Julio Sosa: “El varón del tango”

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  El miércoles 26 de noviembre se realizó un homenaje musical, “Julio en Noviembre”,  a Julio Sosa en la plaza principal de la ciudad de Las Piedras, con un espectáculo de tango que contó con una participación entusiasta de público y autoridades municipales y departamentales y donde actuaron Gabriel Peluffo, Alberto “Corto” Nievas, Tito Cabral, Diana López y Jorge Araujo, Gabriela Morgare, Nelson Pino, Nathalia Hagopian, Néstor Vaz Cuarteto, Julio Cobelli, Poly Rodríguez y la Compañía de Tango Julio Sosa.

Un 26 de noviembre, pero de 1964, “El varón del tango” fallecía producto de un accidente de auto.

El próximo año se festejarán los 100 años del nacimiento del cantante, hijo pródigo de Las Piedras, ocurrido un 2 de febrero de 1926, y se espera una gran celebración probablemente para el 8 de febrero, según se anunció en el evento “Julio en Noviembre” por parte de la alcaldesa del Municipio, Romina Espiga, y del director del Departamento de Cultura de la Intendencia de Canelones, Sergio Machín.

Actualmente hay una estatua del cantante frente a la plaza Batlle y Ordóñez de la ciudad de Las Piedras, obra del artista pedrense Ulrico Habegger, producto de la colaboración de la población pedrense que donó piezas de bronce para crear un busto y como fue tal la cantidad recolectada se hizo una estatua, hecho que demuestra el respeto y la adhesión popular por su arte. Dicha estatua se va a trasladar a la plaza, aunque aún no hay una fecha para ello.

El 28 de noviembre se colocó el mosaico con la imagen de Julio Sosa a la entrada al Museo Julio Sosa en el Hipódromo de Las Piedras, obra de Alvaro Errandonea. De igual modo, el mismo día, pero por la noche, se realizó un espectáculo musical, La peña del Profe (Roberto Dáttole, voz, Antonio Dáttole, bandoneón, Julio Pereira y Fernando Valdes, guitarras), en el Centro Agrario, Social y Deportivo Poquitos, a sala llena, como parte del homenaje al cantor.

Julio Sosa ha pasado a ser parte de la identidad pedrense y uno de los referentes de la cultura de todo un pueblo.

El accidente y los cuatro entierros

Aunque hay por lo menos tres versiones del accidente que acabó con su vida a las 9.30 horas de un 26 de noviembre de 1964, cuando tenía 38 años de edad. Lo concreto es que iba manejando una cupé DKW Fissore roja y se terminó impactando contra un monolito de hormigón que protegía un semáforo en el barrio de Palermo, y los esfuerzos de los médicos no pudieron hacer nada debido a la magnitud del evento.

El diario “La Mañana”, de Montevideo, en un artículo titulado “Julio Sosa: una voz de tango camino de la gloria”, expresaba: “Treinta horas luchó con la muerte, mientras en las puertas de Anchorena desfilaba Buenos Aires angustiado por el golpe de la noticia y Uruguay estaba pendiente de los telegramas (…)”, y como sus restos, que en un principio iban a ser velados en el salón Argentina, concitó tal multitud, la ceremonia se continuó en Luna Park. El cortejo, por su parte, caminó dieciocho kilómetros bajo la lluvia, calculado en cifras de hasta 200 mil personas, un traslado del cuerpo que llevó siete horas e incidentes con la policía. Asaltaron la carroza fúnebre y cargaron el ataúd, a pulso, hasta el cementerio de la Chacarita, que ya había cerrado. La policía tuvo que arrojar bombas de gases para impedir la entrada a la necrópolis, por lo que los restos de Julio Sosa permanecieron en depósito y fueron inhumados dos días después.

Allí permanecieron sus restos durante catorce años, hasta 1979, en que la familia Giannattasio hizo trasladar los cuerpos de Sosa y de Nélida Giannattasio, ahijada del cantor, al panteón de suboficiales retirados. Y, finalmente, desde el 29 de abril de 1987 descansa en el cementerio de Las Piedras, primero en el panteón de la familia Bosch, y posteriormente en un Mausoleo, construido durante el segundo periodo en la intendencia de Canelones del doctor Marcos Carámbula, en 2014, a propósito de los cincuenta años de la muerte del cantor.

El traslado del cuerpo a la ciudad de Las Piedras, por la negativa de los argentinos, porque después de todo “el varón del tango” había triunfado en Buenos Aires y ellos lo sentían uno más de los suyos, concitó una adhesión popular. Así lo recuerda el entonces edil Freddy González: “Las miles de personas que acompañaron y vieron pasar la caravana que transportaba los restos del cantor expresaron su respeto, congoja y admiración. Los campesinos apagaban los motores de los tractores y miraban con devoción el cortejo; los obreros saludaban desde las puertas de las fábricas con recogimiento; los niños de las escuelas se arrimaban para depositar flores en el vehículo, al mismo tiempo que los ancianos guardaban silencio…”.

Dos horas antes del alba

Publicado por la editorial Logos en 1960 (Argentina) y en 1964 (Uruguay), y reeditado en el año 2014 por la Intendencia Departamental de Canelones, se trata de veinticuatro poemas, algunos en verso libre aunque con una rima buscada. Sus metáforas son simples y a veces melodramáticas, con un fondo de lástima tanguera: “Ríete, si quieres./ No puedo pretender que me comprendas/ eres tan inferior, tan poca cosa…/ Un ser irracional y primitivo./ Tu vida es el estómago y el sexo/ y sólo mereces por castigo/ mi lástima y desprecio” (pág. 23, Ríete si quieres), pero también, con agudeza y puntería: “Ríete, si quieres/ que tu amarga alegría/ es la macabra risa del gusano en el féretro”.

Sus temas van desde la pérdida de la juventud y del amor (“Mi viejo navío”), donde prefiere refugiarse en un viejo navío, como si fuera un viejo amigo, antes que dar lástima por lo que pudiera ser una derrota en toda la línea (de flotación): “Ah, mi viejo navío… como ves, estoy solo/ y por eso he venido/ a guardar en tu viejo cadáver/ el mío…” (p. 34), a la espera, el desengaño, la soledad y también la miseria, porque no podrá olvidar el sufrimiento de los otros frente al suyo, tan nimio: “Quién supiera tu historia, tu niñez, tus anhelos/ y el pesar inaudito que ha empujado tus pasos/ a este triste destino de fantasma doliente/ a este negro sendero que apresura tu ocaso.// Qué consuelo egoísta me has brindado al mirarte;/comparando mis ropas y mis años tan nuevos/ a tus pobres harapos, a tus tristes achaques/ tu espantosa miseria me ha sanado por dentro.// Me he quejado iracundo insultando a los cielos/ lamentando en blasfemias mis problemas pequeños/ y tus trapos gritaron a mi ciega experiencia/ que no me falta nada para vivir contento.” (p. 28)

Hay otros poemas que hablan de la pérdida de la amada (“Saldo”, “El último tren”), que, con variaciones, expresan la amargura del abandono del ser que una vez fue amado e idolatrado, y que ahora se ha derrumbado como un ídolo de barro bajo la impetuosa lluvia.

“Qué pesadas se tornan las piernas,/ cuánta niebla aprisionan los párpados/ cómo cambia la voz, cómo tiembla/ cuando un tren nos aleja lo amado/ y qué triste se pone a las nueve/ con su adiós el andén solitario …” (p. 38) “Yo sigo en este invierno/ que es el mismo de siempre/ más vencido y más viejo/ pero siempre queriéndote.” (p. 43)

Hay, además, un arrepentimiento tardío, así como el renunciamiento: “He renunciado a ti./ Fue una locura./ Vano intento de atar con la delgada hebra de un cabello/ al inmenso caudal de mi ternura/ el corcel desbocado de mis celos…” (p. 44).

Sus tres amores: “Mi madre, mi perro y mis sueños”, son lo único que permanecen fieles. Y, en el “Himno a la virgen mía”, que cierra el libro, hablará sobre la madre, esa figura a la que todos los amantes del tango vuelven una y otra vez (y nosotros sentiremos  escuchar nuevamaente su voz de barítono): “Madre…/ Haz que vuelvan tus besos en la brisa que pasa;/ que retorne tu acento en las voces del río…/ mientras vierto este llanto que mis ojos abraza/ acodado en la mesa, frente al sitio vacío…” (p. 54).

Bibliografía

Dos horas antes del alba, de Julio Sosa, Biblioteca Canaria/ Colección 250º Aniversario del Nacimiento de José Artigas, Intendencia de Canelones, octubre 2014, s/e, 54 páginas.

Julio Sosa. Pa´ que sepan cómo soy, de Milton Santana, ed. Planeta, 2024, Montevideo, 290 páginas.

Por Sergio Schvarz

 

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