Ganador de varios premios internacionales y con obras traducidas a diversos idiomas, defensor de propuestas contestatarias y frecuentemente asociado a ideas políticas de izquierda, el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano dijo el pasado viernes (11), en Brasilia (DF), que no volvería a leer Las Venas Abiertas de América Latina, su libro más conocido.
“No sería capaz de leer el libro de nuevo. Para mí, esta prosa de la izquierda tradicional es pesadísima. Mi físico [actual] no lo aguantaría. Caería desmayado”, bromeó Galeano, que tiene 73 años. El escritor dijo que, en todo el mundo, las experiencias de los partidos políticos de izquierda en el poder “a veces fueron acertadas, otras veces no, pero muchas veces fueron demolidas como una forma de castigo por hacer lo correcto, lo que dio margen a golpes de estado, dictaduras militares y períodos prolongados de terror, con sacrificios humanos y crímenes horrorosos cometidos en nombre de la paz social y del progreso”. Y, según él, en algunos períodos, “es la izquierda la que comete errores gravísimos”.
Sobre Las Venas Abiertas de América Latina, Galeano explicó que fue el resultado del intento de un joven de 18 años de escribir un libro sobre economía política sin conocer debidamente el tema. “Yo no tenía la formación necesaria. No estoy arrepentido de haberlo escrito, pero fue una etapa que, para mí, está superada.”
Autor internacional, homenajeado por la 2ª Bienal Brasil del Libro y de la Lectura, que comenzó el viernes pasado (11), en Brasilia, el escritor dijo que, aunque algunos de los temas abordados en este libro se sigan “desarrollando y repitiendo”, la realidad mundial cambió mucho desde que la obra llegó a las librerías. Hoy, Galeano confiesa que no tiene interés en reescribirlo o actualizarlo.
“La realidad cambió mucho. Yo cambié mucho. Mis espacios de penetración en la realidad crecieron tanto fuera, como dentro de mí. Dentro de mí, crecieron en la medida en que yo iba escribiendo nuevos libros, redescubriéndome, viendo que la realidad no es sólo aquella en la que yo creía”, destacó el escritor.
“La realidad es mucho más compleja, justamente, porque la condición humana es diversa. Algunos sectores políticos cercanos a mí pensaban que dicha diversidad era una herejía. Todavía hoy existen sobrevivientes de esta especie que creen que toda diversidad constituye una amenaza. Por suerte, no es así. O sería justa la exigencia del sistema dominante de poder que, a escala mundial, nos obliga a una elección muy restringida, ridículamente mezquina, y nos invita a elegir como preferimos morir: de hambre o de aburrimiento”, detalló Galeano.
El escritor negó la intención de competir por una banca en el parlamento uruguayo, lo que llegó a ser anunciado por la prensa local. Garantizando que su mayor ambición es la literatura, Galeano dijo que no sirve para la carrera política. “Mi única ambición es ser un escritor capaz de reproducir la esperanza, la razón y la falta de razón de este mundo loco que nadie sabe hacia donde va. Ser capaz de entrar en esta realidad que parece ser incomprensible. Esto es algo muy difícil que ya me consume todo el tiempo.”
Acusando el cansancio del viaje a Brasil, el escritor evitó responder a algunas preguntas, como qué pensaba de las manifestaciones populares que tomaron las calles brasileñas en junio del año pasado; sobre las críticas a la realización de la Copa del Mundo en Brasil – “este es un tema muy delicado, sobre el cual no es posible manifestarse tan fácilmente” – y sobre la persistencia de muchos de los males señalados en Las Venas Abiertas de América Latina. Galeano habló también del presidente uruguayo José Mujica – “todos lo quieren” – y bromeó con el episodio en que el fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, le regaló al presidente norteamericano Barack Obama un ejemplar de Las Venas Abiertas de América Latina.
Riendo, Galeano dijo que ninguno de los dos políticos estaba en condiciones de entender el contenido del libro. “Chávez tuvo la mejor intención del mundo, pero le dio a Obama un libro escrito en un idioma que el presidente norteamericano no conoce. Este fue un gesto generoso, pero también cruel”, dijo. Sobre otra de sus pasiones, el futbol, prefirió no arriesgar un pronóstico para la Copa del Mundo. “No creo en los profetas. Ni en los bíblicos, ni qué decir de los deportivos. Así, que es mejor callarse la boca y esperar.”
Alex Rodrigues, de la Agencia Brasil.
Foto: Fabio Rodrigues Pozzebom/Agência Brasil
Traducido para La ONDA digital por Cristina Iriarte
La ONDA digital N°667
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