Por Oribe Irigoyen
Quinto estreno del cine uruguayo en el año
El estreno del largometraje “Acné” de Federico Veiroj es el quinto título del cine uruguayo que se presenta ante el público en la cartelera montevideana, lo que señala un buen estado de lozanía y afianzamiento de la producción nacional. En efecto, a las novedades de “Hit”, “Polvo nuestro que estás en los cielos”, “Matar a todos” y “Destino final” se suma ésta que ofrece distintas particularidades para el análisis. Por lo que tiene de representativo y a la vez de singular la visión de sus imágenes.
La adolescencia es un incordio
“Acné” narra la experiencia cotidiana de un adolescente de 13 años en el Montevideo de los años 90. una ubicación temporal que el film no dice, pero sí muestra en la presencia de los modelos de automóviles, pero sobre todo en la ausencia de elementos simbólicos y representativos de los tiempos actuales: la bendita computadora persona y el maldito teléfono celular, de los cuales no aparecen ni rastros en las imágenes. Además está el hecho de que no importa la ubicación de época, por cuanto la adolescencia es además de un estado universal del ser humano, también un proceso existencial poblado de problemas en todas las épocas, sobre todo si se la considera en una historia individual.
En ese marco de generalidades, ocurre en el film que su protagonista llamado Rafael Bregman ( Alejandro Tocar ) es hijo de una familia judía acomodada del barrio Pocitos, quien a lo largo de las secuencias asiste al divorcio de sus padres, se despide con mucho pesar de su mejor amigo que se marcha a vivir en Israel, pero cuyas mayores inquietudes y problemas es sufrir de acné, lo que provoca una especial inseguridad en quien posee una naturaleza dulce y tímida. Las granulaciones en el rostro lo hacen sentirse poco agraciado y nada atractivo para las chicas, lo llevan a obsesionarse en sus primeras experiencias sexuales y a planificar cuidadosamente su primer beso de amor con una compañera de estudios que le quita el sueño. Hacia objetivo orienta su vida cotidiana, mientras percibe los cambios físicos de su cuerpo y los reclamos de la testosterona.
Personaje y circunstancia – la adolescencia con acné, que no es nada fácil – es vista por el film en sus detalles cotidianos, a través de múltiples escenas autónomas e independientes, en las cuales Rafael Bregman, luego de sufrir numerosas desventuras, sinsabores e incomodidades, con algunos alicientes que lo apartan momentáneamente de su problemática granulosa, como imitar a su padre, jugando a las cartas, tomando whisky o fumando, llega a culminar un proceso – porque eso es el film más que una historia – en el cual realiza su experiencia sexual en un prostíbulo, no logra su primer beso de amor con la compañera de estudios, pero sí con alguien más interesante.
Una marca de fabrica
Aunque no se trata de una película, según ha declarado su director, resulta evidente que el contenido del film está contaminado por la propia experiencia juvenil de Federico Veiroj, que por otra parte es autor asimismo del libreto, quien ha sido autor de una docena de corto metrajes, entre ellos uno titulado “Bregman, el siguiente” ( 2004 ), protagonizado por el mismo personaje y con contenido temático que evidencia formar parte del proyecto de “Acné”, elaborado durante 8 años, aunque rodado como unidad autónoma.
El corto tuvo una prestigiosa recorrida internacional, ganó varios premios y fue seleccionado por m{as de 60 festivales. Estos datos, aparte de ilustrar acerca de un curriculum personal, tienen otra importancia vinculada a lo que transmite el largometraje, lo cual delata un espíritu creativo o intención expresiva que resulta una suerte de marca de fábrica o en el orillo de la productora uruguaya Control Z Films: una predilección temática dirigida al universo juvenil, un estilo cinematográfico de dominante tragicómica, una desestimación de la narración clásica o del contar una historia en su sentido fuerte, como lo demuestran los anteriores títulos producidos por Control Z: “25 watts”, “La perrera” o incluso “Whisky” que no es film sobre la juventud, pero que como los otros citados su contenido no trata de una historia narrado sino de un proceso vivencial.
La razón fundamental de esa comunión entre “25 watts”, por ejemplo, y “Acné” proviene de que el hacedor de esta última, Federico Veiroj es hombre de la casa, participa de las mismas inquietudes y gustos estéticos de ella. Veiroj integra los cuadros creativos de la firma desde su creación como productora, fue actor secundario en “25 watts”, formó parte de su dirección, fue continuista en el rodaje de “Whisky”, su corto “Bregman, el siguiente” fue producido por el sello y la mayoría del equipo técnico y artístico de “Acné” pertenece a Control Z.
Un excelente protagonista
El film se mueve en la cotidianidad del personaje para dar la experiencia de alguien que se transforma, de la inseguridad al aplomo, del prostíbulo al beso de amor buscado, de los granos en la cara a la normalidad conquistadora. Ese cambio o transformación surge a través de las imágenes sin que resulte evidenciado expresamente por el libreto del propio Veiroj, a través de ese estilo de sumar numerosas escenas autónomas que obran por acumulación, si se quiere de modo sutil, pero en esa virtud existe acaso la penitencia, el film resulta llano, pese a los acertados aderezos de humor, dejando la sensación de que se le pueden quitar secuencias, sin que pierda sentido o contenido o por el contrario se le pueden sumar otras escenas con el mismo resultado.
Esa falta de crecimiento, énfasis o relieve en lo que se cuenta, termina por restarle interés al conjunto de la película, aunque ofrece, desde luego, por parte del director un atractivo planteo de encuadres con cámara fija – otro rasgo distintivo, la ausencia de movimientos de cámara -, se apoya en una descripción acertada de exteriores del barrio Pocitos, resuelta por la fotografía en colores acorde con lo que dice el film de la siempre destacada iluminadora Bárbara Alvarez, muestra de igual modo un pulso firme para narrar. Y, por último, descansa en el buen rendimiento del elenco para comunicarse con y persuadir al espectador, dentro de cuyos intérpretes se distingue de manera notoria la espontaneidad, frescura y ternura mediante la cual Alejandro Tocar viste y encarna al personaje de Rafael Bregman, pese a no tener ninguna experiencia anterior como actor. Lo suyo resulta de un enorme interés para comunicar las vicisitudes de un adolescente con granos en la cara.
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