Por si algo faltó para instalar al Frente Amplio en 1971 como el partido político de la esperanza, la dictadura cívico-militar sometió a la novel organización a un bautismo trágico. Según cifras que se manejaron en esa época, Uruguay tuvo el mayor porcentaje de presos, torturados, exiliados y trabajadores despedidos por su filiación política, con respecto a su población, entre todas las dictaduras de América.
Tuvimos 300.000 votos en 1971, en medio del hostigamiento de las bandas parapoliciales que quemaban comités, apaleaban pegatineros y militantes, y en medio de los avisos de la prensa «seria», sobre la invasión soviética que se avecinaba si ganaba el FA.
También estuvo la amenaza de la invasión de la dictadura brasileña, plan del cual hoy sobran documentos oficiales.
Esos 300.000 votos se tornaron en personas perseguidas durante los 11 años de tiranía. Los que enfrentamos organizadamente a los conspiradores antidemocráticos, llevamos la peor parte.
La más grande epopeya de resistencia empezó con la Huelga General contra el Golpe de Estado. Decenas de miles ocuparon sus lugares de trabajo y estudio, en defensa de las instituciones democráticas. Mientras hacíamos la huelga, esperamos vanamente que llegaran las acciones y declaraciones contra el golpe de otras organizaciones como la Cámara de Industrias, la Asociación Rural, la Unión de Exportadores, la Federación Rural. El pueblo comprendió rápidamente a qué nos enfrentábamos, y quienes eran aliados y quienes eran enemigos de la democracia.
Hoy pasaron 42 años desde que empezó la pesadilla. Luego del restablecimiento rengo de la democracia en 1985 con dirigentes proscriptos, vivimos 20 años de negación de la barbarie por parte de los gobiernos rosados. Las mayorías blancas y coloradas negaron la justicia. Por tanto negaron la búsqueda de desaparecidos, de los niños robados, la reparación de las víctimas. Fue complicidad.
Cuando el Frente llegó al gobierno, traía entre el bagaje de pertenencias exclusivas, el apoyo de aquella resistencia democrática, junto a las indelebles cicatrices del horror sufrido. La columna de la resistencia es uno de los pilares centrales que conforman la amalgama social y política frenteamplista. En 2006 el gobierno comenzó la reparación de las víctimas con la aprobación de dos leyes principales, en consonancia con lo que toda la jurisprudencia nacional e internacional nos enseñaba. Esto fue así a pesar de la opinión publicada en contra de esa reparación de algunos de los y las principales dirigentes del Frente Amplio.
Pasados unos años, se hicieron notorias algunas carencias. Con mucha lentitud, el Frente Amplio reaccionó y estudió la situación haciendo intervenir a muchos actores. Vio la luz un documento que reconoce la necesidad de redactar una nueva ley para incluir las víctimas no reparadas. Todos los grupos del FA con representación parlamentaria acordaron un camino de soluciones en el año 2013. Hoy termina el año 2015 y nada se sabe de aquel acuerdo.
Es grave lo que nos pasa. El FA no puede fallarle a la columna de la resistencia.
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14 INFORME COMISION SOBRE REPARACIONPor Andrés Gesto
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