En el día de hoy, y luego de 48 horas de un espinoso debate en el parlamento, Tsipras, el Primer Ministro de Grecia, logró que se vote el tercer rescate para afrontar los vencimientos de la deuda y recapitalizar los bancos que todavía están sometidos al control de capitales y las restricciones de retiro de divisas.
Pero sólo fue posible gracias al voto positivo de la oposición, tanto de la derechista Nueva Democracia, como del socialdemócrata PASOK. Alexis Tsipras perdió la mayoría absoluta parlamentaria requerida por el sistema constitucional griego al verse imposibilitado de votar el rescate impuesto por el Eurogrupo con los votos propios, pues 47 diputados de Syriza, un tercio de su bancada, entre los votos en contra y las abstenciones, le han dado la espalda. Es posible que se adelanten las elecciones, pues Nueva Democracia no daría su voto de confianza al gobierno de Tsipras. A su vez, el ex ministro de Energía y Medio Ambiente y líder de la Plataforma de Izquierda, Panayotis Lafazanis, desafió a Tsipras reclamando un inmediato Congreso Partidario que el Ejecutivo desactivó sólo posponiéndolo para septiembre, luego de cerrado el acuerdo con las instituciones europeas. Los 47 diputados que rechazaron el memorándum amplían la oposición interna de los 33 que se opusieron hace un mes, cuando el 13 de julio Tsipras anunciaba la aceptación resignada de un paquete de ajuste más severo que el que había sometido a referéndum.
Convocando a un reagrupamiento de los que rechazan los memorándum y reivindican el No en el referéndum, la Plataforma de Izquierda espera hacerse popular y disputar la mayoría al interior de Syriza. Si hay elecciones anticipadas, algo que la mayoría de los analistas calcula antes de fin de año, es probable que emerja de esta crisis una nueva formación política, cuya bandera será el No a la austeridad y a la dictadura de Bruselas sobre la vida y las esperanzas del pueblo griego. De esta manera, Syriza queda al borde de la fractura y la Plataforma de Izquierda se coloca como un nuevo actor en la política griega, aunque todavía está por verse si será capaz de atraer a los votantes, que todavía no han dado su veredicto. En todo caso, la Plataforma reúne a más de la mitad del Comité Central de Syriza y de su base militante y es probable que su planteo radical de salida del euro, la nacionalización de los bancos y el cumplimiento del programa social de Tesalónica, sean más considerados durante 2016 y 2017, cuando los efectos del programa de ajuste y privatizaciones que hoy se vota llegue a calar en los huesos de una economía ya exhausta.
Lo que acaba de votar el parlamento es más de lo mismo, pues no hay cambios respecto a las dos votaciones previas, y ratifica la propuesta de privatizaciones, reducción de las pensiones y nuevos impuestos al consumo popular. El plan de privatizaciones se propone ingresos por un total de 6.400 millones de euros hasta 2017, según los términos pactados en el rescate, aunque es improbable que se alcance el objetivo. El nuevo fondo de privatizaciones acordado aspira a recaudar 50 mil millones en 30 años, una meta que superaría las super privatizaciones furiosas del menemismo en los años 90 y quedarían sólo por detrás de privatización masiva de los consorcios rusos durante la restauración capitalista de la era Yeltsin y luego de Putin. El rescate votado también aspira a un superávit fiscal primario escalonado. Para 2016 se ha previsto un superávit primario del 0,5 %; para 2017, del 1,75 %, y para 2018, del 3,5 %. Se trata de cifras insólitas en la historia económica y social de del país heleno.
En los hechos, de cumplirse estas metas quitarían toda posibilidad de que el Estado intervenga en la recuperación económica, pues eliminaría toda inversión social y de infraestructura que permitiría sacar al país de la recesión. Sólo una fenomenal reducción del costo laboral hará de Grecia una plaza atractiva para las inversiones de capital. No por casualidad, uno de los puntos centrales del Memorándum de Entendimiento es la revisión de toda la legislación laboral. La flexibilización y precarización del trabajo facilitaría, junto a las privatizaciones, crear un “clima de negocios” favorable al ingreso de capitales. Sin embargo, un país que ve reducida a su mínima expresión su sistema de educación y salud, su inversión en infraestructura y su mercado interno, no suele seducir a los inversores. En todo caso, se trata más de un tutelaje político y un escarmiento a un pueblo que votó en enero contra la austeridad y por la soberanía nacional que un verdadero programa de salida a la crisis. Esto lo reconoce el mismo FMI, que sospecha de la inviabilidad de semejante acuerdo. ¡Hasta el FMI cree que sin una quita y renegociación sustancial de la deuda, la misma es impagable!
Estamos en presencia de la bancarrota europea. Que no se malinterprete. La Europa del capital y las finanzas, de la disciplina laboral y el manejo discrecional de la burocracia de Bruselas está vivita y coleando. La que se ha desmoronado es la ilusión de una Europa social, defensora de la democracia y los valores humanistas universales. Ha sido enterrada bajo el frío cálculo financiero, la gobernanza del establishment y el realismo político de los que no quieren sacar los pies del plato.
La izquierda europea, que había depositado grandes esperanzas en el proceso griego sufre una derrota. Uno a cero. Pero cuidado, Bruselas ofrece el triste espectáculo de subordinación y vasallaje de los partidos conservadores, liberales y socialdemócratas a los dictados del capital. Los que patean el tablero se hacen populares. En manos de la izquierda radical queda la tarea de ofrecer una alternativa a la santa alianza defensora del capital y a la demagogia chovinista de la extrema derecha. La historia, como el viejo topo, va cavando, silenciosa, sin que a veces la percibamos.
Por Jorge Orovitz
Sociólogo, UBA-IEALC, integrante de Economistas de Izquierda (EDI).
Fuente: politicargentina com
La ONDA digital Nº 732 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor: