Brasil trajo a China a la puerta de casa

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El mundo diplomático ha seguido con notoria atención el viaje y contenido de la visita de Lula da Silva a China este mes de abril, porque marca al menos el inicio de un cambio cualitativo en las relaciones internacionales, abriéndole al escenario una alternativa a la polarización para este continente, con enunciados que encabezan prioridades para el subdesarrollo. El presidente chino Xi Jinping las reiteró para la oportunidad: desarrollo cualitativo, sano y estable de las relaciones que sean clave para la paz, estabilidad y prosperidad mundiales.

En la bienvenida a Lula, Xi alumbró los pasos a dar con retórica de Confucio: “Estoy feliz de encontrarme una vez más con mi viejo amigo en Pekin, en esta época en que la primavera florece”: felicidad por la vieja amistad que equivale a certeza, se abren las puertas de la casa, que es confianza, y se esperan florecimientos, o sea, acuerdos que sean avances en la relación hacia nuevos frutos.

Lula visita Huawei
Lula visita Huawei

No solo es un tema comercial, aunque hayan acordado aumentar el intercambio: China es el mayor mercado de Brasil desde el 2009, y el acento hoy está puesto fundamentalmente semiconductores y abrir en América Latina camino para la Ruta de la Seda. En su nombre China retoma el propósito con que el que consolidó su camino hacia el Mediterráneo y sus mercados en los 200 ac, y en él se basa la actual política exterior china, cuya consecución fue causa fundamental para que Xi recibiera un excepcional tercer mandato.

Hoy, la Ruta de la Seda está integrando a 21 países de Europa y 5 de Medio Oriente. Puede darse por seguro que Brasil pasará a integrar esa red, abriendo camino hacia otros países del continente, y ya se anunció que China construirá infraestructura: un sistema de Metro en San Pablo, y la revitalización de la sexta generación de un programa para la construcción conjunta de un satélite que controle la situiación en el Amazonas aunque esté nublado, informando de deforestación e incendios. Además, que China instale en Brasil “cosas nuevas; no que compre de lo ya instalado”, señaló Lula. En su visita a la planta central de Huawei, lo esperaba una cartelería en portugués, y una exposición sobre el desarrollo de las capacidades tecnológicas chinas.

Otro hito del encuentro fue la coincidencia en el uso de una moneda alternativa al dolar –en este caso, el yen y el real– para el intercambio comercial. Ambos países integran, junto a Rusia, India y Sudáfrica, una alianza llamada BRICS, que desde 2001 reúne a las mayores economías de países emergentes. El banco que facilita esas operaciones, NBD (Nuevo Banco de Desarrollo), tiene sede en Shangai, y en esta etapa está presidido por la ex presidenta brasileña Dilma Roussef. En el encuentro protocolar con ella, Lula no sólo defendió el uso de moneda alternativa, sino que definió criterios marcadamente distintos a los de la banca occidental: abundó en críticas al modelo tradicional de financiación de las instituciones financieras internacionales y destacó su no vinculación con el FMI. Además, señaló que el NBD fue planteado como una institución multilateral global para combatir la desigualdad. “Los bancos deben tener paciencia y ser tolerantes a la hora de renovar sus acuerdos de financiación. Ningún gobernante puede trabajar con un cuchillo a la garganta porque gobierne un país endeudado. No le corresponde a un banco asfixiar las economías de los países como lo está haciendo el FMI con Argentina”. El lema del banco es “negociar, construír, compartir”. Y aunque no se ha percibido difusión local del tema, Uruguay está entre los cuatro primeros países que ingresaron al NBD, junto a Bangladesh, Egipto y Emiratos Arabes Unidos, aceptados formalmente en 2021.

El respaldo mutuo entre China y Brasil implica confianza China en el desarrollo de sus relaciones con el Sur global, para el cual China quiere ser indispensable. Las relaciones internacionales han ocupado las actividades de Xi desde que asumió su tercer mandato el 10 de marzo. No visitó provincia china alguna, pero sí Rusia, y además recibió las visitas no solo de Lula sino también del presidente de Francia Emmanuel Macron y de la presidenta de la Unión Europea Úrsula von der Leyen, y está al viajar el presidente del gobierno de España, Pedro Sanchez.

El entretejido internacional seguirá en mayo, con una cumbre con los mandatarios de las ex repúblicas soviéticas de Kazakhstan, Kyrgyztan , Tajikistan, Turkmenistan y Uzbekistan, limítrofes con China, y que en 2021 expresaron temor a presiones rusas. Esos temores fueron disipados en enero 2022, porque se reunieron con China y ésta puso una amplia meta para el desarrollo de su comercio con la región, de 70.000 millones de dólares para 2030. Luego se cumplirá el décimo aniversario del lanzamiento de la Ruta de la Seda y habrá nueva ocasión de que Lula y Xi se junten (tal vez en Brasil, adonde lo invitó) para el 50 aniversario de las relaciones entre ambos países.

Este despliegue sigue al sorpresivo logro diplomático de China, al auspiciar que Irán y Saudiarabia (cliente estratégico de la industria de armamento de EEUU) establezcan relaciones diplomáticas. A esto se están agregando influencias pacificadoras y de desarrollo en Yemen, con lo que China pasa de ser un socio comercial de Medio Oriente a ser “socio estratégico integral”. En ese rumbo quieren Lula y Xi las relaciones con este continente.

 

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