Francia: ¿operación “cosmética” frente a la llegada masiva de refugiados?

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La ‘guerra del aire’ contra el Estado Islámico, ¿una operación “cosmética” frente a la llegada masiva de refugiados?  ///  La solución militar que propone Francia y defiende García-Margallo beneficia a al-Assad, tendrá unos costes de cerca de 300 millones de euros mensuales, suscita reticencias dentro de la UE y será probablemente rechazada por China y Rusia.

Europa está decidida a dar un paso más en la lucha contra el Estado Islámico. O, al menos, esto es lo que piensa hacer Francia, que se ha visto casi inmediatamente secundado por el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García-Margallo. El lunes, el presidente francés, François Hollande, manifestaba su intención de que la aviación gala no sólo siga participando en los bombardeos de las bases del grupo terrorista en Irak, sino que extienda también sus operaciones a la vecina Siria. Y este martes, García-Margallo ha pedido a la comunidad internacional que dé “cobertura legal” a estos ataques, para que España pueda participar en una hipotética “solución militar” a la crisis que vive Oriente Medio.

Estos planteamientos, que han sido respaldados por los editoriales de varios medios de comunicación europeos, han suscitado bastantes suspicacias tanto entre los diplomáticos como entre los especialistas en Relaciones Internacionales.

FC.En su opinión, es cierto que las palabras de Hollande y Margallo podrían estar marcando un punto de inflexión en la postura que Francia y España han mantenido durante el último lustro respecto a la situación de Siria, y que se ha venido caracterizando por un notable grado de inacción. Pero, por otra parte, también es muy posible que todo esto no sea más que otra declaración de intenciones, y que no haya ningún cambio significativo en la política de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos en lo que se refiere a Siria y al Estado Islámico.

Una respuesta inadecuada
Tal y como subraya Barah Mikail, analista de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), Francia ha hecho pública su intención de atacar a los terroristas en sus bases sirias en un contexto marcado por la afluencia masiva de refugiados, y después de que la publicación de las fotografías del pequeño Aylan – el niño sirio de tres años ahogado frente a las costas de Turquía cuando trataba de llegar a Grecia con su familia – haya hecho que la opinión pública europea se haya empezado a cuestionar la actitud de los gobiernos frente al conflicto.

Dicho de otro modo: en un momento en el que, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) Europa deberá acoger cerca de 850.000 demandantes de asilo procedentes de Oriente Medio hasta 2016, hablar de combatir por medio de una operación militar al Estado Islámico equivale a decir que la barbarie implantada por los yihadistas en Siria e Irak es la única razón que ha motivado la actual crisis humanitaria. Y que, por lo tanto, una vez que Occidente haya derrotado al Estado Islámico, los refugiados podrán volver a sus casas.

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“Los bombardeos anunciados por Francia son una operación cosmética de cara a la opinión pública, pero no suponen una solución ni realista ni adecuada a corto y medio plazo. El verdadero problema es el trasfondo de guerra civil que vive Siria, y para eso se necesita una solución política que implique a todos los actores involucrados, empezando por el régimen de Bashar al-Assad. Aunque las atrocidades que han cometido son muchas, no se puede responsabilizar sólo a los yihadistas de todo lo que está pasando”, señalan fuentes cercanas al Ministerio español de Asuntos Exteriores.

Raqqa, ¿un objetivo prioritario?
Esto supondría que intensificar los ataques aéreos contra los yihadistas en Siria sería, a priori, una medida insuficiente si no viene acompañada de una serie de actuaciones de gran calado que permitan establecer un proceso de paz estable y duradero.

De hecho, la ‘guerra en el aire’ – este es el nombre con el que ha bautizado a los bombardeos la prensa árabe- ya se ha venido llevando a cabo sobre los cielos sirios desde comienzos de año. A diferencia de las operaciones en Irak, efectuadas por una coalición en la que participan varios Estados europeos y que cuenta, entre otros, con el respaldo logístico y financiero de España, la alianza que hasta ahora ha operado en Siria está formada por un grupo de actores regionales entre los que destacan Turquía, Arabia Saudí, Jordania, Qatar y Marruecos.

El liderazgo, eso sí, recae en Estados Unidos, y a dicha alianza se ha sumado recientemente Gran Bretaña tras matar a tres yihadistas en un controvertido ataque efectuado por medio de un dron. Ahora bien, todos los participantes se han mostrado tradicionalmente bastante recelosos respecto a la ‘guerra en el aire’. En primer lugar, por su coste: se calcula que los bombardeos les cuestan a los contribuyentes estadounidenses y europeos en torno a 300 millones de euros al mes.

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En segundo lugar, porque se teme que los miembros del también conocido como ‘Daesh’ (que en árabe quiere decir “los que causan malestar”) respondan con campañas de atentados en Europa y Estados Unidos por medio de ‘lobos solitarios’. Y en tercer lugar, porque parece que las operaciones tampoco parecen seguir una estrategia bien definida. A falta de que el Comando Central (CENTCOM) estadounidense establezca unas directrices si finalmente se intensifican los ataques contra el Estado Islámico, son muchos los que han empezado a especular sobre cuáles pueden ser los objetivos de los bombardeos.

En este sentido, todas las miradas apuntan a un mismo lugar: la ciudad siria de Raqqa, cercana a la frontera con Irak, que el Estado Islámico ha convertido en capital y corazón de su Califato tras conquistarla en 2013. Desde luego, podría ser un objetivo de primer orden, dado que sirve como cuartel general de la cúpula yihadista. Pero también es un núcleo urbano en el que viven unos 500.000 civiles que podrían ser utilizados como “escudos humanos”.

Libia e Irak, dos precedentes peligrosos
Por otro lado, y como apunta Margallo, lo deseable sería que los bombardeos tuvieran el respaldo legal de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, algo que parece muy difícil a la vista de la postura de China y de Rusia, que prefieren apoyar al régimen de al-Assad. En opinión de Margallo, bastaría con un acuerdo en el seno de la OTAN o de la UE, pero esto tampoco parece muy fácil de conseguir, ya que para ello se requiere la unanimidad de los Estados miembro, y algunos, como Alemania o los países de Europa Central –los mismos que están recibiendo a la mayoría de los refugiados- se muestran reticentes.

Un ejemplo paradigmático lo constituye la propia España. Según Barah Mikaïl, no es la primera vez que las palabras de Margallo se contradicen con las decisiones del jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, que hasta la fecha ha venido defendiendo un enfoque basado en las negociaciones políticas y ha preferido mantenerse relativamente al margen del conflicto.

Pero aún hay más. Los expertos coinciden en que no se puede aplicar a Siria un planteamiento como el que se puso en marcha en Libia, en el que los bombardeos de la OTAN – que estableció una zona de exclusión aérea con el respaldo de Naciones Unidas- contribuyeron a provocar en unos diez meses la caída de Gaddafi, pero en la que la comunidad internacional no tomó ninguna medida con vistas a la posguerra. Lo que se necesita es impulsar un proceso de paz en un país en el que, al margen del Daesh, existe otra treintena de facciones enfrentadas entre sí. Y para eso hay quien cree que podría terminar siendo necesaria una intervención terrestre.

No obstante, un despliegue de este tipo – ya fuese de soldados occidentales o de una fuerza regional formada por tropas de Irán, Turquía o Arabia Saudí- no haría más que empeorar la situación, ya que generaría un fuerte rechazo entre los sirios e implicaría recrear un escenario parecido al que siguió a la invasión estadounidense de Irak en 2003. Desde luego, esto no es lo que quieren Washington ni sus aliados. “Y, menos aún, y pese a lo que diga el ministro, sin una resolución de la ONU que les legitime frente a lo que se puede considerar una quiebra del principio de no injerencia”, dicen desde Exteriores.

Al-Assad, el más beneficiado
¿A quién beneficiará, entonces, la operación cosmética que proyecta Hollande? Probablemente, a Bashar al-Assad, que se ve reafirmado como un actor político clave. Aunque Francia insiste en que el dictador sirio no puede seguir en el poder, lo cierto es que ninguna solución política como las que se prevén en el plan de transición democrática de Staffan de Mistura puede adoptarse al margen del régimen de Damasco, que sigue controlando la tercera parte del territorio. Al- Assad, que cuenta además con el apoyo de Irán, tiene también margen para tratar de poner en práctica su propio plan de transición, consensuado con Rusia, y que incluye dialogar solamente con lo que considera “la oposición legitimada”, es decir, la que no se ha alzado en armas contra él.

Por David González/ ARN Digital

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