(Parte I)
Ni sociólogos ni psicólogos nos deben explicación alguna de por qué el sentido común (esa construcción ideológica dominante) está siempre casi unánimemente contra Francisco Casal, haga lo que haga. Lo explican los hechos, más allá de acuerdos o coincidencias.
Por ejemplo, cuando le quitó el fútbol a los canales de Andebu no les estaba cortando un pedazo cualquiera de carne. Les estaba arrancando la libra de Shylock a los más poderosos formadores de opinión pública del país (y de sentido común), se esté de acuerdo o no con lo que hizo (yo lo estoy). Eso tiene un precio y, por supuesto, no correspondía que lo asumiera el FA, que no había dispuesto esa estrategia de confrontación, como tampoco lo asumió con la de Federico Fasano. En los hechos, Casal fue mucho más molesto –por decir lo menos– para esos canales –y Fasano en cierta medida– que lo que fue el Frente Amplio, aunque éste era el adversario político propiamente dicho. A lo sumo, en determinado momento de su primer gobierno Tabaré Vázquez salió a denunciar que esos medios eran opositores, pero antes les perdonó deudas y renovó préstamos.
En rigor el Frente Amplio no les tocó un pelo. Casal les tocó el bolsillo. Incluso cuando hizo la oferta de 50 millones de dólares en 1988, dijo que la calculó en base a lo que ganaban de avisos los canales con el fútbol en el tramo central de sus informativos. Y era verdad. También es verdad lo que adujo Mario Bardanca en defensa de Sánchez Padilla. No es que antes de Casal al fútbol uruguayo no se la pagara nada por la televisación. Se le pagaba mil dólares por año, más un quilo de yerba por fin de semana.
Diez años después un compañero con bastante responsabilidad me dijo: “tengo que oír de dónde vienen los tiros, esto no es fácil, no sé si ustedes se dieron cuenta de que rompieron más de cincuenta años de construcción de panamericanismo”. Después vino la transmisión de la video conferencia de los presidentes del Mercosur y el de China, reproducciones de un programa de Telesur y asumir las consecuencias de soñar con serpientes. ¿Encaraste tener medios?, ahora te toca encarar contenidos contrahegemónicos. Y eso, señala Aram Aharonián, es la mayor dificultad. “Podemos tener la tercera parte de los medios y no servirnos de nada”. Lo de Casal fue muy poco más que nada, pero suficiente para ganarse ese “odio que conviene no olvidar” del que escribió Osvaldo Soriano sobre José María Gatica. Odio… y rencor destilados por años, décadas… convertidos en sentido común que abarcó últimamente también a la totalidad de la izquierda.
Antes, cuando la crisis del 2002, ¿por qué Casal hacía esas cosas? ¿Sólo por proteger?, como muy principal proveedor de ingresos en la AUF, “les pasó por arriba” a los dirigentes, pagando primero directamente los sueldos de los futbolistas, que fueron casi el único rubro que en esa crisis no perdió puestos de trabajo. Es como si el año pasado, durante el conflicto entre pisteros y estacionarios, ANCAP hubiese dispuesto darle la nafta a los pisteros para que se cobraran primero sus sueldos. Entre los estacioneros algunos son capas medias, pero están además las compañías petroleras y otros coleccionistas de propiedades. Entre los dirigentes de fútbol había de todo, también dueños de estancias y frigoríficos, tarjetas de crédito, financistas bursátiles, asociados a medios, dignatarios y ex dignatarios de gobierno, otros poderosos formadores de opinión pública, referentes en todos los poderes fácticos de la sociedad.
Y después vino lo de Conmebol. Si entre los no conocidos de Casal, alguno lo ve con simpatía puede que se llame Robinson Crusoe. El sentido común es un coche que te pasa por encima decía Manuel Sacristán.
Ahora un grupo de jóvenes futbolistas, igual que los de la generación que en 2003 accedió a la directiva de La Mutual, se suben a la misma ola de sentido común de varias décadas de trabajo muerto sobre la imagen de Casal (por cierto que ese trabajo apenas se refirió a los hechos que lo motivaron; consistió en campañas sobre detalles o episodios que a cualquier grupo se le pueden señalar o adjudicar pero se hacen sobre el objetivos a desprestigiar). Los jugadores esta vez o hacen con otra idea fuerza (esta vez es el derecho de imagen, en 2003 fue el levantamiento del ordenamiento económico) pero es probable que ganen, cuando corresponda la instancia electoral, por lo mismo que ganaron aquellos que hoy dirigen, porque están contra Casal como aquellos estaban.
También es probable que como aquellos, terminen entendiendo que la reivindicación de fondo son los puestos de trabajo, la distribución del dinero considerando a los chicos -como ya están reclamando- pero un sistema con ocho o diez clubes profesionales, a cuatro ruedas y con por lo menos cuatro clásicos oficiales por año es de sentido común. Para entonces el único aliado posible, que puede saltearse el sentido común sin sufrir sus represalias porque ya las padeció todas, es Casal.
Por JOSÉ LUIS GONZÁLEZ OLASCUAGA
Periodista y escritor uruguayo
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