La Facultad de Ciencias con nuevo Decano y nuevos “acentos”

Tiempo de lectura: 21 minutos

Diálogo con el Dr. Juan Cristina

– ¿Cuándo se inicio su decanato?

– Estoy desde el 7 de julio, hace un mes y medio, más o menos.

– ¿Cómo encontró la Facultad al ingresar en esta responsabilidad?

Diálogo con el Dr. Juan Cristina– Yo ya la conocía bastante porque hacía muchos años que era miembro del Consejo de la Facultad. Obviamente que es un honor para mí que mis compañeros me hayan propuesto y que haya sido elegido por unanimidad. Encuentro que estamos en un momento muy esperanzador en la Universidad. Es un momento en el cual hay grandes líneas trazadas, en las cuales creo que nosotros – como Universidad del Estado, dado que somos la Universidad pública por excelencia – tenemos varias líneas muy esperanzadoras en cuanto a grandes transformaciones de la Universidad. Esto ha cambiado – en mi opinión – para bien en los últimos años. Le puedo mencionar desde el proceso de descentralización de la universidad hacia el Interior del país, que estimo que es algo capital para nuestra institución y en lo cual nuestra Facultad va a estar muy comprometida. De hecho, ya viene trabajando fuerte en ese sentido, de pasar a ser lo que dice nuestro nombre: la Universidad de la República, que es lo que pretendemos. Un proceso de crecimiento efectivo y necesario para la sociedad a la cual nosotros nos debemos.

Creo que ha habido transformaciones – en los últimos años – en cuanto a los temas relacionados con la investigación – por ejemplo – con la creación de una Agencia Nacional de Investigación, por primera vez. Hay varias cuestiones a nivel general en este sentido que incidirán en la Facultad. Lo que nosotros estamos tratando de hacer ahora es que la Facultad realmente tenga un papel, al contrario de lo que había pasado en los últimos años, tenga un papel muy activo.

– ¿Usted tiene un proyecto propio a desarrollar en su periodo como Decano? 

– De hecho yo elaboré una propuesta de lo que pienso hacer, donde están todos los rubros. En este sentido por primera vez estamos elaborando un Plan de Desarrollo Estratégico que parte de la propuesta que hice para el Decanato, pero que involucra a todos los actores de la Facultad.

Este  Plan de Desarrollo con metas a dos y cuatro años, que es lo que pretende la Facultad. Brevemente, tiene varios de los programas de investigación, los programas de enseñanza, los programas de extensión universitaria, los programas de relacionamiento con el sector productivo y muchos otros. Si usted me pregunta ¿cuál es el acento?, yo le diría que la Facultad – por sí sola – tiene el 20% de los investigadores que están catalogados en el Sistema Nacional de Investigadores. Es decir, que como institución sola tiene un peso muy importante en un programa en el cual los investigadores han sido catalogados por comisiones – incluso externas – al país. Yo tengo una gran confianza, una tremenda fe en las posibilidades y en la fuerza que tiene esta Facultad, con vocación de estar al servicio del país y de la sociedad que – dicho sea de paso – es la que también apuesta a nosotros con sus impuestos. Cuando a la Facultad se le critica – y no digo que seamos perfectos, ni mucho menos – pero le puedo asegurar que, si hay algo que sobra en la Universidad, son discusiones, si hay algo que nos caracteriza – le puedo asegurar – que es discutir. Acá no hay ninguna complacencia. A veces creo que discutimos de más.

Fíjese que en el Anuario (que recientemente imprimimos) usted tiene hasta dónde yo he firmado y hasta dónde se ha invertido el último peso que la sociedad nos ha dado. Cuáles son los programas, cuánto dinero lleva cada uno, quiénes somos, quién hace qué cosa. Y me parece que eso es una obligación moral que uno tiene. De decir, bueno, “nosotros recibimos ciertos dineros, con esos dineros, ¿qué se ha hecho?” Usted tiene ahí absolutamente todo, está toda la información. El Anuario es de distribución libre. O sea que nosotros sí rendimos cuenta hacia la sociedad.

En cuanto a los temas que más me preocupan o dónde yo haría el hincapié más grande o dónde yo pondría más el acento es en lo vinculado a los temas de enseñanza y la enseñanza de grado en particular. Estos temas son relevantes en una institución que tiene hoy 1.500 estudiantes, aproximadamente entre 360 o 390 docentes y unos 105 funcionarios, y un edificio con 18.000 m2 que debe ser atendido. Estos datos pueden dar la proporción de lo que estamos manejando.

– ¿Cuando usted habla de poner el acento en la enseñanza, en la enseñanza de grado, está hablando de calidad?

– La calidad nuestra es buena en las asignaturas que nosotros damos y quiero decirle porqué. Porque tengo conocimiento de decenas de estudiantes – tanto los míos como los de otras ramas, cualquier rama del conocimiento – cuando se van al exterior, les va bien. Quiere decir que algo hemos hecho. Porque cuando uno sale del país y va a otro lado, no reciben a cualquiera.

– ¿Esto es una forma de medir calidad?

 – Ahí se mide. Yo le puedo contar de estudiantes míos, que no eran ni recibidos, o que hicieron toda la formación conmigo, que ahora son profesores en el College Medicine de Estados Unidos, otros en universidades de Canadá y así puedo dar varios ejemplos. Hay otros que están provisoriamente. Por ejemplo, en la Universidad de California Berkeley. Creo que la formación que damos es buena. Con eso no quiero decir que el mundo espera por nosotros. Sería una complacencia. Yo creo que tenemos problemas que tienen que ver – algunos – con el sistema educativo en general que tiene nuestro país, otros que son más particulares. En este sentido tenemos que poner un acento en la formación de grado, en cuanto a que el mundo ha cambiado y que – evidentemente – exige nuevas formas de formación, exige cambios en lo que uno necesita conocer para tener una formación básica que le permita desarrollarse en las disciplinas científicas.

Pensemos que hoy estamos en la sociedad del conocimiento, que vino para quedarse. Si usted se fija que el poder en el mundo, el dominio en el mundo, ya no está relacionado con materias primas, ya no está más relacionado con tener capitales, los capitales van y vienen. Los uruguayos tenemos plena experiencia de que hoy – en el mundo – las cosas son muy rápidas y – básicamente – los países desarrollados basan su predominio y el bienestar de sus pueblos en el conocimiento científico tecnológico. Para que usted tenga una idea: si nosotros pensamos que un país desarrollado tiene el 2% de la población económicamente activa dedicada a lo que hoy se llama I + D (que quiere decir Investigación + Desarrollo), es decir, el área de las ciencias y las tecnologías de un país. Ellos tienen el 2% y en el sistema internacional de investigadores debemos ser unos 1400 – supongamos – nosotros llegamos, con suerte, al 1 x 1000 de la población económicamente activa. Entonces, eso habla de la necesidad de lo que realmente necesitamos formar. Esa es nuestra gran preocupación y es nuestra responsabilidad como institución que tiene –hasta el honor – de estar en la Constitución de la República.

– ¿Y ustedes – además – se llaman la Facultad de Ciencias? O sea que tienen preponderancia en las ciencias básicas,  debieran ser en el universo de la sociedad – los primeros.

– Pienso que nosotros hacemos lo que nos corresponde hacer, aunque compartimos también con otras facultades, muchas áreas, como debe ser. Y quizás deberíamos compartir más, incluso con otros estamentos del Estado con los que tenemos intereses comunes.

– Decano, existe en las últimas décadas en el Uruguay y en estos días en particular un discurso, desde el Estado, donde se hace mucho énfasis en la necesidad de las ciencias, de la innovación, del desarrollo científico. ¿Usted y esta Facultad piensan que están dando repuesta a esos requerimientos? 

– Ciertamente sí, a pesar de que nuestro Estado – quizás – no sea un Estado que tome decisiones rápidas. Si usted toma la evolución de los últimos años, aparecen datos que nos permiten conocer que – realmente – hay una idea. En el Estado en general; se va tomando conciencia y también en la sociedad en general. Porque – en definitiva – las estructuras políticas representan – también – el sentir de una sociedad en un momento histórico determinado. Yo tuve la oportunidad de asistir a la reunión que tuvimos en el departamento de Tacuarembó con el presidente de la República y el señor vice-presidente, allí me parece que ellos lo dicen muy claramente. Por parte del gobierno, también se va generando un sentimiento de que la ciencia y la tecnología – en el Uruguay del Siglo XXI – deben jugar un papel muy distinto del que jugaban antes y de que eso es capital. Porque – indudablemente – no es un tema sólo del Uruguay. Hoy, el valor más grande que pueda tener un pueblo, es la formación de su gente. Porque cuando hay buenas ideas, los capitales aparecen. Nuestra obligación moral es preparar – efectivamente – a las nuevas generaciones y para eso estamos acá. Porque estos muchachos que hoy son estudiantes son quienes efectivamente nos reemplazarán.

– ¿Cuál es su opinión sobre la solicitud de un 6% del PBI para la educación?

– Creo que si lo miramos históricamente,  nosotros pasamos en un período de gobierno a que la Universidad (si recuerdo bien las cifras) pasara a tener un 0.8 del PBI… Eso ha permitido transformaciones – cualitativamente – muy importantes. Tal como le dije – por ejemplo – el proceso de descentralización no hubiera sido posible sin esos guarismos. En realidad ahora lo que estamos pidiendo, es pasar – en el período de gobierno – (es una opinión mía personal como miembro del Consejo Directivo Central) es pasar del 0,8 – en este nuevo período y siguiendo la misma estrategia, al 1% del PBI, lo cual parecería un presupuesto razonable para una Universidad del tamaño de la que hoy tenemos. Obviamente, pienso que muchas veces nosotros nos basamos en el asunto de mirar los números. Pero también debemos recordar que muchos de nosotros – incluso públicamente – también hemos pedido una reforma de la Ley Orgánica que permita ser más efectivos, no sólo en la ejecución sino en los logros finales de los programas que nosotros impartimos.

– En referencia a la Ley Orgánica; ¿Por qué piensa que hay que reformarla? 

– Creo que usted no me puede pedir efectividad, cuando yo estoy regido por una ley de cuando yo tenía dos años. O sea, creo que pedir efectividad, con una ley cuyos valores permanecen, pero cuya organización académica es de 1958. ¡Ese mundo no existe! Imagínese las otras empresas del Estado.

Imagínese usted una empresa telefónica hoy con una ley que la rija creada 1958. ¿Usted podría pedirle efectividad?. Ahora bien, nosotros no cambiamos las leyes. Las leyes las cambia el Parlamento Nacional, ¿verdad? Entonces – desde mi punto de vista personal – creo que los valores que dieron lugar a esa ley, van a prevalecer, pero creo que con una relectura de cómo esos valores universitarios que nosotros consideramos muy buenos, pueden tener una lectura adaptada al siglo XXI.

En la medida en que usted tiene grupos de investigadores muy buenos, incluso investigadores uruguayos que hay que traer del exterior. Tener en cuenta que atrás de ellos, vienen las empresas, las grandes farmacéuticas, etc, etc. Pero si para traer a alguien se precisan dos millones de dólares, y se dice; ¡eso es un disparate! ¡Son casi cuatro o cinco kilómetros de carretera!. Esto debe ser contextualizado bien – para que el común de nuestro pueblo – no pueda parecerle que es demasiado.

Fíjese que en el Interior, en Paysandú – un pueblo agroalimentario –hemos comprado tecnología de punta que nos salió 500 mil dólares. Usted dirá que es mucho. Sin embargo yo creo que es poco, pero depende de las metas que usted quiera tener. Estamos tratando de instalar un laboratorio de bioseguridad en Salto, de los cuales en el Uruguay no existe ninguno – no es que esté en la Universidad, sino que no existe ninguno – y eso le va a salir entre 400 y 500 mil dólares. ¿Eso es mucho? No sé. Cuando usted tenga una epidemia de aftosa, me dirá sí es barato o es caro. Se lo digo como un ejemplo.

Obviamente que el Estado tiene muchas necesidades y las comprendemos, pero también el tema del Estado uruguayo no es sólo si invierte o no invierte una cantidad determinada de dinero, sino que hay que trabajar también  en ver si podemos ser efectivos.

– ¿Sobre este tema en el ámbito de la Universidad se ha avanzado?

– Si, creo que hemos avanzado y creo que existe un consenso muy importante. Pero ahora llegó el momento de concretar.

– ¿Como se están desarrollando las instancias que Udelar y su Facultad están teniendo de cursos en el Interior?

– La Universidad de la República, se ha descentralizado – en principio – en tres sedes que son regionales, al norte involucra a Salto, Paysandú, parte de Río Negro, parte de Artigas; una regional noreste con sede en Rivera, que abarca Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo y estamos construyendo el edificio para la instalación de la Universidad en Maldonado a la que le llamamos Regional Este. Ese proceso de descentralización lleva a que las distintas sedes también tengan una especie de ejes temáticos prioritarios. La idea es no repetir lo de Montevideo, aunque – por supuesto – puede haber carreras que se den en más de una sede.

– ¿Ustedes participan  en los tres regionales?

– Nuestra Facultad está en las tres regionales y apostamos a estar mucho más, todavía.

– ¿Y qué están haciendo allí?

– Por ejemplo en este proceso, la Facultad está apostando tanto a nivel docente, como de investigación. Por ejemplo: tenemos ahora una relación muy fuerte con el centro universitario de la Regional Este – en el que una cantidad muy importante de colegas – creo que un muy buen grupo de investigación – se van a trasladar a la Facultad de Maldonado, para trabajar en el área de ciencias ambientales, ecología – para decirlo de una forma bien acotada.

– ¿Vinculada con el medio, en este caso?

– Si, vinculada con el medio. En realidad, el CDC define ejes temáticos que atienden a las demandas regionales. Porque una de las cosas importantes de los procesos de regionalización, es que usted empieza a trabajar en las temáticas del lugar, en las temáticas que demanda la sociedad. Obviamente, los municipios demandan de acuerdo a las necesidades locales y – entonces – se empieza a hacer también investigación en temas que – quizás – nosotros, aquí en Montevideo, no los vemos. En la Regional Nordeste, con sede en Rivera, tuvimos una experiencia muy buena en una Tecnicatura de Recursos Naturales, cómo se gestionan, cómo se preservan, etc. Y nos ha ido tan bien que ahora la hemos pasado a Licenciatura. Este es un ejemplo. En la Regional Norte, instalamos un laboratorio de biología molecular – no había ningún laboratorio de biología en el Uruguay que hiciera investigación por fuera del Santa Lucía. Instalamos un laboratorio en Salto con docentes que están – recién – investigando. Entonces – por ejemplo – hay virosis emergentes que están en la zona norte del país y que – indudablemente – se pueden atacar. De hecho estamos trabajando – si bien es un laboratorio universitario – junto con otros estamentos del Estado – que comprenden el Ministerio de Salud Pública – para intentar crear este laboratorio de bioseguridad que pretende atacar tanto enfermedades humanas, zoonosis y todo ese tipo de cosas. En esta oportunidad la Universidad, en el presupuesto que envía al Parlamento, prevé una partida – que yo diría que tiene cifras nunca vistas – es la primera vez que la Universidad apuesta a dar una partida de dinero muy importante, exclusivamente para la Universidad en el interior del país.

– ¿O sea que van a dedicarse recursos específicos para los centros del interior?

– Si, en el período anterior también lo hemos hecho, pero ahora se va a reforzar.

– ¿Y cómo encuentra la disposición de los docentes y los investigadores a trasladarse?

– En nuestra Facultad ha habido una vocación de apostar a este proceso. Creo que en los docentes jóvenes que – en realidad – es lo importante, tener gente de futuro y con fuerza, ha sido importante. Nuestra Facultad, además, – por las disciplinas que cultivamos – tiene gran plasticidad para adaptarse a las demandas de investigación regionales. Veo con mucha esperanza, para muchos de nuestros docentes jóvenes, esta nueva etapa. Pienso que augura  cambios importantes. De hecho – personalmente – en mis conversaciones con los docentes jóvenes lo recomiendo altamente, dado que es un proceso que el Uruguay lo necesita imperiosamente.

– Usted ha mencionado en este diálogo que pretende colocar algunos “acentos” en la vida de esta facultad durante los próximos cuatro años de su  decanato.

– Si, la enseñanza de grado, tenemos que hacer ahí transformaciones que nos permitan –no sólo – colocarnos como una enseñanza universitaria moderna. Por ejemplo hay procesos de horizontalidad. Históricamente nuestra Universidad está organizada como bloques monolíticos. Nosotros estamos tratando – por un lado – hacer que esa formación tenga más capacidad para el estudiante, dentro de ciertos carriles, porque nos corresponde a nosotros, como sus mayores, guiarlos, hacer procesos que sean horizontales. Por ejemplo, en materia científico-tecnológica. Hoy un muchacho que tiene 18 años no sabe si entre las ciencias le gustan las matemáticas, pero también la física o la química, o quizás la ingeniería. Entonces creo que hay que romper esos compartimentos estancos.

– ¿Hay una disposición que ahora permite cambiarse durante el primer año?, 

– Si. Estamos yendo a que el estudiante no entre “encasillado” sino a que – cada vez – tenemos que avanzar en que sea una enseñanza que permita converger con distintas formaciones y que el estudiante sea cada vez más un estudiante de la Universidad (si usted quiere dentro un área de la Universidad) y no de esa educación monolítica que no permitía canjes. Por ejemplo, necesitamos que todas nuestras carreras estén “creditizadas” y estamos trabajando en ese sentido. Creditizar, abrir nueva formación. Por ejemplo, ahora estamos abriendo formaciones que ya tienen mucho que ver directamente con toda el área de lo que es la gestión – incluso de emprendimientos productivos – pero con un enfoque de sustentabilidad; o carreras que tienen que ver con las ciencias ambientales, con los recursos naturales que – como usted sabe – en el país en todos esos temas, la población tiene experiencia directa de la importancia que tienen esas formaciones por hechos recientes.

Hay todo un sector de formaciones que están relacionadas con la biotecnología que el Uruguay necesita desarrollar imperiosamente; tenemos la Maestría en Biotecnología; hay toda un área que – en mi opinión personal – va a tener un impacto tremendo que es … (para que lo pueda entender, en realidad le tengo que pedir perdón a mis colegas) De la unión de las ciencias biológicas y la informática, salen nuevas disciplinas que van a crear un impacto impresionante.

Nosotros tenemos en el Uruguay, en la Facultad – junto con otros estamentos – el potencial, ya hoy, de dar formaciones que – incluso – se reconoce la calidad de nuestra gente en el exterior. En el Uruguay, la bioinformática y  todo lo que está alrededor de ese conjunto, en la genómica, tenemos la posibilidad de dar un salto cualitativo muy grande.

 Uno de los problemas que más me preocupa son los temas relacionados con la deserción de los primeros años de los estudiantes.

– ¿Es alta en su Facultad?

– Es alta. Mi vocación me lleva a plantearme que quisiera una deserción mínima, porque uno aspira a formar gente. Creo que ese es uno de los problemas que tenemos que abordar.

– ¿Es ascendente, o es un fenómeno que tiene una cierta estabilidad, la deserción?

– Varia con los años. Pero si hablamos de porcentajes, me parece que aun es un porcentaje importante. Dicho con el mayor de los respetos, yo creo que el “talón de Aquiles” del sistema educativo uruguayo – por múltiples razones y no estoy echándole la culpa a nadie – es la enseñanza de las ciencias. Fíjese lo que es la enseñanza de las matemáticas, de la física, de la química…

– Usted se refiere a la enseñanza media.

– Si, exactamente. En la enseñanza media. Entonces considero que – obviamente – ese cambio para los muchachos de la enseñanza media a una Facultad, es un cambio radical. No obedece sólo a estas causas – creo – el proceso de deserción que nosotros lo estamos estudiando en detalle ya que no es la única Facultad en la que esto pasa. En ese sentido, nosotros estamos en condiciones y pretendemos contribuir con las autoridades de ANEP en utilizar nuestros cuadros para contribuir a estos hechos. Aquí existe una gran vocación, una gran preocupación del cuerpo docente de la institución, por contribuir con las autoridades de la enseñanza media en estos temas. Estos temas hay que hablarlos claramente. Yo – sinceramente – pienso que hay indicios reales de que las ciencias básicas son un talón de Aquiles y nosotros tenemos la obligación de atender este fenómeno.

Existen otras causas que sería largo hablar y que también influyen en los jóvenes de hoy. Como sus mayores que somos – primero tenemos la obligación de entenderlos, son de otra generación, que vivieron otra historia, con cambios a nivel mundial de todo tipo y que a mí me produce una honda preocupación, porque yo quiero que los estudiantes sigan.

Me parece que – además de estudiar ciencias (no sólo por lo que hablamos de lo que la ciencia significa a nivel social, sino por lo que a uno cuando tiene la vocación, le implica a nivel personal) – la ciencia es la oportunidad de aprender más, la oportunidad de aprender a pensar y tiene mucho que ver con la construcción de ciudadanía, de la libertad, del libre pensamiento. Y tiene muchas más cosas que uno lo ve en la tarea que nosotros estamos haciendo y con la cual nosotros contribuimos con el resto del sistema con nuestro granito de arena.

Le puedo mencionar – como ejemplo –  que hemos contribuido – en parte y con el sistema escolar – reproduciendo ecosistemas  del Uruguay, donde las maestras pueden venir y tener a disposición libros didácticos con los que pueden enseñar sobre el ciclo del agua, pueden ver los planetas y temas de astronomía, pueden aprender muchas cosas sobre ecología, ciencias ambientales. Ya más o menos – en este programa – nos visitan 3.000 escolares por año y esperamos – en este período – llegar a 6.000. Trabajamos con las escuelas de la zona – que usted sabe que estamos en un barrio muy especial – tratando de llevar la ciencia hacia la sociedad.

En cuanto a los estudiantes, yo diría que esa es una gran preocupación. En este periodo el acento del Decanato va a estar en la parte de enseñanza. Creo que hay otras cosas, pero me parece que es nuestra obligación el intentar comprender a una generación.

Yo ahora tengo también el honor de participar y de dar cursos de 1er año a muchachos que llegan recién salidos de preparatorios y se encuentran con nosotros. También ahora la nueva Ley de Educación abre nuevas posibilidades para el abordaje de estos temas. 

– ¿Es significativa la emigración desde su Facultad?  

– Emigran más de los que desearíamos, si bien ha habido ahora – en los últimos tiempos – la creación de la ANII con becas de Maestría, becas de Doctorado y otros programas; el Sistema Nacional de Investigadores les da un subsidio a los investigadores, todas esas cosas, han permitido cambios cualitativos muy significativos.

– Pero sigue habiendo emigración…

– Quizás no tan acentuada. Son muchachos jóvenes, que se van a estudiar al exterior, a alguna universidad famosa europea o norteamericana, eso no es una pérdida. Usted me puede decir: “¡pero, ustedes los formaron, toda la plata. !” No. El tema no es que se vayan, el tema es – después – recuperarlos. Eso es lo que tenemos que hacer. Yo le puedo dar una lista de personas, como ejemplo, sin dar nombres.

– Usted mismo, trabajó afuera y volvió.

– ¡Estuve muchos años fuera del país! Quizás demasiados.

– Y volvió.

– Si. También uno vuelve por distintas razones. Pero mi época no tiene nada que ver con ésta. Yo pienso que ésta época no es lo mismo para los muchachos que lo que fue para mí. Incluso cuando volví. Cuando volví no había nada, yo tuve que empezar de cero.

– La emigración de profesionales de la ciencia hoy, ¿se debe a las deficiencias como país, de la academia, del aparato productivo que no les da oportunidades, o a los atractivos más fuertes que tiene en otras partes del mundo?

– Yo creo que el atractivo juega un rol fundamental.

– ¿No es responsabilidad sólo nuestra?

– Muchos de nuestros amigos que están en Europa o en Estados Unidos, trabajando en primera línea, son científicos uruguayos. Yo creo que todo el mundo quiere volver. Eso sólo lo comprende el que ha vivido mucho tiempo afuera. Uno empieza – a veces – hasta a idealizar cosas y uno quiere volver, porque somos gente apegada a la tierra, a las tradiciones, a un sentimiento de familia, a una serie de cosas. Todos los países tienen sus cosas. Pero, ¿cuál es el problema? Que todo eso – sin inversión – no se puede hacer. Le menciono dos casos, sin decir los nombres: uno estaba trabajando muy exitosamente en temas que son de investigación básica, pero que están relacionados con Alzheimer y con autismo; otra colega estaba trabajando en Malaria. El mercado de lo que usted puede hacer para Malaria, es un mercado mundial; lo que usted puede hacer para Alzheimer, cuando usted instala grupos fuertes que – obviamente – requieren una inversión, ellos son los atraen a las inversiones de empresas de gran porte. Porque por algo están ahí. ¿Por qué están ahí? Porque recogen de las universidades a la gente que – realmente – les hace la diferencia. Entonces creo que va un poco por ahí. Obviamente, la Facultad – de por sí – no puede crear 400 cargos más nuevos, porque eso es impensable en un país de estas dimensiones. Pero puede hacer otras cosas. Ahora, eso también va a depender de cuánto queramos invertir y apostar a esas cosas. Todavía hoy creo que – en muchas áreas – tenemos mucho por hacer y la prueba está en que nuestros colegas triunfan en el exterior, o sea que algo debe haber, ¿no?

– Generalmente se maneja una cierta discusión crítica sobre la Universidad con el sector productivo. En el caso concreto de ustedes, ¿cómo es en este sentido?

– Nosotros tenemos proyectos de relacionamiento con el sector productivo y – ojalá – pudiéramos tener más. Con respecto a lo que usted dice, hay cuestiones históricas que se dieron no sólo aquí. En Europa – en su momento – había períodos en los que existía un divorcio entre la academia y la industria. Eso hoy no existe más. Tanto en Europa, el Instituto “Pasteur” francés – un Instituto académico por excelencia – tiene incluso en algunas sedes (por ejemplo “Pasteur Melièu”, que es una empresa privada) – empresas que hacen y venden vacunas. Es decir, hay cosas que yo creo que se han superado. Necesitamos – ambas partes – superar cuestiones culturales, tanto los empresarios como la academia. Le cuento –básicamente – una experiencia mía personal. Yo trabajaba en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y – alrededor de donde está el edificio nuestro – es una de las concentraciones más grandes de empresas de biotecnología del mundo. No había ninguna necesidad de estar ahí. Es lo mismo que el Silicon Valley. ¿A quién se le ocurre querer montar eso en un pedazo de arena, en un desierto y porqué se montó ahí? Está ahí porque está en Stanford.

Nosotros ahora aquí tenemos en el mismo predio universitario instalado el Instituto “Pasteur” – por ejemplo – que es el único Instituto “Pasteur” de América Latina. Nosotros tenemos la ocasión, tanto en el sector productivo público como en el privado. Evidentemente esto es algo que tenemos que trabajar, porque también creo que – en el mundo de hoy – las empresas exitosas tienen un sector de I + D. Eso también significó un cambio cultural en la empresa y creo que es inevitable – en el mundo de hoy – tender a ese esquema.

Por nuestra parte – por el contrario – tenemos una vocación de relacionamiento con el sector productivo, público y privado, nacional y – de hecho – lo hacemos. También tenemos Núcleos de Alta Tecnología que brindan servicios externos, hay varios laboratorios que brindan servicios externos a la industria y tenemos la vocación de hacerlo de una manera más efectiva. Hay planes de instalación de un Parque Científico Tecnológico junto con otros estamentos del Estado aquí en esta zona de la Facultad, tenemos también ahora una relación muy estrecha con el Instituto “Pasteur”. Entonces creo que ese es el camino, porque en la medida que uno también inserta en las empresas públicas y privadas gente con una formación y una visión científico-tecnológica, logra también un cambio cultural y genera empleos genuinos. Fíjese que incluso en los países desarrollados, el sector de las Biotecnologías, es uno de los sectores que crea más puestos de trabajo genuinos. Y creo que – a nivel nacional – se tiende hacia el mismo esquema.

– En los últimos meses casi todas las facultades de la Udelar han designado nuevos Decanos, una primera percepción estaría mostrando que han accedido a estos cargos una nueva generación de profesores.  

– Si. Evidentemente hay – por lo menos en nuestra Facultad – uno pertenece a otra generación. Y efectivamente varios colegas más – afortunadamente – han sido nombrados ahora con esta responsabilidad.

– ¿Esto puede dar lugar a una nueva impronta a la Universidad?

– Estamos apostando a eso y no sólo los Decanos, sino las autoridades centrales. Pienso que sí, en la medida que propulsemos cambios que permitan que nuestra Institución tenga un marco adecuado al siglo XXI, podremos hacer significativas contribuciones. 

– ¿Los políticos los llaman? ¿Los parlamentarios les han pedido para visitar la Facultad? ¿Se han interesado por la Facultad?

– Este es un país pequeño. No sólo están todos invitados sino que – por las propias disposiciones universitarias – una de las funciones de la Universidad es asesorar a los poderes públicos.

– Yo me refería si le han pedido para dialogar con usted, para visitarlo, para conocer la Facultad en esta etapa.

– Algunos lo han pedido. Nos gustaría que fueran muchísimos más y confío en que esas instancias se van a dar. A mi me parece importante porque – en definitiva – nuestros representantes nacionales, son también algo a lo que nosotros nos debemos y son los que hacen las leyes que nos rigen y ya ve que en una cantidad de temas en los que hay una necesidad muy importante de que el sistema político uruguayo tome cartas en el asunto, que no depende sólo de nosotros.

– Dentro de la Facultad, ¿qué es lo que usted tiene que resolver con más urgencia en estos días?

– Sobre lo que tengo una gran preocupación son algunos problemas de infraestructura.

– ¡Pero ustedes están en el edificio más nuevo de la Universidad!

– Es un error eso.

– Pero fue el último que se construyó

– Es inexacto. Lo que sí son los Anexos que usted ve. Eso sí, tiene razón. Si usted quita la Torre (los 18 pisos que tenemos aquí), el resto sí es cierto que se construyó a un esquema. El problema de la Torre es que es un edificio que ya estaba aquí cuando yo era niño. Yo soy del barrio. La Torre iba a ser un hogar estudiantil. Entonces, si bien es un edificio reformado, luego de estos 20 años empieza a tener sus problemas. Tenemos una Facultad de Ciencias en un edificio de apartamentos, lo cual no es bueno para los laboratorios que hacen investigación experimental. Estamos tratando de solucionar esos problemas, sobre todo por razones de seguridad. Me refiero no a los sectores de la Facultad que hacen investigación teórica, porque para eso está perfecto el edificio, sino a los laboratorios que hacen ciencia experimental. Usted va a ver que son bajos, no tienen más de dos pisos y son a lo largo, horizontales. La Facultad sí tiene un edificio nuevo y yo no estoy haciendo una crítica. La División Arquitectura de la Universidad hizo lo que pudo, ¿verdad? No es culpa de ellos. Pero hay que poner las cosas en su justo término. Cualquiera que tenga mi edad y que sea e barrio, sabe que este esqueleto está acá desde tiempos inmemoriales. Y empieza a tener problemas. Por eso se rajan las baldosas, etc. Si usted me pregunta por los temas urgentes que me preocupan, la Torre por un tema de seguridad. Usted puede pensar que es un tema menor, pero eso es depende de cómo lo mire, ¿no?

Otro tema importante que tengo en agenda, es la Extensión Universitaria. Estoy trabajando con el Claustro, tenemos nuevos programas que permiten a los estudiantes utilizar las tareas de relacionamiento con el medio, como una herramienta más en su formación. Y la tarea – quizás – más importante que tengo este próximo mes es que la Facultad está en un proceso de discusión, desde su plan de desarrollo a cuatro años. Esa es mi tarea más importante, donde va a haber una discusión en todos los ámbitos y que termina en una gran Jornada de Discusión en donde todos los estamentos de la Facultad se ponen de acuerdo en las líneas maestras que la Facultad va a seguir en los próximos cuatro años. Esa es mi preocupación fundamental, pero como usted ve, tengo otras preocupaciones más mundanas pero no menos importantes.

– ¿Por el Decano de una Facultad pasan todos los temas de una institución como esta?

– Todos, todos. Es nuestra obligación, ¿verdad? Obviamente que hay una parte que lo maneja el Consejo, donde todos los compañeros lo ayudan. Sería imposible. Esto no es una obra de un solo hombre o de una sola mujer (en el caso de mis amigas Decanas). Uno tiene un grupo de asistentes académicos y tiene sus compañeros del Consejo de su Facultad. Tenemos un Consejo gobernado, con representación de los estudiantes, de los docentes y de los egresados de la Facultad. O sea, pienso que el Consejo es la autoridad máxima de la Institución. De hecho yo – hoy – no tengo más que palabras de agradecimiento al Consejo y al Claustro de la Facultad y a los funcionarios, sin los cuales sería imposible sacar esto adelante.

– Decano, ¿queda algo que usted quiera subraya, enfatizar y que nuestras preguntas no hayan abordado? 

– Lo que desearía dejarles como un mensaje general, es que tenemos que preocuparnos mucho por la educación de nuestros muchachos. Tenemos que poner un énfasis en que ellos son nuestra razón de ser y creo que son una generación capital para el éxito o el fracaso del Uruguay de nuestros nietos. Y este no es un mensaje como docente nada más; me parece que ahí está el quid del asunto y ahí está la apuesta y – realmente – yo tengo una gran preocupación y quisiera trasmitirla. Nosotros no somos genios, simplemente somos hijos de ese sistema público. Yo nací en una familia humilde, fui a la escuela de aquí del barrio y me serví de ese sistema público que me permitió estudiar y me considero un privilegiado, en ese sentido. Por supuesto que no me regalaron nada, le puedo asegurar. Entonces hay que tener una gran preocupación porque, o formamos bien a esta generación o perdemos el tren del futuro del Uruguay. Realmente, yo creo que depende de lo que nosotros hagamos con esta generación: si nos sale bien, yo creo que – es más – no nos bajamos del tren. Pero no podemos cometer ningún error. Esta es – globalmente – mi gran preocupación.

El Dr. Juan Cristina tiene 53 años; es Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de la República y se doctoró en Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid. Postdoctorado en el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas del National Institute of Health en Estados Unidos. Además es consultor del Organismo Internacional de Energía Atómica, investigador Nivel III de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, y docente Gº 5 del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (PEDECIBA), 

LA ONDA® DIGITAL