comenzará a construirse a principios del año entrante.
“El preso entra y sale. ¿Qué parte no entendemos de esa situación tan clara? No mueren en las cárceles salvo excepciones y con ese ser humano (por si alguno no lo entiende, el preso es un ser humano que cometió un error) hay que hacer lo imposible por rehabilitarlo” – sin desperdicio. Lástima que no lo entendió así su padre cuando tuvo en sus manos la posibilidad de habernos evitado tanta pérdida de tiempo en empezar una reforma en el sistema. Porque entonces hubiera sido más fácil hacer algo con una población carcelaria infinitamente menor que la que hay hoy día y nos hubiéramos evitado las consecuencias de tantos años de desidia y abandono que abonaron a transformar las cárceles en universidades del delito.
Siempre es un tema de gestión. Y en aquel entonces no se gestionó bien. Hoy, con una población infinitamente mayor se pudo refundar un sistema pensado en la rehabilitación y no en la seguridad solamente.
El Dr. Ramírez (h) se acuerda de la familia de presos y policías casualmente en tiempos electorales, y con impunidad literaria pasa de un tema a otro haciendo gala de una ignorancia mayúscula de los temas que maneja.
Habla también de la seguridad y vomita conceptos sin medida. “… tiene que haber más Policía, mejor preparada, con mejores medios y no importa cuánto cuesta”. A esta altura es insólito que no sepa -como ciudadano contribuyente y profesional que es- cuánto ha destinado la sociedad uruguaya para el presupuesto de la cartera del Interior. Más aún que desconozca la inversión en tecnología que ha hecho esta administración (vehículos, armamento, videovigilancia, sistemas de control geo-referenciales -SISCONVE-, comunicaciones – TETRA). Y menos que desconozca la dignificación del salario policial, sumergido durante años de vergonzante postergación.
¿Y la reestructura de JPM? Bien, gracias.
Y la frutilla de este disparatado libelo es la referencia a las comisarías. “¿No llegó el momento de revisar dónde están ubicadas las comisarías? Hace 50 años que son las mismas… Siguen siendo 24 (sic) seccionales, algunas ubicadas en el vértice de la zona que cubren… Ha cambiado Montevideo; pues seguimos con el mismo sistema.” El firmante -ya en el éxtasis de la desinformación más absoluta- ignora por completo que la Jefatura de Policía de Montevideo fue dividida en 4 zonas operativas, que se ha operado un proceso de descentralización de sus servicios y que hoy la Policía está desplegada con criterio y racionalidad. Desconoce por completo que a esa reestructura -que tiene más de un año de consolidada- se le sumó la redistribución de Radio Patrulla en esas 4 zonas y que hoy Montevideo cuenta con el cuádruple de patrulleros (80) que contaba en época de su padre como Ministro del Interior. Desconoce que no son más 24 sino 25 las comisarías de Montevideo, y que la reestructura operada les asignó otro papel. Un nuevo rol enfocado en la prevención y primera atención ciudadana, siendo la Zona la que asume todo el peso investigativo y operativo con las URPM (Unidades de Respuesta de Policía de Montevideo), como primera respuesta y sus divisiones de investigaciones distribuidas en cada zona y ya no centralizadas en Jefatura.
La carta es muy extensa y refiere a temas que preocupan a todos, solo compartible su reflexión sobre la baja de la edad de imputabilidad como una “solución errada”. Al fin un poco de frontalidad ante tanta espalda dada a una realidad que pasa por sus narices sin darse cuenta.
el hombre hablaba a la pared,
el perro ladraba para que se diera vuelta…
Por EL Perro Gil
Columnista uruguayo
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