EL CAMBIANTE MUNDO DE LAS DROGAS
Lic. Fernando Britos V.
Antes las drogas y sustancias adictivas es fundamental la divulgación como forma de fortalecer los mecanismos de alerta temprana y para desarrollar políticas preventivas de la drogadicción, en su sentido más amplio, así como para la recuperación de las personas que las consumen, en el bien entendido de que se trata de recuperar al adicto pero también a su familia y a la comunidad que, inevitablemente, sufren los efectos.
Claro que una de las razones que dificulta la apreciación de lo que esta sucediendo se debe a la complejidad del problema. El uso de sustancias psicotrópicas y sus alcances individuales y colectivos es de vieja data, porque se originaba y en cierta medida se sigue originando en vegetales silvestres o cultivados al efecto. Durante miles de años, las plantas han sido fuente de alcaloides y sustancias psicoactivas. El cultivo requería determinadas condiciones de clima, geografía y el consumo se vinculaba con determinadas regiones, sus habitantes, sus costumbres, sus intereses comerciales, su medicina.
Hay también razones ominosas, menospreciadas, ocultadas o esquivadas, íntimamente relacionadas con el abuso de sustancias y que no son precisamente los aspectos lúdicos, rituales y tolerados. El alcoholismo y el tabaquismo siguen siendo los abusos más difundidos y dañinos. Pero por detrás y con gran potencia se mueven otros terribles flagelos de la humanidad que son el sustento de la producción, consumo y dinamismo de las drogas psicotrópicas: las guerras, la codicia, el racismo, la desigualdad y la miseria, la injusticia que conlleva la explotación de los seres humanos y la destrucción del medio ambiente.
Siempre es difícil abordar estos temas, porque resulta imposible resolver los problemas desde un laboratorio, desde altas conferencias y foros internacionales o desde la contemplación desde un dron o un satélite. Este es un problema ciudadano en el que todos estamos involucrados, como víctimas y como actores.
La complejidad, requiere necesariamente un abordaje multidisciplinario y ciudadano, y esta se conjuga con el dinamismo, con la que se producen los cambios en el mundo de las drogas y la lentitud de las reacciones para enfrentar sus efectos.
En estos momentos, en los mercados de mayor poder adquisitivo y con problemas estructurales más graves, como son los Estados Unidos, Canadá y los países europeos, se está completando la transición de los alcaloides – las sustancias psicotrópicas provenientes de vegetales – hacia las drogas sintéticas donde predominan rutas de síntesis diversas mediante el uso de miles de sustancias químicas y cientos de miles de posibles combinaciones para obtener resultados cada vez más potentes, cada vez más adictivos, cada vez más lucrativos y cada vez más difíciles de identificar por su penetración en los circuitos financieros, en los organismos estatales e internacionales y en el entramado de las sociedades [i]. El mundo de Breaking Bad es un fiel reflejo pero sin dudas es el reflejo de un pasado reciente.
Desde el siglo XIX, los avances de la química orgánica introdujeron la síntesis de las sustancias activas y después, mediante la manipulación de moléculas, el desarrollo en el laboratorio de drogas sintéticas a partir de las sustancias de origen vegetal. La naturalización de lo lúdico y el legítimo pero ilusorio intento de encontrar curas milagrosas encubrieron los peligros que nos acechaban.
En este artículo nos aplicaremos a considerar sumariamente la evolución histórica de algunos alcaloides. Lo que ha sucedido y lo que sucede con la morfina, la heroína y la cocaína, es elocuente.
PRIMERO FUERON LAS PLANTAS
El farmacéutico alemán Friedrich W. A. Sertürner (1783-1846) fue el pionero del descubrimiento y aislamiento de la morfina. Sertürner se había interesado por el opio proveniente de la savia lechosa de la amapola real, la adormidera (Papaver somniferum). En 1804 aisló el ácido mecónico y una sustancia que consideró como el causante de la acción narcótica. En 1831 fue premiado por la Academia de Ciencias de París por haber comprobado la naturaleza alcalina de la morfina que él había nombrado inspirándose en el dios Morfeo. Después, Paul Traugott Meissner formuló el concepto de alcaloide en Viena.
La adormidera se cultivaba en Europa Central, en España e Italia y en Mesopotamia desde hace más de 8 o 9.000 años. Hace 6.000 años, los sumerios en Mesopotamia llamaban “Gil” (felicidad) al opio y “Hul Gil” (planta de la alegría) a la adormidera. El cultivo pasó sucesivamente a los asirios, a los babilonios y a los egipcios.
Alejandro Magno introdujo el opio en Persia y la India, donde la adormidera se cultivó en gran escala. Hace más de 2.000 años, el opium thebacium como lo denominaban los egipcios, era negociado en la cuenca del Mediterráneo, en Europa y el Medio Oriente y fue introducido en China por los comerciantes árabes. En esas épocas sus efectos se consideraban mágicos y se vinculaban con rituales terapéuticos y religiosos.
Recién hace unos 2.400 años, el griego Hipócrates, definió al opio como analgésico y antihemorrágico, y descartó expresamente sus supuestos poderes mágicos. Durante la Edad Media, el opio fue prohibido en Europa pero el desarrollo de la navegación reintrodujo la droga a fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Los navegantes portugueses, que fueron los primeros en llegar a Asia circunnavegando África, se encontraron con el comercio del opio y lo fumaron. Como otras drogas, fumarla tiene efectos inmediatos, a diferencia de beberla o comerla.
En el año 1522, Theophrastus Bombast von Hohenheim, conocido como Paracelso, el alquimista, médico y astrólogo suizo creó el láudano, un brebaje con opio que describió como analgésico potente aunque todavía no era alcohólico [ii]. Ya como preparación alcohólica fue utilizado hasta el siglo XIX para tratar una amplia gama de enfermedades. En esa época no se comprendía totalmente el mecanismo de la adicción al opio y además estaba vinculado con la principal y más antigua adicción de la humanidad: el alcoholismo.
La morfina es el alcaloide con mayor presencia en el opio (entre 11 y 16%) y Sertürner lo comercializaba en 1817 como analgésico y curiosamente también para tratar el alcoholismo y la adicción al opio.
Los efectos analgésicos han hecho del opio y la morfina los acompañantes de todas las guerras en su carácter de drogas milagrosas, y ha dejado como secuela grandes adicciones masivas. El uso de la morfina por los médicos militares durante la Guerra de Secesión en los Estados Unidos (1861-1865), dejó como saldo más de 750.000 muertos y más de 420.000 heridos muchos de los que se transformaron en morfinómanos. La adicción era conocida como “enfermedad del soldado” [iii].
En el siglo XIX la morfina era empleada como analgésico, antitusivo, antidiarreico e incluso en problemas respiratorios. En 1843 el escocés Alexander Wood inventó la aguja hipodérmica y la morfina se hizo inyectable. Los efectos eran instantáneos y más fuertes que los del suministro oral y al poco tiempo la morfina inyectable, cobró su primera víctima por sobredosis.
Pasaron décadas y cuando finalmente se comprobó que los opiáceos y sus derivados, causaban una fuerte adicción psicofisiológica, comenzó el control de estas sustancias a principios del siglo XX. Recién en 1925 se determinó la fórmula química estructural de la morfina y ya existían tres nuevos métodos para sintetizarla.
Como con el opio, la morfina y otros alcaloides marcharon al compás de las guerras y conflictos del siglo XX. El Tercer Reich (1933-1945) combatió la pdftoxicomanía pero aplicó un doble rasero. Hitler, un vegetariano riguroso que impedía que se fumara en su entorno, era adicto a un coctel de fármacos que le inyectaba su médico personal para “sentirse bien” y para efectuar sus potentes descargas oratorias [iv]. Sus secuaces Goebbels y Goering eran morfinómanos y muchos connotados nazis eran alcohólicos contumaces.
Las drogas jugaron un importante papel en el esfuerzo de guerra alemán pero esto siempre fue silenciado. La metanfetamina, comercializada con el nombre Pervitin era suministrada por los mandos a los soldados como pastillas energéticas, insertadas en tabletas de chocolate. Muchas veces los pilotos de la Luftwaffe y los tanquistas de la Wehrmacht recibían inyecciones intravenosas.
Por el lado de los aliados, especialmente los estadounidenses recurrieron al “speed” , la benzedrina [v], que habían empezado a producir masivamente en 1942. Su uso era legal como descongestivo nasal pero se empleó para combatir la fatiga y desarrollar el ímpetu combativo.
La Guerra de Corea y especialmente la Guerra de Vietnam influyeron grandemente en el consumo de drogas. Los médicos militares franceses y después los estadounidenses recetaban drogas como la metanfetamina para ayudar a los soldados a escapar de los horrores de la guerra y también para prevenir crisis, ataques de ansiedad y brotes psicóticos.
Seguía operando la idea de que los opioides eran capaces de constituirse en drogas mágicas sin que estuvieran claros los temibles efectos adictivos o simplemente porque a los mandos no les importaban. A todo ello se sumaba que el Sudeste asiático era una especie de paraíso de los estupefacientes: alcohol, marihuana, opio, LSD, y todo tipo de alcaloides muy asequibles con los que las tropas se “automedicaban”. Paralelamente, los organismos de inteligencia y espionaje de Francia y después de los Estados Unidos se volvieron cómplices y protectores de los narcotraficantes, como socios de sus ganancias para financiar operaciones de sus guerras sucias.
En 1952 se solicitó una patente para la producción de morfina sintética a partir del alquitrán, lo que demuestra la peligrosa versatilidad de la química. Actualmente las llamadas rutas o cadenas de síntesis de la morfina incluyen más de cien procedimientos distintos.
Todavía la principal fuente de morfina legal sigue siendo la amapola real o adormidera. Sin embargo esto está cambiando rápidamente porque los opiáceos sintéticos, por ejemplo el fentanilo, están desplazando a la morfina de origen vegetal en los mercados más lucrativos (Estados Unidos, Canadá, Europa) y el fenómeno amenaza con una rápida expansión a nivel mundial.
Este es el principal cambio en la producción de drogas que estamos presenciando. La síntesis química permite aumentar la potencia de los productos sintéticos, abaratar su producción (nada de extensas zonas cultivadas, nada de laboriosos cuidados y procedimientos artesanales para la obtención del opio) y facilitar su logística (almacenar y trasladar la droga ya es cosa de kilos no de toneladas y las ganancias son aún mayores). A todo esto se agrega la popularización de la tecnología y en cierto sentido su simplificación, asunto sobre el que volveremos en próxima oportunidad.
La morfina se mantiene como el principal medicamento legal que se prescribe como analgésico pese a la introducción por parte de la industria farmacéutica y por razones comerciales de poderosísimos derivados sintéticos como el fentanilo. Paralelamente, en el mundo del narcotráfico su reemplazo por drogas sintéticas ya está reduciendo a la morfina y a las demás drogas de origen vegetal a un nicho cada vez más estrecho.
EUFORIA Y ENSUEÑO DE LOS GUERREROS
La heroína es una droga semi sintética. En 1874, el químico inglés que desarrolló cientos de nuevos opiáceos, Charles Romley Adler Wright (1844-1894), aisló un opiáceo nuevo gracias a la acetilación del clorhidrato de morfina, con lo cual obtuvo diacetilmorfina.
El invento de Wright no se difundió y la morfina no comenzaría a popularizarse hasta 23 años después, cuando fue re-sintetizada de forma independiente por el alemán Félix Hoffmann que trabajaba para la compañía farmacéutica Bayer. Hoffmann acababa de sintetizar la forma pura del ácido acetilsalicílico (al que Bayer dio el nombre comercial de Aspirina) y había sido impulsado por sus jefes para manipular la morfina y producir codeína, otro alcaloide similar a la morfina que también se encuentra en la adormidera (la codeína es mucho menos potente y adictiva que la morfina).
Sin embargo, el experimento produjo una morfina acetilada entre un 50% y un 100% más potente que la morfina. Aunque los investigadores de Bayer no fueron los primeros en producir heroína, si la bautizaron y fueron pioneros en su fabricación industrial y comercialización, que comenzó en 1898, pocos días después de sacar a la venta la aspirina.
El fármaco fue comercializado entre 1898 y 1910 como un sedante para la tos y como sustituto de la morfina pensando que era menos adictiva. Esto se vio facilitado por el hecho de que se creía que la heroína, producía algo menos de euforia con alteraciones mínimas en el comportamiento y en los procesos cognitivos. En 1910, la Enciclopedia Británica, en su artículo sobre la morfina afirmaba que la tos de los tuberculosos se trataba con morfina y mejor aún con codeína o heroína, que aliviaban la tos seca “sin los efectos narcóticos posteriores a la administración de morfina”.
Durante muchos años, los médicos no se dieron cuenta de los peligros de usar la heroína clínicamente pero cuando se demostró que la adicción generada por utilizarla era mucho más intensa y devastadora en comparación con la morfina ya era tarde. Recién en 1913, Bayer suspendió la producción de heroína. En 1919, la gigantesca empresa farmacéutica alemana perdió las patentes de la aspirina y la heroína debido a las sanciones que el Tratado de Versalles impuso a Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial.
Recién en 1924, los Estados Unidos prohibieron la venta, importación o fabricación de heroína al establecer que su uso medicamentoso no compensaba sus estragos. En 1925 el Comité de Salud de la Sociedad de Naciones la prohibió pero la producción de heroína siguió creciendo. Se calcula que entre 1925 y 1930 se vendieron 34 toneladas del alcaloide. Entre 1920 y 1930 la heroína fue utilizada en algunos países para la terapia de reemplazo en pacientes con adicción a la morfina y la cocaína. Además, en las farmacias alemanas se pudo adquirir heroína hasta el año 1971 (no es un error, 1971).
Con la firma de la Convención Única sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas en 1961 y su posterior reforma de 1971, la heroína quedó ilegalizada prácticamente en todo el mundo. En la actualidad, casi ninguna empresa produce o vende heroína como droga legal: únicamente se sintetiza en algunos casos para realizar investigaciones o también para tratamientos paliativos (para aliviar el sufrimiento del paciente en situaciones extremas o terminales) y en muy pequeñas cantidades.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el tráfico de heroína sufrió interrupciones y cambios importantes. La invasión de China, en 1937 por parte del imperio japonés, había cortado las rutas de distribución habituales y la guerra había dificultado la circulación del opio. Después de la Segunda Guerra Mundial, la mafia estableció laboratorios de heroína en Sicilia, que era importante en la ruta histórica del opio hacia Europa y América del Norte.
Por otra parte, con la derrota del Kuomintang, los llamados nacionalistas chinos, y el establecimiento de la República Popular China por los comunistas en 1949, la producción de opio se eliminó por completo al tiempo que aumentaba la importancia de Sicilia en el tránsito de las drogas desde Oriente.
En algunos países le heroína siguió siendo legal legal después de la Segunda Guerra Mundial, pero los riesgos para la salud, la adicción y el uso recreativo generalizado llevaron a la mayoría de las naciones a declarar a la heroína una sustancia controlada en la segunda mitad del siglo XX.
Entre fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) ayudó al corrupto régimen del Kuomintang – que había huido a la isla de Taiwán – a combatir a la República Popular China. La CIA colaboró en el montaje de centros de producción de drogas cerca de las fronteras de la República Popular y en Laos. De este modo se desarrolló el llamado Triángulo de Oro, donde se producía opio.
Cuando las tropas estadounidenses abandonaron Vietnam, en 1975, esa región suministraba un tercio de la heroína que se consumía en los Estados Unidos. El historiador estadounidense Alfred McCoy[vi] sostiene que la CIA fue un colaborador necesario, a través de la llamada Conexión Francesa en la exportación de heroína desde el Triángulo Dorado e Italia hacia Estados Unidos [vii].
Desde finales de la década de 1970 y durante la década de 1980, la guerra en Afganistán, en la que intervino la Unión Soviética, produjo un aumento explosivo de la producción en las regiones fronterizas de este país y Pakistán, promovido clandestinamente por los Estados Unidos para financiar a los muyahidines, entrenados y armados por ellos, para luchar contra la URSS y el gobierno socialista afgano. Los enormes cultivos de amapola servían para financiar a Osama Bin Laden y pagar las armas que los EUA le suministraban.
Esto produjo la formación de la llamada Media Luna Dorada (Afganistán, Irán y Paquistán dominada por la gigantesca producción de opio controlada por los afganos). En 1980, el 60% de la heroína vendida en Estados Unidos, provenía de Afganistán y es presumible que su llegada al país fuera protegida por la CIA que estaba haciendo lo mismo con la cocaína canalizada desde Colombia y México.
El aumento en la producción redujo los precios y las rutas comerciales se apartaron de Sicilia, ya que las organizaciones criminales se enfrentaron entre sí por el control del narcotráfico, a lo que se sumó un mayor esfuerzo del gobierno italiano por desarticular las redes mafiosas.
En la década de 1990, el consumo de heroína se redujo, mientras que su producción se estancó o decreció. En esos momentos los narcotraficantes comenzaron a volcarse hacia la producción de opioides sintéticos. En Afganistán, las cantidades cosechadas se mantuvieron estables hasta que entre el 2000 y el 2001, los talibanes, en colaboración con las Naciones Unidas, iniciaron una campaña que acabó con los cultivos de adormidera en las regiones que controlaba. En aquel momento Afganistán producía las tres cuartas partes del opio a nivel mundial.
Las escasez duró poco porque cuando los EUA y sus aliados de la OTAN invadieron Afganistán, a fines del 2001, para derrocar al régimen talibán, la producción resurgió con más fuerza y volvió a dispararse hasta casi monopolizar el cultivo de adormidera a nivel planetario en la década del 2010. Más de veinte años de ocupación estadounidense en el país asiático no consiguieron erradicar el opio. No les interesaba.
En cambio, la producción de opio se extendió al Triángulo Dorado (en la región fronteriza de Tailandia, Laos y Myanmar) y catapultó, a nivel mundial, la producción de opiáceos sintéticos y el tráfico de precursores químicos y otras sustancias que permiten obtenerlos sin necesidad de contar con la savia lechosa de las coloridas amapolas.
TODO IBA MEJOR CON COCA
El descubrimiento de América por los europeos no solamente acarreó desgracias para los pobladores nativos sino que redundó en la incorporación de plantas como la papa, el maíz , el cacao y el tomate – para no citar sino las cuatro más populares – que fueron verdaderas bendiciones para los pueblos del llamado viejo continente. Sin embargo, junto con esas bendiciones , los conquistadores dieron también con vegetales que se transformarían en fuentes de dos de los más difundidos alcaloides en la actualidad: el tabaco (Nicotiana tabacum) y la coca (Erythroxylum coca) y por ende las drogas adictivas nicotina y cocaína. Ahora nos referiremos al segundo de ellos, proveniente de la kuka como la llamaban los quechuas.
En realidad la planta de coca se presenta bajo más de 250 variedades del género Erythroxylum (arbustos tropicales o semi tropicales). Dos de las especies de este género son la E. coca y la E. novogranatense, que son cultivadas y utilizadas por comunidades tradicionales andinas y amazónicas para uso ritual, medicinal y nutricional desde hace milenios. [viii]
Las distintas variedades tienen importancia económica, social y cultural en el norte argentino, en Bolivia, Perú, Ecuador, el norte chileno, en Colombia y en partes de Brasil. Todo el mundo sabe que las hojas de coca se mastican por sus propiedades estimulantes del sistema nervioso central, como cardiotónico, como analgésico y sobre todo para tratar el apunamiento que afecta a los seres humanos por encima de los 2.500 metros sobre el nivel del mar. [ix]
Los conquistadores europeos se encontraron, en el siglo XVI, con el uso tradicional en las regiones andinas: mascar las hojas de coca mezcladas con harinas y cenizas de la quinua, tabaco o maíz. Esto se sigue practicando y se lo conoce como acullicar (del quechua akullikuy), chacchar (del quechua chakchay), pijchar (del aimara masticar), coquear o mambear coca, es decir mantener un bolo de hojas en la boca para ir ingiriendo el jugo mediante la masticación. Esta forma de uso de carácter medicinal, social, cultural y sagrado se da en toda la vasta región andina. Así las hojas de coca eran el acompañante del trabajo y en los viajes largos por la cordillera. [x]
La segregación racial que establecieron los conquistadores europeos con los pueblos indígenas sojuzgados podría ser la explicación de la lenta divulgación de las plantas de coca más allá de sus regiones originarias. Recién a mediados del siglo XVIII llegaron las primeras a Europa( y posiblemente desde allí, en manos de los holandeses, a la isla de Java, en Indonesia, donde se las cultiva actualmente).
Durante cien años los arbustos de coca no pasaron de ser curiosidades botánicas en los jardines europeos. Recién en 1855 se alcanzó por primera vez la síntesis del alcaloide por parte del químico alemán Friedrich Gaedcke que lo llamó eritroxilina en un artículo que publicó en Archiv der Pharmazie. Sin embargo ni su descubrimiento ni el nombre que le puso prosperaron.
En 1868 el médico peruano Tomás Moreno y Maíz publicó una tesis de doctorado en París titulada Recherches Chimiques et Physiologiques sur l’Érythroxylon coca du Pérou et la cocaine que se considera como el primer estudio hecho sobre la cocaína. Concluyó que la droga aumenta la resistencia a la fatiga; estimula física y mentalmente, brinda bienestar general y controla los efectos del alcohol.
Quien fue influyente en el uso medicinal de la cocaína fue Sigmund Freud (1856-1939). El creador del psicoanálisis llegó a pensar que la cocaína podía ser el remedio para la mayoría de los males. Freud era un adicto a la nicotina -fumaba entre 20 y 30 habanos por día- y al principio buscaba incansablemente sustancias que permitieran abordar químicamente los problemas que enfrentaba la medicina.
En 1858, una expedición italiana (la fragata Novara) había dado la vuelta al mundo y traído hojas de coca en buen estado. Al año siguiente el médico, neurólogo y antropólogo italiano Paolo Mantegazza (1831-1910) ensalzó las virtudes de la coca. Precisamente en 1860 Albert Niemann (que repitió lo de Gaedcke) describió el procedimiento para sintetizar la cocaína a partir de las hojas de coca y bautizó al alcaloide con su nombre actual.
En 1862, el médico vienés Frederich Schroff dio cuenta del efecto insensibilizador de la cocaína en la lengua. En 1880, la cocaína ya estaba incluida en las listas oficiales de fármacos en Europa y los Estados Unidos. Ese mismo año Von Anrep informó sobre la acción de la cocaína en los animales. Bentley y Palmer se refirieron al tratamiento del hábito de la morfina por medio de la cocaína en revistas científicas estadounidenses.
En 1883 el médico militar bávaro Theodor Aschenbrandt compró cocaína, la suministró a los soldados de su regimiento (disuelta en el agua de las cantimploras) y describió posteriormente sus efectos beneficiosos para soportar la fatiga.
Freud leyó su artículo y contribuyó al auge de la cocaína a partir de 1884. En abril de ese año, Freud escribió a su prometida: “ahora juego con un proyecto. He leído los informes norteamericanos y he quedado impresionado por el artículo de Aschenbrandt “.
Poco tiempo después (el 30 de abril) Freud ingirió cocaína por primera vez. En mayo Freud empezó a tratar con cocaína a su amigo Ernst von Fleischl-Marxow, adicto a la morfina. El 19 de junio Freud le escribió a su prometida: “ayer de noche terminé Über Coca”, (su primer artículo sobre la cocaína) [xi]. Ese mismo año Karl Koller, colega de Freud, probó la cocaína en el ojo de las ranas y en el ojo humano, y descubrió la anestesia local.
El 15 de setiembre Joseph Brettauer leyó el artículo de Koller en el que se describe la anestesia local ante la Sociedad de Oftalmología de Heidelberg. En octubre Koller y Königstein presentaron artículos sobre la anestesia local ante la Sociedad de Medicina de Viena. En noviembre y diciembre, Freud experimentó sobre sí mismo con la cocaína. En diciembre de 1884 se publicó, en los Estados Unidos, una versión resumida del artículo de Freud, con el título de On Coca.
El 31 de enero de 1885, apareció el artículo de Freud titulado “Contribución al conocimiento de los efectos de la cocaína”. En marzo Freud dio sendas conferencias en las sociedades Fisiológica y Psiquiátrica. El 6 de abril, Königstein operó al padre de Freud anestesiado por medio de la cocaína. Koller fue testigo presencial de la operación.
A esa altura, Fleischl-Marxow, el amigo y paciente de Freud, tomaba cantidades cada vez mayores de cocaína y sufrió una psicosis tóxica con visión de insectos que se arrastraban hacia él. El farmacólogo Louis Lewin criticó a Freud, por sus afirmaciones acerca de la inocuidad de la cocaína y se opuso a su utilización para el tratamiento de los morfinómanos.
- Erlenmeyer se sumó también a estas críticas. En julio, Freud publicó “Notas sobre el ansia de cocaína y el miedo a la cocaína” en el que relativiza sus anteriores afirmaciones sobre el carácter inofensivo del alcaloide. En 1888 Arthur Conan Doyle publicó una novela donde el protagonista Sherlock Holmes se inyectaba cocaína para estimularse.
En los años siguientes, el auge medicinal de la cocaína empezó a declinar. El mismo Freud consiguió superar su adicción a la droga, aparentemente sin consecuencias, aunque nunca abandonaría el tabaquismo. En realidad lo que sucedía en la última década del siglo XIX era la enorme difusión de la cocaína para un uso novedoso: el recreativo.
Para comprender esta transición hay que considerar la intervención de las grandes empresas y el comercio internacional. A diferencia del tabaco o el cacao, por ejemplo, la hoja de coca no había sido una mercancía en las redes comerciales que se desarrollaron tras la conquista de América. Los europeos ni siquiera experimentaron los principios activos de la coca, pues estos no sobrevivían el largo viaje transatlántico. Al igual que en tiempos precolombinos, la producción y el comercio de la hoja estaban limitados a la región andina [xii].
A principios del siglo XIX, los avances de la química, sobre todo en Alemania y Francia, permitieron empezar a aislar los alcaloides presentes en las plantas y con los adelantos en la navegación a vapor, los europeos contaron con coca en mejores condiciones y uno de los catorce alcaloides presentes en las hojas de pudo ser aislado, como ya vimos, en 1855.
Al principio los profesionales de la medicina no manifestaron mucho interés y la cocaína fue poco más que una curiosidad. La empresa alemana Merck, primer fabricante comercial de morfina, empezó a producir cocaína en 1862 pero apenas generaba unos gramos al año y la vendía a investigadores por miligramos y a precios elevadísimos.
El mercado mundial de la hoja de coca se amplió en 1863, cuando un químico corso establecido en París, Angelo Mariani (1838-1914), inventó un brebaje de extracto de coca y vino de Burdeos, que comercializó como un tónico medicinal bajo el nombre Vin Tonique Mariani. El vino de coca fue inmensamente popular en las décadas siguientes gracias a la hábil publicidad de Mariani, que incluyó el aval de un par de Papas cuyo rostro aparecía en los avisos y que recomendaban empinar el tónico. También lo hicieron, reyes, presidentes y miles de médicos.
El Vin Mariani tenía dos grandes ventajas: por un lado el alcohol aumentaba el impacto de la cocaína de modo que la mezcla compensaba la disminución del efecto estimulante que sufrían las hojas después de su largo viaje por barco. Por otro lado el sabor amargo de la hoja de coca, que los europeos rechazaban, era encubierto por el buen vino tinto. Entre 1863 y 1885, Mariani fue el principal comprador mundial de la hoja y la mayor parte la adquiría en Bolivia.
La coca era un producto fundamental para la economía de Bolivia y el artículo principal del comercio interno por lo que fue determinante en la formación del mercado nacional. El cultivo de la hoja, intensivo en mano de obra, se concentraba desde hacía siglos en los Yungas, cerca de la ciudad de La Paz [xiii]. A fines del siglo XIX, más del 80 % de la hoja boliviana provenía de esa región, donde constituía un monocultivo, producido tanto por las comunidades indígenas como por grandes hacendados.
En contraste con lo que ocurría en Perú, donde la hoja era un producto propio de regiones periféricas, en Bolivia la élite nacional, establecida en La Paz, tenía un interés directo en su producción por medio de las haciendas que poseía en los Yungas, y la prosperidad de la hoja estimuló la expansión de la ciudad.
La venta de coca estaba en manos de comerciantes españoles o criollos, exceptuando un pequeño comercio que se hacía con los países fronterizos, Perú, Chile y Argentina, que era controlado por indígenas. Pese al éxito del Vin Mariani, la demanda de coca para su mezcla con vino pudo ser atendida con una fracción marginal de la producción, menos del 1 % del total, por lo que el aumento de las exportaciones no tuvo un impacto significativo sobre la economía boliviana.
El éxito de Mariani atrajo a muchos empresarios, sobre todo en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, que también usaron la hoja para producir otros productos como píldoras, tónicos y cigarrillos. Uno de los competidores estadounidenses de Mariani fue el farmacéutico John Pemberton (1831-1888), quien en 1884 creó el French Wine Coca, que además de vino y coca llevaba nuez de cola [xiv], que contiene cafeína.
Pemberton había sido miembro de la caballería de los Confederados en la Guerra de Secesión y recibió un sablazo en el pecho a raíz del cual se hizo adicto a la morfina. Enterado de los efectos de la cocaína la incorporó a su tónico que también debía ser su analgésico. En 1885, se prohibió el alcohol en Atlanta donde Pemberton tenía sus instalaciones por lo que en 1886 desarrolló la Coca-Cola en la que el agua carbonatada reemplazaba al vino original.
Hasta principios del siglo XX la Coca-Cola incluía un extracto de coca pero, ante el aumento del rechazo social a la droga, la cocaína fue eliminada y la bebida abandonó sus pretensiones terapéuticas y se concentró en su carácter refrescante. A principios de siglo también desaparecieron muchas otras bebidas que incluían cocaína.
En 1884, el farmacéutico franco-peruano Alfredo Bignon (1843-1908) descubrió un método económico para producir la cocaína bruta o semi procesada (esa especie de melcocha que se hace con las hojas y un solvente, nafta o querosén) que mantenía un 85% de pureza de la cocaína (similar a los porcentajes con que operan ahora los productores ilegales).
“A partir de ese momento la demanda de cocaína fue insaciable” dice López Restrepo, aunque debido a la falta de hojas Merck que era el productor por excelencia en Alemania no pudo aumentar la producción al ritmo vertiginoso de la demanda. Los precios que ya eran altos se cuadruplicaron en un año. En 1886 la empresa alemana resolvió el problema mediante la adquisición de cocaína “en bruto” producida por Bignon en Lima y otros farmacéuticos, en su mayoría alemanes, radicados en Perú.
En ese momento, la logística y el transporte de la cocaína sufrió un cambio similar al que se está produciendo ahora en relación con los alcaloides y las drogas de síntesis. En efecto, la cocaína en bruto no perdía su potencia durante el viaje transatlántico (como si lo sufrían las hojas) y era mucho más barata de transportar.
Se produjo un doble efecto: Perú pasó a ser el gran exportador y Merck se transformó en un lucrativo gigante farmacéutico gracias a la morfina y a la cocaína (en 1883 había producido menos de un kilo de cocaína refinada y a finales de la misma década producía más de 500 kilos por año). El enorme aumento de las ganancias fue acompañado por una sensible baja de los precios y el consiguiente aumento de la popularidad de la droga.
Hacia 1890 los médicos habían aprendido más sobre las consecuencias negativas de usar cocaína y empezaron a emplearla con más mesura y en dosis menores, a ocultar al paciente la identidad de la droga prescrita y a sustituirla con nuevos anestésicos locales que no producían euforia ni adicción y además eran más baratos, como la eucaína y la procaína (un derivado de la cocaína), mejor conocida por su nombre comercial de Novocaína.
La producción mundial de cocaína se estabilizó en 1892 y se mantuvo en un nivel promedio de 6,2 toneladas anuales durante el resto del siglo XIX. Entre 1892 y 1899, el 58 % de la cocaína producida a nivel mundial provenía de la cocaína bruta peruana, un 31 % usaba como insumo hoja peruana y el otro 11 % coca de Java. En el mismo lapso la cocaína refinada procedía en un 67 % de Alemania, un 18 % de Estados Unidos y el restante 15 % de otros países europeos, en particular el Reino Unido y Francia.
El consumo de la droga se extendió más en Estados Unidos, debido a la industria de medicinas patentadas y a la mayor tendencia a automedicarse. En ese mismo periodo 1892-1899, el consumo de cocaína en el país norteamericano fue de 2,1 toneladas anuales en promedio, que correspondieron a 34 % de la cocaína producida en el mundo. En Europa, en cambio, las medicinas patentadas no eran tan populares y los fabricantes se limitaban a vender a mayoristas y farmacias.
Sin embargo, esa estabilidad duraría poco. A comienzos del siglo XX hubo un nuevo salto en el consumo que compensó ampliamente la disminución que se había producido por retracción médica. Esto se debió a una extensión de la demanda en Asia y el Medio Oriente y sobre todo a la popularización del consumo recreativo en las grandes capitales. En 1900 la producción superó las 9 toneladas y en 1901 las 10 mientras que los precios seguían bajando. La producción volvió a crecer grandemente a partir de 1911, cuando se superaron las 15 toneladas y alcanzó las 18 toneladas y media en 1913, a las puertas de la Primera Guerra Mundial.
Alemania empleaba cocaína en bruto, mientras que Estados Unidos, debido a una política de promoción industrial, importaba la hoja. El país europeo mantuvo su posición de liderazgo en la producción mundial de cocaína. La que disminuyó fue la participación de los otros países europeos, pues pasó del 15 % en 1892-1899 al 4 % en 1911-1913, pese al ingreso al mercado de nuevos fabricantes.
La pérdida de participación de los países europeos fue cubierta casi completamente por Estados Unidos, cuya producción dentro del total mundial aumentó del 15 % en 1892-1899 al 34 % en 1904-1910, debido al mayor dinamismo de su consumo con fines recreativos. Sin embargo, ese aumento del consumo estadounidense produjo una reacción social y normativa, de tal manera que en 1911-1913 su participación en la producción mundial disminuyó al 23 %.
Debido a sus menores costos y su mejor acceso a los mercados internacionales, Perú sustituyó a la mediterránea Bolivia como el único exportador de coca en el mundo. Durante siglos la producción de coca del Perú se había centrado en Cuzco, donde se cultivaba la hoja para el consumo de la población local, sobre todo indígena. Desde la segunda mitad de la década de 1880, la producción se concentró en las tierras bajas más accesibles desde Lima y desde entonces ha sido el centro de la industria peruana de la cocaína, legal hasta 1949 e ilegal después. En la década de 1890 surgió una tercera zona de producción, más al norte, que se especializó en la exportación de hoja de coca para el mercado estadounidense, sobre todo para la fabricación de Coca-Cola.
Aunque las exportaciones de coca generaban divisas, la mayor parte de la demanda de coca en Perú y Bolivia correspondía al consumo interno tradicional. Según parece Estados Unidos fue el principal comprador de la hoja exportada peruana ya desde 1892, aunque Alemania fue el principal comprador de la cocaína bruta peruana durante este periodo. Al principio, el grueso de la hoja importada por Estados Unidos era usado para fabricar cocaína, pero con los años la producción de refrescos adquirió más importancia.
En Colombia, el consumo y el cultivo de coca estaban difundidos por todo el territorio cuando llegaron los españoles. El uso fue disminuyendo en la Colonia a medida que avanzó el mestizaje de la población indígena, pero no desapareció del todo, como en el caso de Ecuador. A principios del siglo XX, la coca estaba reducida a ciertas regiones y la hoja se comerciaba en mercados locales y no se cultivaba con fines de exportación.
Volviendo a la Primera Guerra Mundial, la relación entre la cocaína y las guerras reaparece con fuerza. Las terribles condiciones vividas por los soldados motivaron el consumo de la cocaína, que junto al alcohol, el tabaco y la morfina, permitían una evasión temporal de las penurias de la contienda.
El uso de las drogas como estimulante para los soldados conoció un notable auge y la cocaína se convirtió en la “droga maravillosa”. Pero había antecedentes, casi un siglo antes, el británico William Miller [xv] había señalado que mascar hojas de coca era esencial para aumentar la resistencia de los combatientes. Sin embargo, la atención de los ejércitos no se centró tanto en el efecto estimulante como en su capacidad para reducir el apetito, lo que disminuiría los costos para el mantenimiento de la tropa. Se trataba de ahorrar en la comida.
El ejército británico dependía enormemente de un producto cuya efectividad ya había sido probada en las expediciones polares de 1907 y 1909. Comercializada bajo el nombre de “Marcha Forzada”, contenía cocaína y extracto de nuez de cola y estaba fabricada por la Burroughs Wellcome & Co., una empresa farmacéutica de Londres que logró producir cocaína en forma de pastilla, lo que alargaba la vida útil de la droga y facilitaba su almacenamiento. La dosis recomendada era un comprimido para ser disuelto en la boca cada hora en periodos de agotamiento físico y mental. Los anuncios del producto afirmaban: “Aleja el hambre y prolonga la resistencia física”.
El uso de las drogas y la proliferación de las adicciones desató un ambiente de pánico en Gran Bretaña. El Times hablaba de un peligro mayor que las balas, un riesgo para todo el Imperio británico, y el Daily Chronicle alimentó la histeria señalando que los adictos se arrastraban para obtener la droga de los farmacéuticos. El diario relataba que los soldados enloquecían y se volvían agresivos e insubordinados, concluyendo que el ejército británico caería en la anarquía y el caos. En mayo de 1916 el Consejo del Ejército prohibió cualquier venta o suministro de sustancias psicoactivas, en particular cocaína, pero también la codeína, la heroína, la morfina y el opio, excepto en casos recetados por un médico. No hay datos de la eficacia de la medida.
Como los demás alcaloides, la cocaína estuvo presente en las guerras pero no era la droga de elección mayoritaria en comparación con la morfina, la heroína y el opio. Se difundió ampliamente recién a partir de la década de 1970. Se puede decir que, hasta mediados de esa década, la cocaína había pasado casi desapercibida en las redes del narcotráfico. Los grandes cargamentos que los narcotraficantes colombianos dirigían a los Estados Unidos, siempre el ámbito de mayor consumo y remuneración, eran de marihuana.
En determinados medios estadounidenses se empezó a introducir la cocaína como un euforizante que elevaba el ánimo, aumentaba la creatividad, el rendimiento en el trabajo y la capacidad de disfrutar de las juergas más prolongadas. La idea que primaba es que se trataba de una droga exenta de peligros, que se podía usar circunstancialmente y abandonarla sin secuela alguna.
A lo que se oponía el mafioso clásico personificado en El Padrino por Don Vito Corleone era a que su familia se involucrara en el tráfico de heroína. El juego, la prostitución, la extorsión y todo tipo de negocios turbios eran adecuados pero no la heroína. La cocaína no entraba en el radar de la mafia y tampoco en el de las autoridades estadounidenses. Hay que recordar que la agencia especializada Drug Enforcement Administration (la DEA) fue fundada por Richard Nixon recién en 1973.
Sin embargo, a partir de las operaciones de la CIA, que ampararon y promovieron el tráfico de toneladas de cocaína hacia los Estados Unidos, como medio para financiar la agresión al régimen sandinista que había derrocado a Somoza en Nicaragua, en 1979, el ascenso de los cárteles colombianos y mexicanos se hizo incontenible [xvi]. Este fue el drama de las últimas décadas del siglo XX y los primeros años del XXI.
El descubrimiento que realizó un químico mediocre en Los Angeles, Estados Unidos, cambió para siempre el panorama de la cocaína en el mundo. Comprobó que se podía tratar el clorhidrato de cocaína con agua y bicarbonato o amoníaco, y que al desecar esa mezcla en un horno de microondas se obtenían cristales fumables, la pasta base, crack o bazuco, que llega al cerebro más rápidamente incluso que una inyección intravenosa y produce una subida violenta mucho más adictiva.
Las piedritas blancas o amarillentas que se fuman en pipa de vidrio o en papel de aluminio producen una elevación de la autoestima y la confianza en uno mismo, locuacidad y excitación, llegando a la irritabilidad extrema, todo por poco tiempo, 30 o 60 minutos. Cuando el efecto declina el sujeto experimenta una ansiedad extrema por recibir otra dosis. El uso produce adicción, ataques de pánico, trastornos mentales e incluso la muerte, sea por sobredosis o por inducción al suicidio.
Por el Lic. Fernando Britos V.
[i]No se trata de que falte información o trabajo de los científicos a nivel nacional e internacional. Simplemente a modo de ejemplo, es posible recurrir a las publicaciones de la División Sustancias Controladas del Ministerio de Salud de nuestro país y de los organismos de las Naciones Unidas (ver por ejemplo: https://www.gub.uy/ministerio-salud-publica/sites/ministerio-salud-publica/files/documentos/publicaciones/Estudio%20producci%C3%B3n%20y%20comercializaci%C3%B3n.pdf )
[ii]El láudano es una bebida alcohólica compuesta por vino blanco, azafrán, clavo, canela y otras sustancias además de opio que se usaba con fines medicinales en una gran variedad de jarabes patentados durante el siglo XIX. La verdad es que Paracelso elaboró una especie de bálsamo mezclando opio con otras sustancias como beleño (Hyoscyamus), almizcle y ámbar por lo que su medicina era originalmente sólida más adelante surgió la idea de transformarla en una bebida alcohólica (el médico de Luis XIV usaba alcohol de 60º) y se comercializó libremente por más de 200 años. Se dice que Simón Bolívar le reprochaba a San Martín que usara láudano para tratarse los dolores (Bolívar prefería el ron). A finales de siglo XIX y principios de siglo XX el extracto y los cigarrillos de cannabis índica, el clorhidrato de cocaína, las hojas de coca, el opio y sus derivados (entre ellos el láudano) se utilizaban terapéuticamente pero también con fines recreativos. Varios ejemplos recoge la bibliografía médica y las persistentes campañas publicitarias de estas especialidades farmacéuticas durante las primeras décadas del S. XX en Uruguay como en el resto del mundo.
[iii] También se usó la morfina y el opio en forma rutinaria en la Guerra Austria-Prusia (1866), la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) y la Guerra Hispano-Estadounidense (1898), su uso por parte de los ejércitos fue fundamentalmente terapéutico, para tratar de aliviar el dolor físico y moral de los soldados pero dejó como saldo muchas adicciones.
La situación cambió radicalmente en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Nunca antes hubo un consumo tan masivo de drogas por parte de los soldados como durante la Primera Guerra Mundial, cuando el alcohol, la morfina y la cocaína adquirieron un enorme protagonismo.
Las altas tasas de consumo iban más allá de las funciones terapéuticas. Además de las raciones diarias de alcohol y tabaco, al menos los ejércitos británico, australiano, francés y alemán proveyeron a sus soldados de cocaína para aumentar su energía y espíritu en el combate entre 1914 y 1918. Durante la Segunda Guerra Mundial se mantuvo la tendencia de consumo masivo de alcohol, morfina y cocaína, pero unas nuevas drogas sintéticas tomaron la delantera: las anfetaminas y metanfetaminas. Los soldados alemanes, británicos, norteamericanos y japoneses recibieron estas drogas para combatir el sueño, estimular su valor y reforzar su resistencia física.
Capítulo aparte merecen las dos Guerras del Opio, conflictos criminales – como todas las guerras – pero en este caso promovidos en el siglo XIX por el interés británico y de sus cómplices europeos por obligar a China a aceptar el comercio del opio y promover la drogadicción.
[iv] Según el investigador alemán Norman Ohler el uso de drogas de Hitler tuvo tres etapas: la primera, de 1936 a 1941, cuando tomaba vitaminas y glucosa. En 1936 había conocido a Theodore Morell (1886-1948), que tenía una clínica de moda entre la élite berlinesa en la década de 1930 y se especializaba en “tratamientos holísticos” y “medicina alternativa”. En 1936 se convirtió en el médico personal de Hitler y le había asegurado que, con sus inyecciones, se sentiría muy bien y que nunca tendría ni un resfrío. En el otoño e invierno de 1941 cuando la Blitzkrieg se empantanó ante los soviéticos, Hitler exigió a Morell y este empezó a suministrarle hormonas animales (incluso provenientes de cerdos), esteroides y barbitúricos. La tercera etapa se desarrolló a partir de julio de 1943. Ohler encontró los archivos de Morell y de ellos surge que entonces Hitler había mantenido una reunión con Mussolini que quería abandonar su alianza y se sentía muy deprimido. Morell le inyectó entonces por primera vez Eukodal, un analgésico opioide semi sintético proveniente de la heroína con efectos euforizantes muy potentes (esa era la droga que hoy es conocida como oxicodona). Después del Eukodal, Morell comprobó que el Führer se sentía muy bien y que estaba eufórico porque había conseguido que Mussolini siguiera apoyándole. Las anotaciones de Morell indican que inyectó a Hitler en 800 oportunidades en un periodo de 1.349 días. En la tercera y última etapa, la del deterioro y derrumbe agónico del Tercer Reich, Hitler había tomado cocaína pura en por lo menos quince ocasiones, en dosis grandes, de las que se le entregaba a su guardia personal de las Schutz-Staffel (SS) y hubo ocasiones en que combinó cocaína y oxicodona en un lapso de pocas horas.
Ohler, Norman (2016) El Gran Delirio. Hilter, drogas y el III Reich. Ed. Crítica, Barcelona.
[v] La benzedrina es una anfetamina. El uso médico experimental de las anfetaminas había comenzado en la década de 1920. Fue utilizado desde entonces por los militares de varias naciones, especialmente en las fuerzas aéreas, para combatir la fatiga. En 1927, la capacidad de la anfetamina para elevar la presión sanguínea y la vasoconstricción al tiempo de dilatar los bronquios, llevó a su comercialización como inhalador (la Benzedrina). Poco tiempo después, aparecieron otros medicamentos: en 1938 la metanfetamina (Methedrina) y en 1954 el metilfenidato (Ritalina). Las anfetaminas fueron usadas para afecciones tan variadas como la narcolepsia, la obesidad, la depresión, el TDAH, las sobredosis de sedantes, las adicciones, en niños y en adultos. Inauguró el dopping deportivo e intelectual (mejora del rendimiento físico y cognitivo). La promoción comercial y la ignorancia de sus peligros desataron el abuso y las adicciones masivas. Recién en 1971 fue incluida para control en la Convención Internacional de Psicotrópicos. Actualmente es sustancia controlada pero asequible en casi todos los países. El gran productor de anfetamina, los Estados Unidos, generaba media tonelada en el año 1990. nueve toneladas en el 2000 y la DEA estimaba que en el 2015 la producción local superaría las doce toneladas. Ahora puede ser perfectamente el doble.
[vi] McCoy ha investigado y escrito acerca de la historia de las Filipinas y sobre el Sudeste asiático, en particular sobre el narcotráfico del Triángulo Dorado (opio y heroína). Su libro The Politics of Heroin in Southeast Asia documenta la colaboración de la CIA y los carteles de la droga en esa región. McCoy afirma que durante la Primera Guerra de Indochina (1947-1954), la inteligencia militar francesa necesitaba dinero para su guerra sucia por lo que contactó a los productores y traficantes de opio en el Triángulo Dorado, y armó una red internacional de tráfico con ayuda de otras instituciones de inteligencia francesas, como la SDECE. El sistema persistió después de la derrota de los franceses en Dien Bien Phu, conociéndose como la Conexión Francesa. La CIA continuó la operación de los franceses.
[vii] Alcohol, opio, cocaína, heroína, hachís, metanfetamina. Son algunas de las drogas que han acompañado a las guerras a través de los siglos. Consumidas masivamente con el objetivo de aumentar la resistencia de los soldados e insuflarles valor para encarar el horror de la guerra. El historiador polaco Lukasz Kamienski desarrolla esta estrecha relación entre las sustancias psicoactivas y la guerra. Desde los griegos y romanos que iban al combate borrachos mediante el uso abundante del coraje líquido que les daba el alcohol hasta la dotación obligatoria de ron que los ingleses proporcionaban a sus soldados en el siglo XVIII. Desde nuestro punto de vista, lo más interesante de la recopilación de Kamienski, es la secuela de adicciones que las guerras dejaron en las poblaciones. Así por ejemplo, la invasión a Egipto que llevó a cabo Napoleón hizo que sus tropas entraran en contacto con el hachís (un derivado de la Cannabis sativa como la marihuana). El hachís, que en Egipto se usaba para fumar y cocinar, fue prohibido pero el consumo se generalizó en la tropa con el resultado de un comportamiento indolente. Entonces, el prohibicionismo y el punitivismo también fracasaron porque, cuando regresaron a Francia en 1801, los soldados llevaron plantas, semillas y la adicción que después se extendió a toda la sociedad.
[viii] En India existe la especie E. monogynum que es utilizada en la medicina tradicional y también como alimento en tiempos de escasez. Aunque el género Erythroxylum contiene otros alcaloides esta especie no se emplea para sintetizarlos.
[ix] El mal de altura o soroche (del quechua surugchi), es la falta de adaptación del organismo a la hipoxia (falta de oxígeno) de la altitud. La gravedad del trastorno está en relación directa con la velocidad de ascenso y la altitud alcanzada. Ocurre normalmente a partir de los 2.500 metros de altitud (El Alto cerca de La Paz está a 4.000 metros). La hipoxia es más frecuente en menores de cincuenta años y en sujetos que residen habitualmente a nivel del mar. La falta de oxígeno en el organismo afecta la biodisponibilidad de este, ya que los alvéolos pulmonares no son capaces de transportar la misma cantidad de oxígeno a la sangre. Aunque no se sabe exactamente por el que la hipoxia provoca el soroche, hace milenios que las hojas de coca ayudan a sobrellevarlo.
[x] En la Amazonía de Brasil, Colombia y Perú, se elabora un polvo llamado mambe o ipadu, tostando, moliendo y tamizando las hojas de coca amazónica y mezclándolas con cenizas de árboles como aditivo alcalino. El polvo se mantiene en la boca y cumple funciones sociales, culturales y rituales.
[xi] En ese artículo decía: “El efecto psicológico de la Cocainum mur en dosis de 0,05 a 0,10 g consiste en la excitación y la euforia retenida, la que no se diferencia mucho de la euforia de las personas sanas. Falta totalmente el sentimiento de alteración que acompaña a la excitación por alcohol, también falta el efecto característico inmediato del alcohol de ansiedad. Se tiene la sensación de incremento del auto control, se siente gran vigor y capacidad de trabajo. Pero si se trabaja se extraña la excelente y elegante excitación e incremento de las fuerzas intelectuales por alcohol, té o café. Se es simplemente normal y se tiene pronto el esfuerzo de creer que se está bajo el efecto de algo”.
[xii]Una investigación a fondo de estos asuntos y, en particular, del desarrollo del comercio de la hoja de coca en América Latina remite a A. López Restrepo (2017) “Ilusiones defraudadas: auge y caída del comercio legal de coca y cocaína en los países andinos”. En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. (htpps://revistas.unal.edu.co/index/achsc/article/v) (https://doi.org/10.15446/achsc.v45n2.71033).
[xiii] Los Yungas es una estrecha franja del noreste al sur de Bolivia, en las laderas orientales de los Andes. Es una zona húmeda, con nieblas constantes y mucha lluvia, que presenta una mezcla de verdes laderas, precipicios, ríos, cascadas y una vegetación exuberante. La altura varía entre los 600 y los 2.500 metros. Es una de las regiones más ricas de Bolivia con gran cantidad de especies animales y vegetales. En los cálidos valles de Los Yungas se cultiva coca, café, caña de azúcar, cacao, bananas, papayas, maíz y una infinidad de frutas.
[xiv]La nuez de cola proviene de un árbol africano (Cola acuminata) que libera la cafeína que contiene en forma lenta, por lo que presenta un efecto estimulante más suave que el café y alarga el tiempo de eliminación de la cafeína, lo que potencia el efecto excitante de las bebidas refrescantes en las que va asociada a otras sustancias. Se dice que hay que evitar las asociaciones muy concentradas con café, algunos tés y mate en personas con deficiencias cardiovasculares o de temperamento nervioso.
[xv]William o Guillermo Miller (1795-1861) fue un británico que peleó en España contra Napoleón y que en 1817como muchos de sus compatriotas, emigró hacia América del Sur en busca de gloria y fama. Llegó a la Argentina donde inmediatamente se enroló en las huestes al mando de San Martín. Con el grado de capitán de Artillería atravesó la cordillera con el Ejército de los Andes que lograría la independencia de Chile. Fue almirante de la marina chilena y combatió por la independencia del Perú y alcanzó el grado de mariscal. Murió en Lima a los 66 años.
[xvi]Hay que recordar que el capo prototípico, Pablo Escobar Gaviria (1949-1993) el hijo de campesinos que empezó robando autos y haciendo contrabando fronterizo se involucró primero en la exportación de marihuana y recién en 1979 con los embarques de cocaína hacia los Estados Unidos.
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