El pintor de los sueños obreros

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El próximo 24 de julio Oscar de los Santos renuncia a la Intendencia de Maldonado* por disposición constitucional. Por cierto que lo que sigue es y no es a la vez la despedida de un amigo, por eso intento despejar los afectos e introducirme en lo que significa esta personalidad, pero sin dejarme atrapar por ella.

Digo todo esto porque hace ya unos años hice un libro en base a la entrevista que le realicé a De los Santos, donde descubrí a una persona que me la habían contado, pero que casi no conocía.

Lo original del libro no fueron mis preguntas, sino el final de la introducción que realizó Agustín Canzani (Fundación Líber Seregni) donde dijo, palabras más palabras menos, “no pido que lo voten, solo pido que lo escuchen”. Hoy yo diría ante la inminencia de su renuncia “no pido que lo voten, solo pido que lo acompañen en la despedida”.

R. Legnani 180 x 210

Claro, pues, que en aquella entrevista lo sustancial fueron sus respuestas pero, fundamentalmente, lo que el lector pudo captar sobre la esencia de un ser humano muy particular y poco común.

Es que De los Santos, al que le dicen el Flaco, no solo importa por su personalidad que se la dejo a otros analistas y observadores del que hacer político, sino a lo que expresa como hijo de la clase obrera uruguaya y por cierto hijo y constructor de la democracia en nuestro país.

No tengo la menor idea de si estaré en la hora de la despedida pero tengo la profunda satisfacción de haber vivido un “escándalo teórico” que provocó por primera vez en la vida del Uruguay que un obrero de la construcción haya sido intendente por dos períodos consecutivos en un departamento como el de Maldonado, donde conviven y desconviven mujeres y hombres, niños y ancianos.

Su sola presencia al frente de la Intendencia fernandina, ha sido un cambio fundamental para nuestra democracia republicana y liberal, que durante décadas dejó al poder departamental lo más alejado posible de la clase obrera.

No es casualidad que nuestra querida democracia, construida desde una perspectiva capitalista no haya dado espacio, hasta la aparición del Flaco, a los trabajadores de la construcción, uno de los sectores asalariados que sufre a diario la alienación de construir viviendas hermosas y no tener derecho a disfrutarlas ellos mismos.

Creo que por todo lo anterior Oscar de los Santos trasciende con su sola presencia en el poder y nos enseña a todos que aún podemos seguir soñando con una democracia avanzada, donde el proletariado y la intelectualidad tengan una incidencia fundamental en una nueva sociedad.

El ejemplo del Flaco será en el futuro fruto del estudio de muchos universitarios que abrazan la sociología, la política y la filosofía, intentando descubrir los secretos del avance social y el papel de sus actores.

El Flaco importa no solo porque es un hijo de la clase obrera uruguaya, sino también porque supo gestionar con eficiencia a la Intendencia fernandina, sin caer en el primitivismo que muchas veces caemos los que creemos que la lucha de clases es solo el motor de la historia.

Sea quien sea el próximo intendente de Maldonado encontrará a un departamento sólido, con prestigio nacional e internacional, que no quedó atrapado entre el turismo y la construcción, dos pilares fundamentales de la economía, sino que avanza en la diversificación de su estructura productiva, donde ya son una realidad la viticultura, el cultivo de arándanos y de olivos, la producción de leche y el desarrollo de la energía eólica, entre otros.

Sin perder su perspectiva de clase este sindicalista del SUNCA, no cayó en el sectarismo social y construyó desde una perspectiva popular un sistema de alianzas con el empresariado, como lo es “Destino Punta del Este”, entre otros acuerdos con diversos sectores del capital.

Quizás su mayor obra edilicia es haber dado el primer paso en la construcción del Centro de Convenciones, colocando a Punta del Este en un lugar de sano privilegio.

A la vez fue un gobernante que trabajó fuerte en beneficio de las viviendas de los más humildes, sabiendo bien lo que es el frío y la humedad en una noche de habitación pobre.

Este obrero sencillo pero de personalidad firme, dio un fuerte apoyo a la cultura local, pero a la vez apostó a la Universidad de la República, al grado que no solo cedió terrenos municipales
y capitales sustanciales a nuestra mayor casa de estudios, sino que aportó durante cinco años parte sustancial de su sueldo, cosa que nunca nadie hizo. Y que poco se recuerda, seguramente por culpa de su propia modestia.

Maldonado es hoy también un departamento descentralizado que habilita el ejercicio democrático de los vecinos, que ha contado con el apoyo y reconocimiento de todo el sistema político.

Más que las peripecias de un político, creo haberme referido a un muchacho de la construcción, pintor de obra, que durante la dictadura era un chiquilín, pero fundamentalmente me interesa reivindicar a la clase obrera uruguaya que si tuvo un hijo de esta dimensión fue gracias a la escuela pública, al movimiento sindical y a los partidos de la izquierda que no solo educaron a sus hijos en la política y en sus propuestas programáticas, sino que también les enseñaron a sentir que el acceso al conocimiento vale la pena y que es un valor fundamental para la construcción de la vida humana.

Estas líneas las escribo luego de volver de Maldonado, visita que realicé hace pocos días durante no más de una hora. En el ómnibus me encontré con un obrero de unos 35 años que llevaba en su falda a un niño. Conversamos de todo, obviamente de fútbol, hasta que le pregunté qué significaba que Oscar de los Santos dejara la Intendencia.

El muchacho, casi sin mirarme, me dijo: “No me significa nada, porque el Flaco no se va: ahora va a pelear por nosotros en el parlamento”. “El Flaco no se va”, me dijo dos veces más cuando ya empezaba a lagrimear a pesar de sus manos de piel dura.

Raúl Legnani
Periodista y maestro

*Oscar de los Santos será candidato a Diputados y al Senado por el Frente Amplio y el Frente Líber Seregni.

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