Brasil no es un objetivo del terrorismo, tenemos que pensar en lo peor

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Entrevista al ministro de Defensa de Brasil Celso Amorim, de Paulo Moreira Leite para la revista ISTOÉ, sobre las contingencias de seguridad ante la próxima Copa del Mundo que se realizara en su país.

 

– ¿Cómo va a actuar el Ministerio de Defensa en la Copa?
– Estamos trabajando bajo la coordinación de la Casa Civil, en gran sintonía con el Ministerio de Justicia y, naturalmente, también con las secretarías estatales de Seguridad Pública.

El principio es que todos tienen que saber de todo. Defensa cumple dos roles. Uno, más específico, es la defensa del espacio aéreo y, de ser necesario, defensa del área marítima. Esto incluye el antiterrorismo. Tendremos también una Fuerza de Contingencia, que puede ser activada en caso de necesidad.

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¿Quién va a decidir cuando esta Fuerza puede ser necesaria?
– La presidencia, a partir de un pedido del gobernador del estado, que será asesorado por un grupo reuniendo a la seguridad estatal, el Ministerio de Justicia y de Defensa, representada por el comandante militar del área. Este grupo va a evaluar si en un determinado lugar la situación se puso difícil, por un motivo u otro, explicando que esto puede exigir la movilización de la Fuerza de Contingencia. Pero quien tiene la última palabra es la presidenta.

-¿Cómo será la actuación de esta tropa?
– Podemos imaginar una actuación similar a la que tuvo durante la visita del Papa. Allí se dio una situación típica. Debido al cambio de Guaratiba a Copacabana, fue preciso delimitar el área en la que emplearíamos la fuerza. Había un cierto nivel de agotamiento de la policía, también.

-¿El gobierno espera alguna amenaza terrorista?
– No, no la esperamos. Brasil no es un objetivo del terrorismo. Pero tenemos que pensar en lo peor y tomar precauciones con relación a esto. Gran parte de este trabajo incluye a la seguridad electrónica.

¿La compra de cazas suecos y la construcción de un cable submarino que viene de Europa sin pasar por los Estados Unidos muestran un alejamiento de la influencia norteamericana?
– Es mejor que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo creo que la comunicación directa habilitada por el nuevo cable submarino ofrece más seguridad que si tuviera que pasar por otro país, sea cual fuere. El tema del espionaje despertó preocupación no sólo en Brasil, también en Alemania, y es objeto de discusión en Europa. Incluso si hablamos de países amigos, cercanos a los EE.UU., es algo obviamente preocupante. No voy a entrar en la parte diplomática, no es mi tema, pero existen dos cuestiones importantes. Una es la protección de la privacidad, que es importantísima, y fue objeto de una resolución de las Naciones Unidas. Brasil y Alemania capitanearon este esfuerzo, el Itamaraty está al frente y nosotros lo seguimos, porque nos interesa.

– ¿Cómo un país como Brasil se defiende en esta nueva situación?
– En primer lugar tenemos que entender que el paso inicial para una buena defensa es tener conciencia de la vulnerabilidad. Yo creo que fui una de las primeras autoridades en reconocer una vulnerabilidad, lo que llevó, en 2012, por un decreto de la presidenta Dilma Rousseff, a la creación del Centro de Defensa Cibernético. Ha funcionado para situaciones especiales, como fue la Rio+20 y la Copa de las Confederaciones. Es preciso hacer justicia con mis antecesores, sin embargo. La creación del centro estaba prevista desde 2008. En 2010, fue establecido de un modo informal.

– ¿Como opera el centro?
– El centro protege al país. Tenemos muchos ataques de hackers. Parecen hackers privados, pero, hoy en día, nunca se sabe. Hasta los privados pueden estar siendo utilizados por alguien. También pueden ocurrir ataques masivos y acciones organizadas de espionaje. Somos concientes que la Defensa nunca tendrá, por sí sola, capacidad para proteger todo en Brasil. Cada órgano importante precisa hacer su parte. La Petrobras tiene que tener su defensa, Itaipú también. Nuestra misión primordial, en materia de Defensa, es defender los propios instrumentos de defensa, los programas estratégicos del área militar. La primera función es protegerse a sí misma. No se puede permitir, como sucedió en aquel conflicto entre Egipto e Israel, que los aviones sean destruidos antes de despegar.

– ¿Quién debe suministrar los equipos para esto?
– Tenemos conciencia que tenemos que hacer esto, en la medida de lo posible, con instrumentos nacionales. Claro que no tenemos capacidad de producir todo. Pero, cuando se trata de un software importado, es importante que el código sea abierto, para que pueda ser modificado. Si no, estamos entregados, totalmente entregados.

-¿El país ha conseguido avanzar?
-Los softwares usados en la Rio+20 fueron desarrollados en Brasil, por empresas brasileñas. Tenemos un proyecto junto con la Finep para desarrollar empresas en este sector, esto también incluye desarrollo del conjunto del gobierno. Hay empresas brasileñas que quieren comenzar, pero, si no tienen escala de producción, no van a competir y serán compradas por empresas extranjeras. Entonces tenemos que crear a escala. No se si las Fuerzas Armadas por sí solas son suficientes para crear esta escala. Es preciso que esta conciencia sea difundida. El conjunto del gobierno crea a escala. Sin ella, una empresa de punta puede ser comprada por una empresa extranjera sólo para ser cerrada.

– ¿Puede mencionar algún caso?
– Tuvimos una empresa ligada a la Petrobras, la Petroflex, que producía un tipo de combustible fundamental, un propelente para nuestro lanzador de satélite. La empresa fue comprada por una competidora alemana, que transfirió la producción hacia Alemania y, cuando fuimos a intentar comprar el propelente, no podía ser adquirido porque estaba en una lista de productos prohibidos.

¿Brasil va a ser vigilado por un Gran Hermano, como en el romance 1984?
– No. No queremos esto.

– ¿Como analiza usted el movimiento por el lanzamiento de la candidatura del general Heleno a presidente?
– El general Heleno es un militar retirado. Es un civil, por lo tanto, en esta condición, tiene todo el derecho de ser candidato. El general fue un excelente comandante de la Minustah, la tropa que actúa bajo el comando brasileño en Haití. Corresponderá a otros juzgar lo que él está haciendo ahora. Es claro que estas figuras son importantes, pero los partidos políticos también son fundamentales para consolidar la democracia.

– ¿Por qué tantos estudiosos dicen que la democratización no llegó a la formación de nuestros militares, que tienen currícula del tiempo de la dictadura y de la lucha contra el comunismo?
– Es necesario distinguir las cosas. Yo cambié bastante el manual ligado a la aplicación de la garantía de la ley del orden. Pero el vocabulario es militar, con términos empleados para cualquier situación. Siguen apareciendo expresiones como “fuerzas opositoras”, por ejemplo, pero el sentido es otro. No se refiere a movimientos sociales, ni estos movimientos son vistos como adversarios del estado brasileño. Esto se lo puedo garantizar.

¿Cuáles fueron los cambios realizados?
– Por ejemplo, se incluyó currícula sobre derechos humanos en todas las escuelas militares, en todos los niveles.

– ¿Existen condenas a la tortura?
– Más allá de nuestras leyes, se enseña todo lo que las convenciones internacionales sostienen sobre derechos humanos. Brasil firmó y ratificó las convenciones contra la tortura y esto es estudiado. También estudiamos derecho internacional humanitario, que es importante para los combates. Yo creo que aún tenemos un problemita en el área del curriculum de la enseñanza media. Hay unos libros obligatorios y algunos facultativos, que a veces incluyen conceptos que no entran en estos aspectos. Pero creo que es preciso darle tiempo al tiempo.

-¿Qué fue lo que cambió en el pensamiento militar?
– No estoy en la cabeza de cada militar. Pero mi impresión general es que el punto de vista dominante, hoy, es que ellos trabajan de una forma profesional y quieren seguir haciéndolo así. No quieren tutelar el país. Yo diría que el hecho de haber otorgado honores militares al presidente João Goulart, no sólo en Brasilia, sino también en Río Grande del Sur, forma parte de esto.

– ¿Como está la relación con la Comisión de la Verdad?
– Excelente. Todos comprendieron que no se quiere investigar al ejército de hoy, sino hechos ocurridos hace 40 años. Los miembros de la Comisión ya nos agradecieron la cooperación.

– Usted presidía la Embrafilme cuando esta produjo “Pra Frente Brasil,” la primera película que denunció la tortura en el régimen militar. ¿Cómo fue aquello?
– Estábamos en el gobierno de João Figueiredo y es claro que yo sabía que sería dimitido después de hacer esto. Pero estaba convencido que era mi obligación, incluso porque el estatuto de la Embrafilme decía que esta debería bregar por la libertad de expresión. La película llevó tres años para su culminación. Tenía imágenes fuertes y shoqueantes, como una escena en que Reginaldo Farias quedaba suspendido de un palo para ser torturado. Aquello salió en la “Manchete” y fue un escándalo. La película fue prohibida antes de su estreno en los grandes circuitos, inmediatamente después de haber sido exhibida y aplaudida en el Festival de Gramado. Pero fue liberada meses después, como un reflejo de la lucha por la democratización de Brasil. Yo ya había sido dimitido, pero llegué a hacer una broma para la época. Había una propaganda de una máquina de escribir norteamericana que decía que esta era “un poco adelantada para nuestro tiempo”. Así era como yo me sentía.
Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte

La ONDA digital

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