“El Planeta puede vivir sin nosotros.
Pero nosotros no podemos vivir sin planeta.”
Anónimo.
Aquellas mujeres y hombres primitivos recolectores y cazadores, se veían obligados a un peregrinaje permanente en búsqueda de alimentos. Supongo que aquél mundo era muy ancho pero menos ajeno. La naturaleza apenas era “arañada” por los seres humanos de aquellos tiempos que le extraían alimentos para su sustento.
Paso gigantesco de la humanidad fue empezar a plantar y a domesticar animales, una relación nueva con la naturaleza, mejoró la vida para los humanos. Planteó nuevos problemas y soluciones. En algún momento produjeron más de lo que necesitaban. El famoso “excedente” obligó y permitió interconectar pueblos para intercambiar lo que cada quien tenía de más. Supongo que en aquellos días nació el lío. Las tierras prósperas fueron codiciadas y el uso de la fuerza para poseer y /o defender los espacios más fértiles. Recuerdo un libro de Anatole France, quien hacía una sátira de la sociedad de aquellos días en “la Isla de los Pingüinos”. Un pingüino, se instalaba en un témpano y decía, “este témpano es mío”, llegaba otro con un garrote, le lo daba por la cabeza y decía…”no es mio”
No habrá que ser muy astuto para encontrar un hilo conductor entre aquellos primeros garrotazos y las modernas guerras que hoy disfrutamos por televisión en los informativos, vemos ficcionadas en Netflix o las padecen “como daño colateral” los pueblos que muy bien querrían migrar como aquellos nómades primitivos, pero, entre la cantidad de gente que anda por ahí, los muros, fronteras y los ejércitos, el proceso migratorio se transforma en una verdadera carrera de obstáculos.
Ahora sí que vivimos en un mundo no tan ancho, pero si más ajeno.
Por estos lares, en este lugar escondido entre gigantes, con nuestros tres millones y pico de homo -uruguayensis aún disfrutamos de un pequeño paraíso perdido. Escenarios que por su belleza habilitan a muy buenas campañas publicitarias para el turismo. Sin embargo, reducidos a nuestras fronteras, también sufrimos de los problemas que implica tener “excedentes”.
Días pasados nuestro Ministro de Ganadería y Agricultura Tabaré Aguerre, sostuvo que es un error decir que la situación medioambiental “crítica” del Río Santa Lucía esté asociada a la intensificación agrícola. Sin dudas desde el gobierno del Frente Amplio se vivió una verdadera revolución agrícola. Nuestra tradicional manera de producir agricultura y ganadería cambió radicalmente. También vimos que nuestra tierra empezó a tener olivares, tuvimos arándanos, las abejas produjeron miel de exportación, nuestras carnes ganaron mercados impensados.
Tan sólo pensar que las vacas tienen un chip en la oreja con toda su historia haría volver loco al mismísimo Hernandarias. Espero que no se le ocurra a Caetano, con fines de recopilación histórica, que los mortales hagamos otro tanto porque seguro que los servicios de inteligencia lo aprovecharían para hurgar en nuestras vidas.
Pero dejando de disgregar, la soja, vedette productiva de estos tiempos, trajo una atractiva remuneración para privados, por supuesto.
Nuestro gobierno, más progresista que de izquierda, ha tratado por la fuerte intervención del Estado mediar en la distribución de las ganancias y a través de impuestos, alguna retención y otros etcéteras. El abatimiento de índices de pobreza y mejora de la sociedad no impidió que la riqueza fuera a paladas a manos privadas.
Aquí justo aquí es donde vuelvo a las declaraciones del ministro, sobre la inocencia de la producción agrícola con respecto a la contaminación del Santa Lucía. Como resultado de la situación de su contaminación extrema, nuestro gobierno decidió tomar trece medidas urgentes para detener este proceso. Famoso por su puente y por ser la fuente de agua que OSE usó siempre para proveer de Agua a Montevideo el Río Santa Lucía, su cuenca en realidad, tiene más de mil doscientos tambos de diversas capacidades productivas. Plantaciones que llegan casi hasta el lecho mismo del Río, fábricas que vertían sus desechos y finalmente podría apuntarse también la contaminación por “arrastre” que sería el elemento más añejo del deterioro del río. Este proceso de erosión hídrica, proviene del desplazamiento de tierra fértil por parte de toda la red hídrica del país, que desplaza en su recorrido tierra erosionando nuestro suelo.
Sin dudas, para mirar el fenómeno en su complejidad y resolverlo entrarán actores diversos, pero es claro que no se puede simplificar. El propio informe recientemente publicado por la URSEA (Unidad Reguladora de los Servicios de Energía y Agua) actualiza el cumplimiento o no de esas medidas. Es un pormenorizado informe que aborda medida a medida su implementación. En él, se muestra que en algunas áreas no se ha hecho nada.
No creo que pueda, por lo menos yo, desmentir al Ministro, no se trata de eso. Creo que es el ejercicio de nuestro gobierno es complejo, lograr avanzar en un cuadro recesivo, mantener el nivel de prestaciones sociales, sostener un Estado que desde la derecha se insiste en que hay que achicar y desde la izquierda se pelea porque sea el regulador de inequidades no es fácil de discernir. Lo que sí es claro que el modelo a productivo a seguir, tenemos que discutirlo, abordarlo. Recientemente, García Linera, vicepresidente de Bolivia y Rafael Correa, hasta hace unos días presidente de Ecuador se refirieron ambos sobre la necesidad de continuar con las economías extractivas. Por necesidad, con inteligencia volcando lo producido a toda la sociedad y para encaminar cambios productivos que protejan el ambiente pero que permitan seguir mejorando la vida de todo el pueblo.
Creo que en nuestro país, productor de alimentos histórico debe profundizar este debate.
No hace mucho el propio Aguerre, decía que Uruguay produce alimentos para diez millones de personas y que podría llegar a producir alimentos para cincuenta millones. Suena interesante pero ¿a qué costo?
Como desafío de izquierda está planteado que modelo productivo podemos llevar adelante que resuelva nuestras necesidades como país y además que sea más amigable con nuestro bien más preciado, la naturaleza.
Las señales que estamos recibiendo son clarísimas, cambio climático, contaminación ambiental, inundaciones reiteradas, son efectos “naturales” de nuestro orden productivo.
También el capital productivo necesita de control y límites. Los uruguayos somos dueños de nuestro patrimonio, aunque no parezca.
La Izquierda uruguaya, también como actualización necesaria tiene que abordar no solo “el cómo se reparte la riqueza”, sino cada vez más, como se produce la misma.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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