La inteligencia rusa no parece funcionar

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Las agencias de espionaje rusas comenzaron a preparar la invasión de Ucrania desde junio de 2021, dice un informe del Royal United Services Institute, Rusi, compilado utilizando fuentes que incluyen documentos capturados. También informa que el jefe de la inteligencia exterior rusa, SVR, le dijo a Vladimir Putin que se necesitaba más tiempo para prepararse antes de atacar, y pidió que se retrasara la invasión. Su solicitud fue denegada.

La acción de las agencias de espionaje en la invasión, según relata BBC en base a un informe de RUSI, fue básicamente entrar como grupo de choque en las áreas ya ocupadas por Rusia, pasando a controlar a los funcionarios de inteligencia ucranianos, interceptar comunicaciones y hacer investigaciones sobre el terreno en ese momento dominado por Rusia.

El personal de estas agencias también descargó los discos duros de las computadoras del gobierno para identificar a las personas pro-Kiev para arrestarlos e interrogarlos; no hay indicios de que esto haya sido hecho en forma masiva. Asimismo, se ocuparon de desplegar unidades de guerra electrónica para aislar las partes ocupadas de Ucrania del mundo exterior.

Aunque BBC titula la información afirmando que la inteligencia rusa superó la actuación del ejército ruso, y esto puede ser así, en verdad su personal actuó como grupo de choque y no en operaciones de inteligencia ni análisis de información.

El informe de 39 páginas de RUSI se titula “Lecciones preliminares de las operaciones no convencionales de Rusia durante la guerra ruso-ucraniana, febrero de 2022-febrero de 2023”, y pretende ser una advertencia a los gobiernos occidentales sobre el alcance de las operaciones encubiertas rusas para subvertir un país objetivo.

Allí se afirma que «es evidente que los servicios especiales rusos lograron reclutar una gran red de agentes en Ucrania antes de la invasión y que gran parte del aparato de apoyo ha permanecido viable después de la invasión, proporcionando un flujo constante de inteligencia humana a las fuerzas rusas», pero no da ejemplos de esto. El informe también consigna casos de tortura a ucranianos, no para extraer información sino para amedrentar a la población, con el mismo principio bélico con que se bombardearon edificios de vivienda y sistemas de distribución de electricidad, y se mataron premeditadamente a civiles.

La “red de agentes” reclutada por los rusos antes de la invasión permitió la formación de grupos operativos temporales que se centraron en ciudades objetivo como Melitopol. A medida que avanzaban las fuerzas rusas, los oficiales del FSB incautaban los registros del gobierno ucraniano de la sede local, y descargaban los discos duros de las computadoras que luego les permitían crear listas de quién trabajaba para el Estado y dónde vivía. Los registros casa por casa resultaron luego en arrestos e interrogatorios en sótanos que incluían tortura. Rusia siempre ha negado múltiples acusaciones de abusos contra los derechos humanos en Ucrania.

Al menos 800 funcionarios ucranianos fueron cooptados para trabajar para la inteligencia rusa, FSB; algunos voluntariamente y otros bajo coacción, se afirma. Al mismo tiempo, las unidades de guerra electrónica trabajaron para cortar el acceso a la televisión, la radio e Internet de Ucrania, aislando aún más a la población en las áreas bajo ocupación. El FSB, afirma el estudio, evaluó que solo necesitaban controlar el 8% de la población para someter un área.

El panorama general que argumenta el informe es que las agencias de inteligencia y seguridad de Rusia han logrado un mayor grado de éxito en Ucrania que su ejército, que ha sufrido numerosos reveses. Pero estas acciones de fuerza y amedrentamiento nada tienen que ver tienen con la labor de inteligencia propiamente dicha. Su más evidente fracaso en ese campo es que su evaluación original, dada al presidente Putin, era que las fuerzas rusas serían recibidas con los brazos abiertos y que el gobierno de Kiev colapsaría rápidamente. Eso resultó ser catastróficamente incorrecto para Moscú.

En términos generales, que el servicio de inteligencia se equivoque de manera tan gruesa en su pronóstico, habiendo tenido todas las condiciones para alimentar su formulación, muestra a un Estado que simplemente carece de inteligencia confiable. Sea esto por incapacidad o, por lo que dice el informe: «Los servicios especiales rusos carecen de la honestidad para informar con precisión sobre sus propios esfuerzos. Parece haber un problema sistémico de sobreinformar los éxitos propios y ocultar las debilidades a los superiores». El resultado es el mismo.

Y el sistema lo condona, según se preocupa de señalar el informe, con el caso del general ruso en la inteligencia militar GRU que estuvo a cargo general del envenenamiento de Salisbury en 2018 con el agente nervioso Novichok, en un intento fallido de matar a un desertor de la KGB, Sergei Skripal. A pesar de que se expuso la operación y se identificó públicamente a los presuntos culpables, ese general no fue destituido. En cambio, ha sido ascendido.

Por Marcela Brun

 

 

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