Hace 30 años, el 26 de abril de 1986, una explosión en el cuarto reactor de la central de Chernóbil durante unos ensayos provocó el mayor accidente nuclear de la historia.
Se calcula que la cantidad de radiación liberada a la atmósfera fue cien veces mayor que la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas.
El balance de víctimas directas fue de 31 muertos. Sin embargo, se calcula que entre 4.000 y 41.000 personas murieron por enfermedades producidas por la fuerte radiación a la que se vieron expuestas.
Con motivo del trigésimo aniversario de la tragedia se ha organizado una conferencia en París. Preguntamos al embajador de Ucrania en Francia, Oleh Shamshur, sobre las obras del nuevo sarcófago y del nuevo arco de protección del reactor.
“Se espera que las obras terminen en 2017, pero por supuesto hay que descontaminar el contenido del sarcófago. Esto llevará algo más de tiempo. Si no me equivoco se espera que las obras concluyan en 2023”.
Tras el desastre nuclear miles de personas fueron evacuadas, pero muchas volvieron a sus hogares meses después, desafiando a la radiación. Algunos, incluso, comen los alimentos que cultivan en sus huertas.
“Hay poblaciones que viven en las zonas contaminadas porque no podemos desplazar a ocho millones de personas. Y, en realidad, es bastante aleatorio, incluso en la zona de treinta kilómetros alrededor de la central hay lugares que, en principio, son habitables. El problema es que para sanear las condiciones de vida de la población hace falta una inversión enorme”, explica la investigadora de la universidad de Caen, Galina Ackerman.
Paradójicamente las zonas contaminadas están ahora más verdes y con más animales que antes de la catástrofe. Los expertos indican que esto se debe a que, en los últimos 30 años, no han sufrido la acción del hombre.
“Después de Chernóbil no podemos mirar de la misma forma los alimentos, los jardines o los bosques. Y, al mismo tiempo, todo parece que está igual que cuando ocurrió el accidente. Físicamente no ha cambiado nada. Es efecto muy raro, como una esquizofrenia por una contaminación que no se ve, pero que se sabe que está ahí. Efectos que podrían producirse, pero que son diferidos, y todo está presente. La mayoría de los habitantes de las zonas contaminadas dicen: ‘¿pero por qué han cerrado? ¿por qué han colocado alambre de espinas? ¿por qué nos han reubicado si podíamos vivir aquí muy bien?”, dice el sociólogo Frédérick Lemarchand.
Muchos vuelven a sus antiguos pueblos una vez al año
“Es algo muy simbólico ver que la gente vuelve, que lo hace una vez al año durante las fiestas de Pascua, y, ¿a dónde va? A los cementerios. Los cementerios son la única cosa viva que queda”, indica Oksana Pashlovska, de la universidad de La Sapienza de Roma.
Aproximadamente 800 personas viven en la zona más radioactivas, dentro del área de 30 kilómetros alrededor de la central. La esperanza de vida no supera los 45 o 50 años.
Chernóbil y Fukushima: lecciones no aprendidas
Unos 8.000 kilómetros y 25 años separan las catástrofes nucleares de Fukushima y Chernóbil.
Hay diferencias evidentes entre lo ocurrido en Japón y el desastre nuclear ucraniano… Pero también similitudes.
Las dos centrales abrieron en los años 70: Fukushima en 1971 y Chernóbil séis años después. Primera diferencia importante: la planta japonesa levaba operando 40 años. La ucraniana sólo 9. En el momento de la catástrofe en Fukushima había séis reactores activos, en Chernóbil sólo cuatro.
¿Causas diferentes?
A primera vista ambos accidentes nucleares tienen causas diametralmente opuestas. Una catástrofe natural —un fuerte terremoto que provocó un tsunami en Japón el 11 de marzo de 2011— y un “experimento” llevado a cabo por el personal de la planta en un reactor de Chernóbil.
Sin embargo en los dos casos se han denunciado defectos de construcción y una cadena de negligencias.
¿Qué pasó en cada caso?
En Fukushima se había advertido con anterioridad del peligro potencial que podía suponer un gran tsunami, pero las alertas fueron cuidadosamente ignoradas. El terremoto de marzo de 2011 provocó la destrucción del suministro eléctrico y de los generadores de emergencia. Los reactores no pudieron ser enfriados lo que provoco una triple fusion del núcleo y una explosión.
Los operadores de Chernóbil cometieron errores durante un “experimento” para simular un corte de suministro eléctrico. El experimento se convierte en un verdadero accidente segundos después de comenzar. Los operadores de la planta cometieron numerosos errores, que en un principio se consideraron la causa principal. Aunque mas tarde la Agencia Internacional de la Energía Atómica revisó sus conclusiones.
Mas allá de las negligencias del personal los problemas vienen de la concepción reactor RBMK (reactor de gran potencia de canal). Los ingenieros de este tipo de reactor, ahora obsoleto, pensaron que una cierta combinación de factores no podría ocurrir al mismo tiempo, así que no imaginaron sistemas de protección para una situación similar. Y fue precisamente la cadena de fallos que no estaba prevista lo que ocurrió en la madrugada del 26 de abril: la desconexión deliberada del equipo de protección de emergencia y la violación de ´las normas de seguridad.
Resultado: una explosión de vapor en el interior de reactor, un gigantesco incendio y la fusion dél núcleo.
Contaminación
Ambos accidentes están catalogados como “nivel 7” en la escala de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, el máximo.
La radiactividad de Chernóbil cubrió toda Europa (en diferentes grados de concentración) exceptuando Portugal. Centenares de miles personas sufrieron los efectos directos de la radiación y las consecuencias para la salud todavía están siendo estudiadas.
Los científicos intentan proteger la zona construyendo un gigantesco sarcófago para cubrir la planta.
El material radiactivo de Fukushima sigue vertiéndose al mar, aunque su posición en la costa ha evitado que la radiación afecte directamente a otros países. La radiación se ha expandido principalmente en el Pacífico, hacia los Estados Unidos.
Sus consecuencias en el Océano apenas comienzan a evaluarse en su totalidad. Recientemente se ha puesto en marcha un sistema de contención de la fuga de agua radiactiva, congelando el subsuelo y este año.
Informe de es euronews
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