El aire estaba enrarecido. Es difícil recordar si hacía sol, si estaba nublado… en el recuerdo es como si todo se condensara en un instante en que no se podía siquiera respirar. Y entonces, con voz serena, se oyeron sus palabras:
“Es la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La fuerza aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción. Sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares; el almirante Merino, que se ha autodesignado; más el señor Mendoza –general rastrero que solo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno–, también se ha denominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos solo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar…!”
“El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las fuerzas armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estarán en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios”
–¡Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse!
Era un 11 de septiembre y se desenrollaba el ovillo con el que se tejería una misma infamia, 28 años después. Victimarios y víctimas.
“¿Cómo podría haber evolucionado el mundo, cuán diferente sería, si los militares no hubieran derrocado a Allende tres años más tarde, si otras naciones hubieran podido adoptar ese modelo de una revolución no-violenta para satisfacer sus propias ansias de liberación e igualdad?”, se preguntó hace unos días el escritor Ariel Dorfman, recordando aquellos otros días.
“La desestabilización de Chile, el asesinato de la esperanza con que bailamos en las calles de Santiago hace medio siglo” –que Estados Unidos promovió ferozmente para apoyar luego el régimen de terror que lo suplantó, dice Dorfman– “tuvo consecuencias particularmente perversas”. Con Dorfman compartí entonces aquella experiencia.
“La muerte de la democracia chilena –simbolizada en la muerte de Salvador Allende en el palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973– no sólo dio inicio a una tiranía letal sino que también convirtió el país en un despiadado laboratorio donde se ensayaron a mansalva las fórmulas del capitalismo neoliberal que pronto prevalecerían a nivel global”.
La era del desorden
Las predicciones abundan. Pero hay una reciente, un estudio presentado la semana pasada, preparado por cuatro expertos del Deutsche Bank. Son sus previsiones para los próximos años, un análisis para los inversionistas sobre la rentabilidad de los activos a largo plazo (Long-Term Asset Return Study 2020).
Concluye la “Segunda era de la globalización” (1980-2020) y se inicia la “Era del desorden”, dicen. Una nueva era caracterizada por cambios estructurales que afectarán todo, desde el valor de los activos, hasta el orden político o nuestra forma de vida diaria.
La segunda era de la globalización, caracterizada por el mayor crecimiento del valor de las acciones en la historia, termina. Será muy difícil que en la era del desorden se pueda mantener este desempeño, principalmente en términos reales. Acelerada, pero no causada por la Covid 19, esa nueva era amenaza las altas cotizaciones de algunos activos y se caracterizará por un crecimiento de las deudas, tanto de empresas como de naciones.
En la era de la globalización los salarios crecieron poco, se subcontrató y se informalizó el trabajo gracias al crecimiento del mercado laboral, con la incorporación de los trabajadores del este europeo y de China. Crecieron las deudas de las familias. La desigualdad creció y se agravará hasta que se produzca una reacción violenta para revertirla.
El informe se refiere a ocho temas, entre ellos las tensiones entre Estados Unidos y China. Un choque de culturas se acerca, mientras vemos a China a camino de transformarse en la primera economía del mundo. Europa, en decadencia, enfrentará una “década decisiva” en la que sus posibilidades de encarar con éxito los desafíos ha disminuido.
A lo que se agrega el cambio climático, la revolución tecnológica y una brecha generacional, desafío para los jóvenes que han entrado al mercado de trabajo en la última década.
Un panorama, en todo caso, que el informe no considera catastrófico.
La reversión de la globalización –dijo el analista Vicente Nieves, en la revista española El Economista– “es uno de los propulsores de la nueva era que comienza. Aunque esta nueva era ha sido denominada como la del desorden, el documento insiste en que ‘no todo desorden es malo’”.
Con esperanza optimista, el informe señala que muchos cambios “permitirán que se produzca una especie de limpieza o vuelco que revertirá tendencias perniciosas como la desigualdad de ingresos y riqueza”.
Covid
La Covid 19 no para. Vamos ya camino a los 30 millones de casos en el mundo y al millón de muertos. Y la pandemia no cede, con Estados Unidos rompiendo la barrera de los 200 mil muertos. Casi cien mil nuevos casos diarios en la India, que superó a Brasil y ahora persigue (aún de lejos) a los Estados Unidos como los dos países con más gente enferma. Entre los tres se reparten más de la mitad de casos en todo el mundo.
En América Latina, es Perú quien encabezaba el número de muertos por millón de habitantes, con 925 (en realidad, es la cifra más alta del mundo, solo superada por la del miniestado de San Marino, enclavado en Italia, con poco más de 35 mil habitantes). Entre los diez países con más muertos por millón de habitantes en el mundo estaban también esta semana, en este orden y con cifras muy similares, Chile (624), Bolivia (623), Brasil (617) y Ecuador (614). Después viene Estados Unidos, con 598.
Con la celebración de las fiestas patrias en Chile, –que celebra su independencia el 18 de septiembre– los expertos advierten el peligro de un recrudecimiento de los contagios. La pandemia es “frágil”. El uso de las camas críticas había llegado ya a 78% la semana pasada, revirtiendo una tendencia a la reducción de casos que se venía dando en el país. También crece el número de casos en Argentina, que la semana pasada superó los once mil diarios.
Las noticias no son tampoco optimista en Europa. La Organización Mundial de Comercio (OMS) informa de nuevos records de casos diarios. La semana pasada se podía leer: records de infectados en Francia, con cerca de 9.500 diarios, mientras la cifra sube en toda Europa.
En Inglaterra el número de casos se está duplicando cada ocho días. El país va a enfrentar un duro invierno, advirtieron comentaristas en el diario The Guardian. Después de la promoción de actividades comerciales en el verano y de la vuelta de los trabajadores a sus oficinas, el gobierno parece estar perdiendo el control de la pandemia y ha reforzado medidas de cuarentena en las áreas más afectadas.
Pero no es solo Inglaterra. Israel restablece la cuarenta. Portugal registra la mayor cantidad de casos diarios desde abril; más de 600, después de haber caído a menos de cien. Lo mismo ocurre en Holanda. Las cosas no van por buen camino, advierten las autoridades sanitarias, luego de registrar 1.140 casos en un día, la semana pasada.
Una tristeza infinita
En Brasil, con más de 130 mil muertos, se celebró el 7 de septiembre la fecha de la independencia. Habló el expresidente Lula: –Una tristeza infinita aprieta mi corazón. Brasil vive uno de los peores momentos de su historia. Se trata de una crisis sanitaria, social, económica y ambiental sin precedentes, entregados a un gobierno insensible, irresponsable e incompetente, que banaliza la muerte, afirmó.
Pero no se trata solo del coronavirus y de una pandemia que –como recordó– mata en Brasil, sobre todo, “a los pobres, negros y personas vulnerables que el Estado abandonó”. Se trata de la situación del país, de su lugar en el mundo y del papel que juega el gobierno de Bolsonaro.
“No es por casualidad que decidí hablar en este 7 de septiembre, día de la independencia de Brasil”, dijo Lula, que acusó el gobierno de subordinar Brasil a los Estados Unidos “de manera humillante”, de someter a militares y diplomáticos brasileños “a situaciones vergonzosas”, de involucrar el país “en aventuras militares contra nuestros vecinos…para responder a los intereses económicos y estratégicos-militares norteamericanos”, en alusión a lo que ha sido la política de Brasilia con relación a Venezuela.
Lula criticó también la venta de instituciones públicas “a precio vil”, incluyendo bancos, la petrolera Petrobrás o la empresa aeronáutica Embraer. En su locura por privatizar –agregó– el gobierno pretende vender “la mayor empresa de generación de energía en América Latina, Eletrobrás, una gigante con 164 centrales, responsable por casi 40% de la energía consumida en Brasil”.
No solo en Brasil
Una batalla en torno a la energía que no se libra solo en Brasil, sino también –y de forma encarnizada– en Europa.
En esta era del desorden una nueva víctima ha sido el opositor ruso Alexei Navalny, pieza clave de un debate sobre el destino del gasoducto Nord Stream 2, que permitirá a Rusia duplicar su actual suministro de gas a Europa, hasta llegar a 110 mil millones de metros cúbicos.
Al contrario del Nord Stream 1 –en la que, además de la rusa Gazprom participan empresas europeas como la alemana Eon y la francesa Engie–, Gazprom es la única dueña de la Nord Stream 2.
Estados Unidos está empeñado en evitar que se haga realidad un proyecto al cual solo le faltan poco más de 100 km para llegar a destino. En Alemania se ha intensificado la presión, luego de que se acusara a Rusia de haber envenenado a Navalny, sin que el extraño caso haya sido aún aclarado. A pesar de que Rusia permitió que un avión privado lo llevara a Alemania, donde está siendo tratado, crecen las voces que discuten la utilidad del proyecto y usan el caso para argumentar la inconveniencia de aumentar la dependencia europea –y sobre todo alemana– del gas ruso.
En Europa del este
En una época de “decadencia de Europa”, como dice el análisis del Deutsche Bank, otras batallas se libran también en el centro y en el este de Europa, acercándose a la frontera rusa.
Una se refiere a la construcción de un reactor de 1,2 gigawatt en la planta nuclear de Dukovany, en la República Checa, obra estimada en siete mil millones de dólares, recordó la semana pasada el periodista Tim Gosling, en la revista Foreign Policy.
El Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, que visitó el país en agosto, advirtió a los checos que si permiten que empresas rusas y chinas participen de la licitación “pondrán en peligro su libertad y su soberanía”.
No es la única central hacia donde apuntan los intereses de Washington en ese país. También está la de Temelin, donde se planea construir dos nuevas unidades y cuya licitación se disputan la agencia nuclear estatal rusa Rosatom y la empresa norteamericana Westinghouse.
Decisiones que van mucho más allá de lo económico y que dependen, en la República Checa, de disputas políticas entre el primer ministro Andrej Babis, que no cuenta con mayoría en el parlamento, y el presidente Milos Zeman.
Entre las renovadas tensiones está la disputa en torno al gobierno de Bielorrusia, donde miles de personas han salido a las calles protestando por los resultados electorales del mes pasado. Similar a las que, en 2013, pusieron fin al gobierno de Víktor Yanukóvich en la vecina Ucrania y desataron en el país en un conflicto armado que no ha terminado aun. Dos países fronterizos con Rusia, cuyos intereses no es ajenos a los resultados de esas confrontaciones.
Mientras The Guardian se preguntaba –esperanzado– si los manifestantes bielorrusos podrán derribar “el último dictador de Europa”, la BBC mostraba, en un artículo de Cristina J. Orgaz, “como funciona la economía estatizada de Bielorrusia, la última planificada de Europa”.
En su conjunto –dice–, las empresas estatales suponen el 50% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, con un sistema de ayudas que se extiende por toda su economía “haciendo de Bielorrusia un asentado estado de bienestar en el este de Europa”. La salud y la educación son gratuitas y el “el porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de pobreza bajó en 18 años del 41,9% al 5,6% en 2018, según datos del Banco Mundial. Esta es una de las tasas más bajas de Europa. El desempleo entre sus 10 millones de habitantes es bajo y quienes visitan sus ciudades “dicen que están limpias y ordenadas”.
Otra lucha en Europa
Otra lucha se libra en Europa: la de Julian Assange, contra el pedido de extradición presentado por Estados Unidos a Gran Bretaña, donde se encuentra detenido, en condiciones rigurosas, desde que fue obligado a abandonar la embajada de Ecuador, donde había obtenido refugio durante el gobierno de Rafael Correa.
No se trata de un pedido de extradición por haber revelado los horrores de las guerras de Estados Unidos en Afganistán o Irak, sino –según el representante legal norteamericano– por la publicación de nombres de informantes que trabajaban para los norteamericanos, lo que pudo poner en peligro sus vidas.
Con el gobierno de Londres aliado de Washington, con quien espera firmar un generoso acuerdo de libre comercio una vez concluidas las negociaciones –cada vez mas difíciles– del Brexit, las posibilidades de Assange parecen reducirse.
Tampoco su país, Australia –donde la semana pasada el gobierno protestó por la expulsión de dos de sus periodistas de China– se ha preocupado por la suerte de Assange, cuyo juicio seguirá esta semana.
La lucha en América
La elección de Mauricio Claver Carone el sábado pasado en la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) puso fin a la tradición de que la institución fuera encabezada por un latinoamericano y su vicepresidente haya sido siempre norteamericano. Aunque su actual presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno, nació en Estados Unidos, como lo recordó el mismo Claver-Carone.
Es probable que Trump haya postulado a Claver-Carone a la presidencia debido a que había sido anteriormente rechazada su postulación para ocupar la vicepresidencia, recordó el economista mexicano Jacques Rogozinski a la BBC.
Ya entonces era un nombre que causaba resistencias entre diversos miembros del banco, al que los Estados Unidos aporta la mayor cantidad de recursos.
Washington rechazó todas la propuesta hecha por diversos países de la región para posponer la elección y la candidatura de Claver Carone obtuvo pronto el apoyo de países como Colombia, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Paraguay, pese a que Argentina había presentado un candidato que, finalmente, retiró. Según el New York Times, Estados Unidos le ofreció la vicepresidente del banco a Brasil.
Claver Carone recibió 23 de los 28 votos de gobernadores de países de la región. Pero 16 naciones se abstuvieron, entre ellas Argentina, Chile, México, Perú, Trinidad-Tobago y países europeos, lo que representa una abstención del 31,23 %,
Asesor de seguridad de la Casa Blanca, reconocido por sus posiciones de extrema derecha con respecto a la región, particularmente agresivas contra Cuba, Claver Carone se postuló ofreciendo mayores recursos para el banco, que financia importantes obras de infraestructura y proyectos en América Latina.
Violencia en Colombia
En Colombia, la muerte del abogado Javier Ordoñez en manos de la policía desató la ira de los ciudadanos que, la semana pasada, destruyeron un tercio de lo 156 Comandos de Atención Inmediata (CAI), unidades policiales instaladas en Bogotá en 1987, cuando la ciudad era una de las más peligrosas del mundo.
Catorce personas habían muerto hasta el sábado pasado en manos de la policía, que respondió a las protestas con armas de fuego disparando sobre los manifestantes.
“Ni siquiera durante el Paro Nacional del 2019, en el que murieron cuatro personas, las protestas desencadenaron tanta violencia. Ni durante esa ola de protestas, que incluyó casos de abusos policial, la respuesta de las autoridades fue tan violenta”, afirmó el corresponsal de la BBC en Colombia, Daniel Pardo.
Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital (gclopes1948@gmail.com)
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