A tu alrededor somos capas sobre capas, una sobre la otra como Matrioshkas.
Difusas, sucesivas y extensas desde abajo de los pies hasta lo infinito intangible de las sondas Voyager.
El sentido común es solo una cuestión de escala. La ceguera es la trayectoria.
Una hormiga no recrea a gigante calamar porque no conoce la profundidad del mar.
La creatividad te lleva a esos lugares bien alejados de lo estático donde te encuentra únicamente la imaginación.
La ausencia de dios es más factible que la existencia de una nave nodriza escoltado al Sol.
El horizonte son tus ojos. Tus ojos hoy son iris de cámara registro digital sin necesidad de guardar datos biométricos.
Tu corazón construye lo artificial. La inteligencia artificial no necesita corazón aunque tenga más conciencia emocional que tu latido carnal.
Tus tesoros son biológicos no humanos con el mismo derecho de existencia universal que una piedra, león o vos.
Las sondas Voyager en el espacio interestelar reclutan información para descifrar.
En el barrio cumpliendo tu verdad, esperas que el supermercado abra barato o que no se te cierre el Abitab para poder soñar.
Por Andrés Legnani
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