ICE de Trump y los Einsatzgruppen de Hitler

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El genocidio de Gaza obliga a rever la historia de un período muy terrible de la humanidad, el de la Shoa, y la lección, inamovible hasta hoy, del nunca más. Hoy los polos esencialmente contradictorios parecen juntarse, en contra del sentido común que hubiéramos querido que prevaleciera. Solo quedan las alas del espíritu crítico, y a su vuelo quiere aportar esta serie de cuatro notas.

Nota 1 de 4

Por Jesse Mackinnon *

La similitud más profunda entre lo que Trump está haciendo ahora y lo que Hitler fue capaz de lograr reside en la capacidad burocrática de convertir medidas extraordinarias en administrativamente ordinarias.

En el último mes, el ICE lanzó una campaña de reclutamiento de una magnitud y persistencia inusuales. Los informes documentan correos electrónicos enviados a agentes de condado en Florida, contactos con personal de FEMA, solicitudes dirigidas a empleados federales jubilados y cambios de política que amplían el rango de edad para los solicitantes mucho más allá de los cuarenta años.

La campaña no se presenta como una medida de emergencia, sino como una expansión permanente, posible gracias a una asignación de $170 mil millones para la aplicación de la ley migratoria bajo la administración Trump. La dirección del ICE ha presentado esto como necesario para cumplir con la misión de la agencia. Los líderes locales de las fuerzas del orden, particularmente en Florida, han expresado irritación e inquietud, objetando que el gobierno federal eluda sus estructuras de mando y expresando preocupación por la posible pérdida de oficiales capacitados en las filas del ICE.

La explicación práctica es sencilla: el ICE intenta aumentar rápidamente su fuerza laboral para cumplir con el objetivo político declarado de la administración Trump de expulsar a aproximadamente 20 millones de latinos de Estados Unidos. En 2024, Donald Trump describió a estos individuos como «envenenadores de la sangre» del país. El modelo de reclutamiento —sus objetivos, su estructura institucional, su omisión de intermediarios locales— refleja patrones visibles en el registro histórico de los Einsatzgruppen, las unidades móviles de exterminio nazis desplegadas en Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial. La comparación no es un exceso retórico. Es un estudio de método. La pregunta no es si el ICE actual es equivalente a los Einsatzgruppen. Es si la lógica de construir una fuerza para una aplicación extraordinaria de la ley tiene características recurrentes que deberían generar alarma histórica.

Los Einsatzgruppen surgieron del aparato de seguridad de las SS mientras Alemania se preparaba para la invasión de la Unión Soviética en 1941. Según Richard Rhodes en Masters of Death, se formaron a partir de un grupo ya existente de oficiales de policía, agentes de seguridad y funcionarios. El reclutamiento fue muy selectivo. Se buscaba a hombres con experiencia en policía, inteligencia y mando militar por su capacidad para operar bajo órdenes y dentro de una rígida jerarquía. La historia demuestra que no eran simples voluntarios fanáticos. A muchos se les contactó a través de redes profesionales, se les ofrecieron puestos que prometían estatus y ascensos, y se les colocó dentro de una estructura que normalizaba sus asignaciones como trabajo estatal legítimo.

Stefan Kühl, en «Organizaciones ordinarias», subraya que los Einsatzgruppen operaban según las rutinas de la administración burocrática. Las órdenes se redactaban en un lenguaje formal, en términos de seguridad y mantenimiento del orden. Las misiones se enmarcaban como tareas operativas, no como cuestiones morales. A los hombres se les decía que combatían el «bandidaje» o la «actividad partisana», categorías que borraban la condición de civiles de sus víctimas. Este era un mecanismo central para reclutar y retener a los participantes: la transformación del asesinato en una tarea técnica, integrada en las prácticas habituales de una organización.

En Modernidad y el Holocausto, Zygmunt Bauman identifica esto como un sello distintivo de la violencia burocrática moderna. El Holocausto no fue un brote de salvajismo irracional, sino el producto de sistemas diseñados para traducir las directivas políticas en procesos administrativos manejables. Los Einsatzgruppen fueron un ejemplo de cómo reunir una fuerza letal con profesionales comunes, capacitarlos para pensar en términos técnicos en lugar de morales y desplegarlos con mínima coerción manifiesta.

* Jesse MacKinnon es profesor de historia de secundaria y se postula al Congreso por el décimo distrito de California. Se enfrenta a un candidato demócrata en ejercicio en las primarias debido a la renuencia de los demócratas del Congreso a oponerse significativamente a la administración Trump.

Pie de foto: Babi Yar es un barranco en Kiev, la capital ucraniana, escenario de una serie de masacres perpetradas por las fuerzas alemanas y colaboradores nazis locales durante su campaña contra la Unión Soviética. La más notoria y mejor documentada de estas masacres tuvo lugar a finales de septiembre de 1941, cuando 33.771 judíos fueron asesinados en una sola operación. La decisión de exterminar a todos los judíos de Kiev fue tomada por el gobernador militar, el mayor general Kurt Eberhard, el comandante de policía del Grupo de Ejércitos Sur, el SS-Obergruppenführer Friedrich Jeckeln, y el comandante del Einsatzgruppe C, Otto Rasch. (Foto de: Pictures From History/Universal Images Group

 

 

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