Estamos en lucha
Sabemos que en el horizonte no cercano, los nubarrones pueblan el cielo patrio.
Sabemos, asimismo, que seremos atacados y denostados por “presumir beligerancia”, según ellos, y también nos endilgarán dogmatismo y “ese aferrarse a ideologías que, por si fuera poco, están perimidas”, siempre desde la colcha de retazos ultraderechista.
La cuestión primera, consiste en poder entrever que nuestro pueblo uruguayo, comenzando desde los más desposeídos, podrá mantener la noble y liberadora condición de seguir siendo críticos, sin más, ante el embate de los centuriones del poder global. Algo que, convengamos, se amplió y profundizó en los tres lustros de gobierno del Frente Amplio.
El objetivo de ellos
Debemos asumir, mientras podamos, que para los parias del mundo y sus nexos locales, el objetivo principal consiste en dirigir a nuestra gente a un inmovilismo mental de inquietante magnitud.
Se proponen, y lo van logrando, avanzar en el control de las emociones. A esto, casi que de inmediato, seguirá la manipulación de las mismas a partir de lo cual el individuo estará listo para trabajar su mente siendo que, en fases sucesivas el centro del poder global podrá disciplinar las mentes sobre las que ya se venía trabajando.
Más pronto que tarde, mediante tales operaciones de control de masas, elaboradas por sus estrategas y llevadas al ámbito social familiar y personal logren, ahí sí, que nuestra gente “llegue a ser” manada y, como tal, fácil de ser arreada hacia un camino sin retorno.
Es una desgraciada certeza el hecho que manada que avance por tal sendero irá a parar, irremediablemente, al barranco por el que caerán la dignidad, el libre albedrío y la libertad responsable de los individuos que la componen.
De religiones, brujos y engranajes
En la actualidad, además y desde la religión capitalista, hemos sido testigos, por ejemplo en los meses previos a las elecciones nacionales – sea del Brasil, la Argentina y, ciertamente en el Uruguay – de un cambio cualitativo en la composición de su “clero”.
Esta religión – recordando a Karl Marx en su tiempo y a Giorgio Agabem en el nuestro – ha cambiado radicalmente la composición de su “clero” en sus dos ramas.
Es así que, tanto el Alto como el Bajo clero han seguido las dinámicas evolutivas determinadas tanto por la más que acelerada tecnificación del mundo, bien como por un desarrollo igualmente intenso de las comunicaciones, todo lo cual ha deparado que diversas líneas de la psicologías de masas han profundizado su supuesto saber.
Clero que, grosso modo, podemos notar en su nivel alto la presencia de los individuos decisores de la clase dominante, presencia ya clásica bien como de los medios de comunicación más importantes del país. Asimismo,
Saber que ha llegado, especialmente en el centro del mundo, a niveles tales de sofisticación de cómo pueden sesgar, luego manipular, con un grado de definición realmente preocupante, puesto que ya tienen el cómo, el por qué y el cuándo para “variar” con un éxito apreciable, las ideas y los modos de percibir.
Tan es así que, mediante bombardeo mediático se induce al individuo “global” a eligir (una prenda, un candidato, la realidad), según patrones fijados por los centros de poder respectivos, perdiendo el mass media, su calidad de persona – en tanto sujeto político – hasta perder irremediablemente su juicio crítico.
Los paradigmas perimidos y los nuevos líderes que crea el poder central
Toda esta parafernalia de nuevos instrumentos, estudios y modos que han sido pensados y desplegados por los nuevos “brujos” del mundo, han dejado de lado a dos paradigmas que fueron de primera importancia a lo largo de los últimos milenios, a saber: la temporalidad y la espacialidad.
Tiempo y espacio, ante la presencia en un punto pero vista al mismo tiempo en los más diversos lugares del mundo. El hecho relevante se crea a partir de un “mix” del mensaje a proferir, junto con la gestualidad de la persona emisora del mensaje no sin cuidar, al mismo tiempo, que tanto el tono de voz como la mirada den énfasis al tenor de la idea que, más que trasmitirse, busca penetrar la mente del televidente.
Cuando lo efímero pasa a ser lo permanente
Mensajes de 60 a 90 segundos, con imágenes y sonidos de fondo, con la intencionalidad que quieran darle, han sabido convertir en persona a todo aquel que se preste al juego macabro del simulacro, como medio para un fin espúreo: la domesticación del individuo.
Para dicha tarea o función, casi que teatral – por lo innecesario que quien la protagonice sienta y crea en lo que dice – es necesario contar con un actor (en el sentido de que conoce los rudimentos gestuales como la entonación y selección de las palabras a ser proferidas). Sea éste, por ejemplo, un político se preste, pacto subalterno mediante, a ser el pregonero de las “buenas nuevas” que, desde el poder central, dejan se derramen sobre las testas de los hombres y mujeres de nuestros pueblos.
Así, el político que se presta a tal juego, gana y pierde a la vez.
Gana votos y preeminencia ante el electorado; pierde poder decisorio en tanto ya supo ser engranaje de un mecanismo que no solamente comprende otros elementos de igual fuerza y ritmo que aquel sino y principalmente porque, en la realidad de los hechos de los cuartos donde se deciden qué mecanismos con sus engranajes mover, el político ni entró, ni fue considerado, luego es un mero apéndice que, de molestar, será expulsado de un tiquiñazo y rápidamente sustituido por otro individuo, hombre o mujer.
El rol de la izquierda en esta hora y siempre: Defender la democracia
El principal político uruguayo que representó tal rol – hay que reconocérselo: lo hizo muy bien – es el actual presidente electo del Uruguay, doctor Luis Alberto Lacalle Pou.
Esta actitud, quizá motivada por el ansia de querer ganar, creemos es posible le reste cierta capacidad decisoria, a mediano plazo.
No cometieron tal desliz dos sabuesos, uno de la política, el otro de lo que es y conlleva la planificación estratégica, en sus diversas instancias. Tanto Julio María Sanguinetti, como Guido Manini Ríos salieron indemnes ante las trampas que siempre se presentan cuando permitimos que la ansiedad, con una pizca de angustia nos gobierne siquiera por un momento.
Lo peor del caso es que el doctor Lacalle es, en el variopinto concierto de la coalición caleidoscópica, el único político al que le reconocemos su probidad como persona de bien, y su apego inocultable a la democracia participativa y republicana.
En definitiva, el presidente que tomará los atributos del mando tendrá en sus asociados, tenumbra y medias palabras en tanto que, ironía del destino, será el Frente Amplio el real sostén de la democracia participativa y republicana. Que sea este apoyo suficiente para la embestida de los orcos, es nuestro especial anhelo.
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Por Héctor Valle
Investigador social y periodista
La ONDA digital Nº 938 (Síganos en Twitter y facebook)
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