La creación eleva a lo alto
a sus creadores al cielo.
Mezcla en suspenso movimiento
a su figura entre nubes y rayos.
La adoración de los caminantes
es la envidia de los condenados rutinarios.
Los corazones se engrandecen
por el júbilo de sus sonidos en melodías roncas.
La proyección de su luz
es la sombra que despeina
animales, naturaleza y humanos.
Todas las especies quieren ser afectadas
por la magia de su eclipse.
¡Mirá!, ¡mirá!,
¡son pájaros de Da Vinci!.
Ahí se va el avión…
Por Andrés Legnani
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