“Las izquierdas pierden elecciones por errores económicos, no por ingratitud popular”

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  – (Diario UCHILE)El exvicepresidente de Bolivia advirtió que los progresismos, tras logros iniciales en redistribución, quedaron sin nuevas propuestas de transformación. Agregó que su fracaso económico abre espacio para el avance de las derechas en la región.

Las derrotas recientes de los gobiernos progresistas en América Latina no se explican por la acción de trolls en redes sociales, la violencia de las derechas ni la supuesta ingratitud de los pueblos beneficiados con políticas sociales. Según Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, la causa central está en los errores económicos de las administraciones de izquierda que han golpeado directamente a sus bases sociales.

Los errores pueden ser múltiples. Pero hay una falla que unifica a los demás. El error en la gestión económica al tomar decisiones que golpean los bolsillos de la gran mayoría de sus seguidores. En Brasil,  el golpe de estado parlamentario de 2016 contra Dilma Rousseff, impulsado por las fracciones más antidemocráticas del espectro brasilero, se montó sobre el malestar económico que ya se arrastraba varios años y que tuvieron en el ajuste fiscal del 2015 una nueva vuelta de turca a la contracción de los ingresos populares. También hay otros componentes políticos que apuntalan estos errores centrales que conducen a la derrota. En el caso de Brasil las denuncias de corrupción, luego políticamente manipuladas. En Argentina el hartazgo con el extendido encierro ante el coronavirus que destruyó parte del tejido económico popular, etc.

En una columna publicada en el diario La Jornada de México, el intelectual boliviano ejemplifica con los casos de Brasil, donde la crisis económica y el ajuste fiscal erosionaron el respaldo a Dilma Rousseff antes del golpe parlamentario de 2016; Argentina, donde la inflación bajo el gobierno de Alberto Fernández abrió paso a la irrupción de Javier Milei; y Bolivia, donde denuncia la “desastrosa gestión económica” de Luis Arce, con inflación en alimentos cercana al 100% y escasez de combustibles.

García Linera sostiene que, en todos estos casos, “los problemas de gestión económica deterioraron las condiciones de vida y facilitaron el avance de discursos de derecha cargados de resentimiento y racismo”. En Bolivia, además, agrega el factor de la pugna interna entre Arce y Evo Morales, un “fratricidio” que, a su juicio, destruye la obra histórica del proceso de cambio.

El exvicepresidente recuerda que el progresismo del siglo XXI emergió con fuerza tras el fracaso neoliberal, levantando políticas redistributivas que sacaron de la pobreza a más de 70 millones de latinoamericanos y democratizaron instituciones antes reservadas a élites. Pero advierte que, tras esos logros, faltó dar el salto hacia reformas económicas de “segunda generación” capaces de garantizar la continuidad de los derechos y de responder a una nueva sociedad transformada por las conquistas iniciales.

“El progresismo y las izquierdas están condenadas a avanzar si quieren permanecer. Quedarse quietos es perder”, sentencia García Linera. Y agrega que la falta de audacia y el anclaje en los logros pasados han permitido que las derechas se apropien del impulso por el cambio.

Finalmente, advierte que aún no está definido el rumbo histórico en la región ni en el mundo, pero insiste en que si el progresismo quiere seguir siendo protagonista, debe reinventarse con una propuesta audaz que combine igualdad, democracia económica y una base productiva sólida.

Continuación de la columna

En Bolivia, la guerra política interna. Por un lado, un mediocre economista que está por casualidad como presidente y que creyó que podía desplazar al líder carismático indígena (Evo) proscribiéndolo electoralmente. Por otro, el líder que, en su ocaso, ya no puede ganar elecciones, pero sin cuyo apoyo tampoco se gana, vengándose ayudando a destruir la economía sin comprender que en esta hecatombe también se está demoliendo su propia obra. El resultado final de este miserable fratricidio es la derrota temporal de un proyecto histórico y, como siempre, el sufrimiento de los humildes que nunca fueron tomados en cuenta por los dos hermanos embriagados de estrategias personales

 

 

 

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