Ya lo dije cuando despedíamos en el cementerio al querido Camarada Gordo Bolani, y de nuevo me salió con la muerte de Andrés Toriani.
Es que no quiero que pase como una muerte más, un simple relato de la evolución natural de la vida.

Es mucho más que eso, Andrés es protagonista de una historia que muchos por razones de edad, apatía por el pasado, etc, no tienen por qué conocerla, pero también otros que la conocieron pero nunca lograron entenderla en todas sus dimensiones.
La premisa de siempre, es que nadie es más que nadie.
Pero hablar de la transición de la dictadura a la democracia, sobre todo esa larga y dura primavera del 83 al 1 ° de marzo del 85, sin reconocer el rol protagónico de algunas personas como Andrés, es omitir la riqueza y compleja ascendencia de nuevos liderazgos que asumían los roles y desafíos que el momento exigía.
Sin pedir nada a cambio, hacer de la mejor manera posible lo que había que hacer.
Cada época genera sus liderazgos, y éstos llevan la impronta de esa época.
Andrés reunía las dimensiones para un liderazgo de esa etapa; juventud, capacidad de dialogo amplio y firme, caminando siempre por el pretil de la ilegalidad y la legalidad, y tomando decisiones sin antecedentes para los nuevos escenarios que se abrían vertiginosamente.
Junto a otros; clave en la legalización de hecho de la FUS, (empleado oxigenoterapia del Círculo Católico); dirigente del novel PIT – CNT; orador 1° de mayo del 83; diputado por Democracia Avanzada en la primera legislatura, reelecto en la segunda legislatura y retomando su carrera de Doctor en Medicina.
Como otros y muchos luego de la crisis del Partido Comunista, se enfocó en su carrera profesional, pero sin dejar de ser el Andrés de siempre, haciendo un periplo inusual para la especialidad que ejercía; la urología, de escaso número, concentrada en zona metropolitana y de difícil acceso al norte del Rio Negro, y él optando por radicarse en Rivera.
Y en Rivera es donde otra vez aparece el Andrés de siempre en el rol de Director del Hospital, gestión que a pesar de las polémicas, logró un cambio histórico en la calidad de la atención, generando la mayor corrida de usuarios FONASA a un hospital público, desde la creación del SNIS.
Tuvo que renunciar, el reconocimiento quedó latente y en 2024 ganó una banca de diputados para el Frene Amplio, renunció a la misma y prefirió esperar el nombramiento como nuevo Director del Hospital luego que asumieran las autoridades de ASSE.
Era su gran revancha. No pudo asumir por razones de salud pero todo Rivera sabía que su objetivo además de volver a redimensionar el hospital iba a dar un paso más, la integración de los servicios públicos de salud en la frontera.
Como fue siempre, murió luchando.
Gilberto Ríos
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