En la madrugada del lunes 10, la situación en El Salvador era la siguiente: finalizado el escrutinio primario en más de un 99 por ciento, el FMLN había ganado la elección consagrando a Salvador Sánchez Cerén como presidente por los próximos 5 años. El Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional derrotó a ARENA; ganó por un margen muy estrecho, pero ganó. El Tribunal Supremo Electoral declaró a través de su presidente Eugenio Chircas que el resultado definitivo se daría a conocer el lunes, luego del conteo de cada una de las actas, y que, en vista del reducido margen de diferencia de votos entre los dos candidatos, los partidos deberían abstenerse de realizar demostraciones públicas de festejo hasta tanto se proclamaran los resultados definitivos.
El candidato derrotado, Norman Quijano, no aceptó esta decisión, se proclamó ganador (a pesar de que los resultados oficiales decían lo contrario), exclamó en tono beligerante: “No nos van a robar esta victoria” y explícitamente manifestó: “Estamos en pie de guerra”. No hay que olvidar que ARENA fue fundada por el militar Roberto D’Aubuisson, que fue el creador de los Escuadrones de la Muerte.
En el mismo tono provocador, expresó Quijano su rechazo a los resultados brindados por el Tribunal Supremo Electoral, al que calificó de “comprado y corrupto” y llamó a sus partidarios a salir a la calle “a defender esta victoria”, colocando al país al borde de la guerra civil (con lo que esto significa en El Salvador). Esto se decía cuando faltaba escrutar menos del uno por ciento de los votos, y la ventaja de FMLN era indescontable, faltando contar además los votos de los ciudadanos salvadoreños residentes en el exterior (principalmente Estados Unidos) entre los cuales el FMLN supera el 63%. Esta declaración de guerra de Norman Quijano se formuló después que más de 5 mil observadores extranjeros declararan unánimemente, sin una sola voz discordante, que las elecciones habían sido un ejemplo de transparencia y de apego a la legalidad, que habían transcurrido en absoluta paz y sin que se registrara ningún incidente significativo. Algunos observados internacionales declararon incluso que había sido “el proceso más transparente” que habían presenciado, “un modelo para América y el mundo”. También elogiaron la actitud del Tribunal Supremo Electoral, las medidas que adoptó para asegurar la transparencia del proceso, las normas de seguridad extendidas a todo el país (que se cumplieron sin ninguna falla), así como la idoneidad y eficiencia del sistema electoral.
A través de Telesur hemos podido seguir paso a paso el proceso de recuento de los votos a medida que los iba proclamando el TSE en la noche del domingo y la madrugada del lunes. Fue realmente emocionante, pocas veces he visto algo semejante, tan cambiante dentro de límites muy acotados, con variaciones mínimas en uno y otro sentido, hasta que se fueron consolidando en dirección favorable al FMLN hasta llegar a un final feliz. De ahí la desesperación que ganó a Norman Quijano y sus huestes. Los analistas estiman que su declaración de guerra era a la vez la confesión de su derrota. Con todos los peligros que ello entraña para el futuro inmediato, en un país que necesita la paz por encima de todo, para seguir consolidando los cambios positivos que aparejaron los cinco años de gobierno de Mauricio Funes, el cual accedió a la presidencia con algo más del 52% de los votos, en el primer gobierno de izquierda en El Salvador tras los acuerdos de paz de 1992. Uno de los firmantes de estos acuerdos fue el propio Salvador Sánchez Cerén.
Por las características tan peculiares que revistió este proceso, conviene examinarlo en detalle. Las primeras cifras del escrutinio primario daban la ventaja a la Alianza Nacional Republicana. Con poco más del 11% de los votos escrutados, ARENA tenía el 50,39% y el FMLN el 49,61%. Con 21% de los votos escrutados, la diferencia se mantenía en la misma dirección: 50,32% a 49,68%. Lo mismo acontece cuando se llega al 30% de los votos escrutados: 50,18% a 49,82%. Adviértase que las diferencia son mínimas, referidas a décimas y centésimas de un punto porcentual (0,64% y 0,36%, respectivamente).
Cuando se llega casi exactamente a la mitad de los votos, las tendencias se emparejan: 50,00% para cada lado. Y luego la corriente se invierte. Con 56% de los votos escrutados, 50,08% para el FMLN y 49,92% para ARENA. Con leves fluctuaciones intermedias, estos porcentajes se mantienen para el 77% de los votos escrutados. Cuando se sobrepasa el 84% de los votos, la ventaja se acrecienta ligeramente: 50,13% a 49,87%; y se mantiene al alcanzar prácticamente el 92% de los votos. Con el 97% de los votos la relación es de 50,15% a 49,85%, y se estima que la diferencia de 0,30% corresponde a alrededor de 8.200 votos. Las cifras difundidas en la madrugada del lunes, con 98,31% de las actas escrutadas, daban 50,10% para Sánchez Cerén y 49,90% para Norman Quijano. Las últimas cifras hechas públicas, con más del 99% de los votos escrutados, marcaban más de 5 mil votos de ventaja para el FMLN.
¿Por qué se redujo el margen de la victoria obtenida por Mauricio Funes cinco años atrás? Se han señalado, tentativamente, las siguientes causas. Una, el tema de la inseguridad, de las pandillas (“maras”), por más que el gobierno ha hecho ingentes esfuerzos con iniciativas múltiples por reducir este problema y buscar soluciones sociales para los sectores juveniles que las integran. De hecho, la criminalidad se redujo bajo el actual gobierno. Otra causa consiste en que la oposición explotó a su favor la crítica situación imperante en Venezuela alegando que un nuevo gobierno del FMLN tendería a reproducirla en El Salvador. Una tercera, la ofensiva de las grandes patronales, que se jugaron decididamente por el candidato de ARENA, amenazando a sus trabajadores con el despido si votaban por el Frente. Otro factor es que el candidato Quijano se mimetizó, y prometió aplicar y continuar las medidas emanadas del gobierno de Funes. Por otra parte, los votantes de Saca (que fue la tercera opción en la primera vuelta) probablemente se volcaran mayoritariamente hacia Quijano, a pesar de que Sánchez Cerén se dirigió a ellos, al igual que al conjunto de la oposición, con la máxima amplitud, proponiendo acciones conjuntas por aspectos programáticos de contenido nacional.
En última instancia, si a pesar de todas las dificultades el FMLN ganó, es porque han calado en la población las medidas adoptadas por el gobierno de Funes en defensa de las grandes masas, particularmente en el terreno de la educación, de la salud, de la producción de alimentos, de la reducción de la pobreza y la indigencia, y también del descenso de la criminalidad, aunque éste sigue siendo un grave problema. Se ha dicho con razón que en la elección se enfrentaron dos programas opuestos, y que el del FMLN se caracterizó por su propuesta de un modelo social y en beneficio de los sectores tradicionalmente excluidos y marginados como los campesinos pobres, los ancianos, las mujeres y los niños, que en el actual gobierno fueron beneficiarios de programas como el de agricultura familiar, pensiones básicas y medidas dedicadas a los alumnos de las escuelas públicas, consistentes en el vaso de leche, uniforme, útiles y calzado.
El candidato vencedores el indicado para extender y profundizar la labor realizada en esos terrenos, tarea que realizará en conjunción con el vicepresidente electo, Oscar Ortiz, actual alcalde de la ciudad de Santa Tecla, una de las más pobladas del país. En cuanto a Sánchez Cerén, tiene antecedentes bien conocidos. En el actual gobierno se desempeñó como vicepresidente y además en los primeros años fue ministro de Educación ad honorem, y como tal gestor principal de las mejoras alcanzadas en ese terreno, consustanciales con su vocación inicial de maestro y dirigente de las organizaciones gremiales del magisterio.
Posteriormente se afilió a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), uno de los grupos constitutivos del FMLN. Sánchez Cerén fue uno de sus comandantes, y su firma luce al pie de los acuerdos de paz suscritos por la guerrilla con el gobierno en 1992. Ya en el período de paz, fue electo diputado a la Asamblea Nacional legislativa, y su actuación fue decisiva para lograr importantes reformas a la ley general de educación, a la que regula la actividad docente y la educación superior, y también la adopción de leyes en beneficio de la Universidad para reparar las infraestructuras dañadas por los terremotos de 2001.
Tras su ya referida actuación como ministro de Educación y vicepresidente de la República, está llamado a acceder ahora, a partir de junio, a la primera magistratura de El Salvador, en el segundo gobierno del FMLN.
Por Niko Schvarz
*Periodista y escritor uruguayo
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