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  Probablemente la última semana de noviembre de 2025, cuando todo sea púlico, será el momento en que Volodymyr Zelensky perciba con mayor claridad su propia fragilidad política. Quizá por eso Trump y Putin ya lo vienen empujando para obligarlo a aceptar una paz sin garantías. Es decir, una capitulación que legitime “a través de las armas” un cambio de fronteras.

El National Anti-Corruption Bureau of Ukraine (NABU) y la Specialized Anti-Corruption Prosecutor’s Office (SAPO) revelaron recientemente la existencia de una investigación anticorrupción de enorme magnitud en el sector energético, centrada en la empresa estatal de energía nuclear Energoatom. Esta es la empresa estatal ucraniana que opera las cuatro centrales nucleares del país y es el mayor productor de electricidad en Ucrania. Es secillante esencial para la independencia energética de Ucrania

La red de sobornos investigada rondaría los 100 millones de dólares, derivados de contratos con empresas del sector energético. El esquema incluye:

* Sobornos del 10–15% del valor de cada contrato.

* Pagos a empresas intermediarias sin justificación operativa.

* Contratos inflados para infraestructura energética y de defensa en plena guerra.

La investigación duró 15 meses, con más de 70 allanamientos, 4 millones de dólares decomisados y casi 1.000 horas de grabaciones.

Uno de los principales sospechosos es el empresario Timur Mindich, antiguo socio de Zelensky, quien habría abandonado el país antes de los allanamientos. También quedaron comprometidos altos funcionarios, entre ellos el ex viceprimer ministro y ministro regional Oleksiy Chernyshov, detenido a finales de noviembre de 2025 por su presunta participación en la trama.

Y el impacto llegó al corazón del poder presidencial. Andriy Yermak, jefe de gabinete y mano derecha de Zelensky, presentó su renuncia tras los registros realizados en su vivienda y oficina. Ha proclamado su inocencia y asegura cooperar plenamente con la investigación, anunciando incluso que se dirigirá al frente de guerra.

Se trata de la investigación anticorrupción más importante desde la invasión rusa de 2022. Llega en un momento militar y político extremadamente delicado: la corrupción en el sector energético erosiona la credibilidad del gobierno justo cuando el país lucha por su supervivencia.

El escándalo amenaza con debilitar aún más el entorno político del presidente y pone en riesgo las reformas anticorrupción que Ucrania impulsa para mantener el apoyo internacional.

En su informe de 2024, el Índice de Percepción de la Corrupción otorgó a Ucrania 35 puntos sobre 100. TI reconoció avances en los últimos años, pero insiste en que la corrupción sigue siendo estructural y profundamente arraigada. La guerra complica cualquier intento de reforma.

Aun así —y pese al contexto bélico, caldo de cultivo del mercado negro— Ucrania es significativamente menos corrupta que Rusia, país que expulsó a Transparencia Internacional acusándola de “intromisión”. Putin aprovechó la ocasión para calificar al gobierno ucraniano como “grupo criminal”.

La periodista ucraniana Tetyana Nikolayenko, especializada en investigación, declaró a un programa de Radio Suecia que la sociedad ucraniana ve con orgullo la actuación de NABU y SAPO. Desde la Revolución del Maidán, la ciudadanía ha exigido instituciones fuertes y controles efectivos.

No se trata —dice— de un ataque contra Zelensky, sino del funcionamiento normal de una democracia, con guerra o sin ella. Pero concluye: “sin duda Zelensky es un presidente debilitado”.

La improvisación no es patrimonio exclusivo de Estados Unidos. Allí, la diplomacia está dividida entre quienes saben –como Marco Rubio– y quienes no como Steve Witkoff, Jared Kushner. Pero algo similar ocurre en Moscú.

¿Dónde está el viejo zorro de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov? En los hechos, Putin lo ha sustituido por un joven financista cercano a Kushner: Kirill A. Dmitriev, ex estudiante de Stanford y Harvard, sancionado por Washington y Bruselas. Nacido en Kiev hace 50 años, Dmitriev es muy próximo a la familia Putin y representa un perfil de negociador más empresarial que diplomático.

En este nuevo paisaje destaca Boris Bondarev, único diplomático ruso que dimitió tras la invasión de Ucrania. Vive bajo protección suiza y es una de las voces más críticas contra el régimen: “Mientras este régimen siga en pie, Rusia no tendrá futuro: ni libertad, ni prosperidad, ni dignidad. La estabilidad que prometen es una ilusión sostenida por miedo y violencia”.

Bondarev fue quien examinó el célebre documento de 28 puntos que Rusia presentó como demanda a Ucrania. Descubrió que era una mala traducción del ruso y que se trataba, en realidad, de un borrador comercial, no diplomático: “No está escrito por diplomáticos; está escrito por negociantes que quieren ganar dinero y a quienes la guerra se lo impide”dijo.

Así las cosas, tanto en Moscú como en Washington se observa una tendencia peligrosa: la erosión del derecho internacional. En ambas capitales gobiernan líderes que han roto el frágil entramado de relaciones globales que —con imperfecciones— evitó conflictos aún mayores.

La invasión rusa a Ucrania violó los principios básicos del orden internacional, pero la llegada de Trump a la Casa Blanca también erosiona ese orden: persecuciones internas a inmigrantes, operaciones extraterritoriales sin validación judicial y amenazas a regímenes hostiles quebrantan normas esenciales del derecho internacional.

Ambos líderes comparten un objetivo tácito: debilitar a la Unión Europea. Para Trump, una Europa dividida facilita los negocios bilaterales. Para Putin, fragmentarla permite reconstruir zonas de influencia perdidas tras la caída de la URSS.

El vicepresidente estadounidense JD Vance es un crítico feroz del “modelo europeo”, caricaturizado como “comunista” para desacreditar el Estado de bienestar y fortalecer a la derecha —especialmente a la extrema derecha.

Mientras tanto, la guerra informativa y cognitiva domina los medios y las redes sociales. En ella, Europa está siendo atacada por dos flancos: por EEUU, que ya no actúa como aliado confiable, y por Rusia, que históricamente nunca lo fue.

No es casual que Suecia y Finlandia decidieran solicitar su ingreso en la OTAN al día siguiente del 24 de febrero de 2022, fecha de la invasión rusa a Ucraniareforzando su defensa junto a los países nórdicos y bálticos

Los temas centrales que están hoy en pie en el mundo académico escandinavo es que éste no es un nuevo posicionamiento ideológico, pues la ideología ha sido sustituida por un enfrentamiento entre dos modelos de capitalismo: el global y el proteccionista, ambos con aspiraciones imperiales. Y el siguiente tema es una pregunta que sigue en pie: cuál es el rumbo. No hay respuesta clara, pero lo que se vislumbra —en caso de que el mundo siga rompiendo reglas sin construir otras nuevas— se parece peligrosamente al infierno de Gaza.

 

 

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