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Es una estrategia llevada adelante por EE.UU, hace más de 50 años, que no busca disminuir el consumo de drogas, sino incrementar las ganancias que luego se lavan en su inmensa mayoría en los bancos estadunidenses. Esto lo decía el mismísimo Milton Fridman, que fue de los primeros en querer legalizar las drogas.

La “guerra contra las drogas” sirve para ir militarizando a distintos países, según su ubicación en el tablero que maneja EE.UU. Siempre hay cretinos útiles.

Esta guerra es una pantalla de humo para crear pánico moral y así intervenir en diferentes países de América. La creación, equipamiento y entrenamiento de fuerzas policiales y unidades militares antidrogas es parte de ese plan estratégico al servicio de la primera potencia mundial.

De a poco se va corrompiendo el Estado. El  Estado y las fuerzas de seguridad no son monolíticas. Una parte lucha a cabalidad contra la corrupción y otros facilitan el tráfico, el lavado de dinero, haciendo leyes más permisivas, o facilitando distintos negocios ilícitos.

Las grandes rutas del narcotráfico existen por complicidades diversas. Muchas veces cuando  estas “disminuyen”, aumentan los niveles de violencia. Las rutas cambian…, si se desvían terminan ayudando al negocio, a extender el “control”.

En el caso de nuestro país, las drogas entran por los puertos y aeropuertos, cruzando el río Uruguay desde Argentina o por la frontera con Brasil. Ultimadamente han entrado drogas a las estancias, por diversos mecanismos. No es posible movilizar toneladas de cocaína, lavar miles de dólares, mantener una organización con personas armadas, sin un sistema de protección, política, policíaca, y sin alianzas en la producción y las finanzas.

Nunca hay que perder de vista que USA suele exagerar el poder de los cárteles y narcos, como parte del funcionamiento de su estrategia de dominación. En última instancia de acuerdo a esta estrategia, se busca una excusa creíble para dominar los recursos de tal o cual país. Todo suma, en esa dirección. Es parte de una estrategia global de EE.UU., donde se mueven millones en seguridad, armas, cursos, equipamientos, etc.

Con la paulatina militarización de las sociedades, crean las condiciones para reprimir otras manifestaciones sociales y  para la expansión de las empresas.

La guerra contra las drogas va de la mano de la ocupación extranjera, como se puso de manifiesto en la Operación Trizo y la Operación Cóndor.

La Operación Trizo de los años setenta consistía en la erradicación de la marihuana y la fumigación contra los cultivos de amapola en el norte de México.

La Operación Cóndor- no es lo mismo que el plan Cóndor- que lanzó USA en México en los años 80 del siglo pasado, de fumigación de las áreas donde se plantaba marihuana.

Al mismo tiempo que se golpeaba en México, Colombia ocupaba su lugar.

Ambas operaciones fueron pioneras en el uso de tácticas de persecución enfocadas en el suministro, como forma de controles antidrogas que se usa hasta el día de hoy.  Esto sigue fracasando.

Estas operaciones sirvieron para que se dispararan los precios de la heroína y la marihuana, favoreciendo la “cartelización” del narcotráfico. Para los narcos con más “contactos” esta guerra les sirvió porque aumentaron los precios de las drogas y las ganancias. La represión en México, hizo que Colombia ocupara el vacío.

Aumentó el cultivo de la marihuana. Las plantaciones de Coca aparecieron en Putumayo, al sur en el límite con Ecuador. Los principales cultivos de coca son en los setenta en lugares que hay petróleo, donde hay trabajo temporal que llevó al cultivo de la hoja de coca. La región del Magdalena Medio es una zona estratégica donde convive la Shell Texaco, que domina los recursos minerales, con los narcotraficantes que controlan las plantaciones.

Los tratados de libre comercio y la restructuración neoliberal ayudaron a definir la estructura del mercado de drogas actual, porque es mucho más rentable el cultivo de la hoja de coca que cultivar maíz. Los cultivos ilegales compensaron las caídas de otros cultivos en los campesinos.

Las autopistas para llevar exportaciones agrícolas a EE.UU. favorecieron el negocio de los narcos y el aumento de las desigualdades llevó al trabajo ilegal.

USA y sus aliados controlan la demanda y crean las condiciones para la producción, tráfico y demanda de drogas ilegales. En gran medida, son las políticas llevadas adelante por EE.UU. las que crean las redes criminales que trafican las drogas y esta posición de EE.UU. es la que genera la violencia cada vez mayor.

Cuando en el año 2013 fue ultimado el capo narco mexicano Miguel Treviño Morales –Z40-, que había asesinado a cientos de personas; Sean Dunagan, integrante de la DEA decía: “Lo que realmente sobresale, lo que realmente no se reporta, es que nosotros creamos a Miguel Treviño Morales. Es un producto de la política antidroga de USA. Sin nuestra política anti narcóticos actual, nunca habría existido. Quizás habría sido un robacoche y ya estaría en la cárcel mexicana. Nuestra política de prohibición es lo que crea personas así, incentiva la violencia a un grado extremo, así que no debe sorprendernos cuando surge alguien que comete 2.000 asesinatos para llegar a la cima, porque dentro del esquema que hemos creado e impuesto al gobierno mexicano, eso es lo que tiene que pasar. Si queremos que personas como él dejen de aterrorizar al país, necesitamos cambiar nuestras políticas; él no es más que un producto lógico de lo que hemos hecho.”

 

 

Por Pablo Reveca
Comunicador Uruguayo

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