En las páginas de fútbol del diario El País de estos meses leí muchas veces la expresión, “estamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias”.
Me pregunto si la generación que accedió a la dirigencia de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales por elecciones en 2003, con una idea fuerza tan eficaz como Derechos de Imagen (Levantar el Ordenamiento Económico, tras la crisis), pero en definitiva subida a la misma inmensa ola de sentido común contra Paco Casal, imaginó entonces que trece años después su consecuencia –¿quién sabe si la última? – sería estar cuestionada por un grupo que la siente “más cerca de la empresa (de Casal) que de los futbolistas”.
Me pregunto si Francisco Casal, en su juventud de futbolista rebelde, imaginó que entraría en sus consecuencias adquirir derechos de televisación en Perú, Ecuador, Bolivia, Venezuela… e ir por los de la CONMEBOL.
No. Las luchas sociales y políticas no tienen fixture como los campeonatos.
Seguro que Lenin, en su viaje en tren de Berna a San Petersburgo, no imaginó que, cien años después, el Presidente de Rusia sería un ex agente de la KGB (entonces la Cheka) que lo acusaría de haber implosionado la URSS desde su nacimiento, con una bomba de tiempo: la libre autodeterminación de los pueblos.
¿Y Shu y Mao y Deng? ¿Habrán imaginado esta consecuencia del Primer Secretario del Partido Comunista Chino, Xi Jimping, haciéndose cargo de Davos, en el papel de adalid universal del libre comercio y la globalización?
Recuerdo que hace unos años un compañero me dijo: “hoy, los chinos no tienen más remedio que conquistar el mundo (como si Hu Hintao y Wen Jiabao fuesen Pinky y Cerebro –es cierto, tienen un gobierno de nerds sin comic–). No les queda otra alternativa, aunque les zumbe como una mosca en la consciencia la consigna denguista: “desarrollar las capacidades, jamás mostrar el brillo y nunca aspirar al liderazgo”. “Jamás”, “nunca”, esas palabras…
A propósito: de las empresas chinas se ha dicho que son estatales o “paraestatales”. También leí en El País un resumen a una entrevista de Diego Lugano con Direct TV, titulado con la sospecha de que fue el gobierno del Frente Amplio el que removió a Sebastián Bauzá de la Presidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Es el tema de las relaciones de dependencia. Cuando una empresa invierte lo que el Estado no puede disponer en un rubro que considera estratégico, la independiente es de la empresa, no el Estado. Y el diario El País, por supuesto.
De Las Últimas Consecuencias es el país de una nube radiactiva. No importa nada si nos encuentra ilusionados o conscientes. Así que la voluntad está. Redistribuir mejor los ingresos. En nuestro fútbol y en el mundo. Un buen punto reivindicativo. Sobre todo, en el caso del fútbol uruguayo, teniendo en cuenta el proyecto actual de treinta clubes profesionales, resistente al plutocrático, no liberal, de que sobrevivan sólo los aptos.
En todo caso la sospecha del título de El País vale y remontarse a las consecuencias primeras y últimas de los gobiernos de Bauzá, de Corbo, de Figueredo, de Maresca, de Batalla, de Maglione, de Franzini y más atrás y a sus relaciones con los gobiernos nacionales con los que cohabitaron también. Porque nunca jamás se sabe si las últimas consecuencias ya no estaban previstas en las primeras.
Si no, que lo digan quienes entre sus primeras medidas perdonaron deudas y renovaron créditos a los más poderosos medios y terminaron derrocados por éstos.
Comencemos por el que más libros ha dado a publicar últimamente, el tema Figueredo.
(continúa)
Por José Luis González Olascuaga
Periodista y escritor uruguayo
La ONDA digital Nº 808 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor: