Juana de Ibarbourou, motiva un nuevo “escándalo”

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Entrevista Jorge Arbeleche

Un nuevo acontecimiento cultural en el camino de rescatar del olvido a Juana de Ibarbourou que se inicio el martes 3 de Marzo con la inauguración de la exposición “Juana escándalo en la Luz”, está en curso. A 90 años de la publicación de “Las lenguas de diamante”, 80 años de su proclamación como “Juana de América” y a 30 años de su muerte. Este hecho motivó el diálogo de La ONDA digital con el profesor y escritor Jorge Arbeleche, uno de los curadores del evento.

Según los organizadores en esta propuesta se exhiben piezas nunca antes conocidas, gracias a la colaboración de colecciones públicas y privadas. Simultáneamente conferencias y talleres encuadrarán el acontecimiento. La Muestra esta instalada en el Centro Cultural de España y tiene como Curadores a Jorge Arbeleche y a Andrés Echevarría.

– ¿Qué va a aportar a la historia de Juana de Ibarbourou esta propuesta?

– Esta propuesta de la muestra que se hace en el Centro Cultural de España con el auspicio de la Biblioteca Nacional, de la Academia Nacional de Letras, se propone mostrar a Juana en todas sus facetas – o por lo menos, en la mayor parte de sus facetas – a través de lo que constituyeron los elementos, los objetos que fueron parte de su vida. Y así vemos, por ejemplo, la indumentaria. Aparecen las famosa chaqueta – aquella de la foto – aparecen sus alhajas – una pulsera, un collar, abanicos, sombreros, guantes – es decir, todo lo que hace un poco el aspecto dicónico de la figura. Pero, al mismo tiempo, todo lo que está relacionado con su escritura – manuscritos con tachaduras, sobrescritos con distintas versiones de un poema. Aparece, además, toda una concepción estética que se va perfilando en la escritura de los textos que aparecen en los paneles. Fotografías – muchas de ellas conocidas, pero muchísimas más desconocidas – incluso instantáneas.

– La intimidad de la creación de Juana y también la intimidad personal. 

Entrevista Jorge Arbeleche – La intimidad personal, sin entrar en su vida privada, ¿no?  Es decir, intimidad personal en el sentido de – como le digo – indumentaria.  Ella fue famosa por su belleza, por su coquetería, toda la parte estética a ella le importaba mucho.  Incluso eso se refleja mucho en su obra, pero se refleja también en su persona. Y todo eso está allí mostrado, está allí a la vista del público, junto con una cronología, junto con una serie de textos que están inscriptos en unos paneles grandes para que la gente los pueda leer e ir viendo la evolución de esta obra y de esta personalidad a través de ochenta y tantos años de vida.

– ¿Por qué lo de “Escándalo”?

– “Escándalo en la luz” porque hay un poema – que es uno de los más famosos de su juventud – que se titula “Rebelde” – y que desafía, precisamente, al famoso “barquero de la muerte” – a Caronte – y le dice: “Caronte, yo seré un escándalo en tu arca”. Nos pareció que la palabra “escándalo” era muy definitoria de esa Juana que irrumpe con su juventud, con su frescura, con una presencia luminosa. Porque toda su obra – especialmente la primera – es una obra con una presencia restallante de la luz, con un amor sin culpa, un amor donde no existe la noción de pecado. Y, entonces, a la vez que hay inocencia, hay también sensualidad, instinto, frescura, naturalidad.

– ¿El amor fue un elemento constante en su poesía?

– Sí, sí, claro que sí.

– ¿Casi el centro o el eje?

– Sí, yo diría, el eje. Porque es el amor humano, es el amor divino y es el amor a la naturaleza, es el amor a la vida. En algún poema del final dice: “la vida, ese “monstruo” incesante de la vida”. Es decir, aunque sea a veces desde el punto de vista – no negativo, pero desde el reverso, diríamos también – el amor a la vida está también en sus últimas etapas, más allá de la fatiga, más allá del desconcierto, más allá de la nostalgia y de la presencia inminente de la muerte.

– Trata el amor en el límite de lo intimistas.

 – ¡Ah, por supuesto! Sí, sí. Es un amor abierto, no existe la pacatería, es un amor sensual – es más sensual que sexual, diría yo – porque ahí importa la caricia, el beso, el cuerpo, la exaltación de lo físico, de su piel, de la belleza en sí.

– En algunos casos, ¿hasta en primera persona?

– Sí, sí, claro, en muchos casos.  Incluso es un “yo” que ha sido leído en forma equivocada – para mi gusto – porque se ha dicho, muchas veces, que es la figura femenina sumisa a la presencia patriarcal masculina.  Y yo creo que no lo han leído bien, porque sus poemas eróticos son poemas con un tono imperativo marcado: “tómame ahora que aún es temprano”, “cíñeme, amante, vámonos a …”.  Es decir, la que toma la decisión, la que toma el impulso, es la mujer, es la hembra. Y, en ese sentido, es una figura que provoca escándalo en su época.

– Una adelantada…..

– Una adelantada. Y, a tal punto provoca escándalo, que muchas anécdotas no se conocen, no aparecen ahí. Pero yo se las comento ahora, como por ejemplo, cuando ella le envió el primer ejemplar de “Las lenguas de diamante” a María Eugenia Vaz Ferreira, ésta se lo devolvió a los pocos días diciéndole que ella no leía “indecencias”.  Es decir, “Las lenguas de diamante” – que hoy a alguna gente le puede parecer pacata – en 1919 era una trasgresión. Fue una trasgresión y, justamente, no tenía nada de pacata. Y María Eugenia – que habías sido una de las grandes figuras y sigue siéndolo, pero – en los últimos tiempos se había volcado a una religiosidad extremista y rígida.

– Arbeleche, ¿está habiendo un renacer del conocimiento de Juana en la sociedad uruguaya?

– ¡Ojalá!  Yo creo que sí, que lo hay y que debe haberlo. Porque Juana es un icono de la cultura nacional, más que un hecho literario – que lo es – es también un hecho cultural. Y si acá, en el Uruguay, hubo una etapa de negación – más que de negación, yo diría de “ninguneo” – porque si usted va a mirar las críticas, los estudios críticos de la época de la “generación del 45”, que fueron quienes, de cierta manera, la arrinconaron, la dejaron un poco aislada – no va a encontrar escritos sobre eso. Va a encontrar algunos que tienen reparos – como es lógico – pero nadie la niega. Se negaba desde el punto de vista oral, desde el punto de vista del rumor, desde el punto de vista del prejuicio: “Juana  es oficialista”, “Juana es esto…”, “Juana es lo otro…”.  Porque fue una mujer también muy generosa, que hizo demasiados prólogos, quizás sin reparar en la calidad de los libros que prologaba.

– Pero el Estado primero la nombró en primera persona, la elevó y después también la desconoció, ¿no? En los últimos años, el Estado uruguayo no la ha tenido en cuenta.

– El Estado uruguayo no ha vuelto a reeditar sus libros. Pero le recuerdo que en 2001 hubo un muy importante homenaje en el Palacio Legislativo – organizado por la Cámara de Representantes, por la Cámara de Diputados – donde hubo una fiesta de artistas que festejaron, que celebraron la figura de Juana, desde la presencia académica. Yo en ese momento era – bueno y la sigo integrando – académico y otras figuras, como Estela Medina – que en ese momento integraba La Comedia Nacional – hasta “La Reina de la Teja”.  Es decir, que la poesía de Juana ha ido desde lo académico, desde lo estudioso, desde los actores o actrices, hasta manifestaciones de cultura popular, como lo es la murga.

– ¿Se enseña hoy en la enseñanza uruguaya a Juana?

– Sí, está en los programas de tercer año del Ciclo Básico. Y está, también, en los programas de educación superior, es decir, la formación docente

– Usted, como especialista en la literatura, ¿qué percibe en las nuevas generaciones?

– Yo creo que las nuevas generaciones la están descubriendo y están descubriendo una figura que no conocían. Hay libros que siguen siendo poco conocidos y que tienen algunos de los poemas más excelentes. Y pienso que están descubriendo una Juana que ellos no conocían. Porque ellos tenían – muchos todavía la tienen – la imagen de una Juana especie de una monja laica que escribió “La higuera” y “El vendedor de naranjas” – que son dos hermosos poemas, por otra parte – pero no es lo único.  A mí hay gente que me ha dicho: “Ah, Juana es “El vendedor de naranjas”. Sí, es “Vendedor de naranjas” y muchos otros poemas más. No es solamente “La Higuera” o “El vendedor de naranjas”.  Hay otra gente que me ha llegado a preguntar si la proclamación de “Juana de América” fue por un decreto gubernamental. Y yo lo que quiero aclarar – y eso está aclarado en la muestra – es que…

– ¿Fue una iniciativa de los universitarios?

– … fue una iniciativa de los universitarios, de los jóvenes poetas de la época. Y, el Comité que invitaba a la fiesta y a la proclamación, estaba integrado por Carlos Vaz Ferreira, Zorrilla de San Martín, Emilio Oribe, Emilio Frugoni y algún otro que se me escapa en este momento.  Es decir, era la “flor y nata” de la cultura de la época.

– Arbeleche, no existe una leyenda de Juana la “oficialista”

– Hay una cosa que quiero aclarar. Si Juana fue oficialista, fue oficialista en la misma medida que otros poetas y, además, estuvo protegida, acompañada, porque se compraron los derechos por los gobiernos democráticos, sin nombrar al último gobierno dictatorial, por supuesto, que se aprovechó de su imagen cuando ya era una mujer enferma y anciana y dominada por su hijo y tenía 87 años cuando murió.

– Si.  Hay bastantes ejemplos de que ella participó – en plenitud – pero con los gobiernos democráticos.

– Con gobiernos democráticamente elegidos. Que a uno no le gustaran, eso es otra cosa. Y hay algo que, en el catálogo y en el libro de Diego Fisher aparece y me parece que es interesante destacar, cuando la segunda Guerra Mundial – y acá hay un documento que Fisher reproduce – el embajador de Franco, de la España franquista, le envía una carta a ella – porque ella había firmado, e iniciado la lista de las firmas – una carta de escritores – uruguayos en este caso, pero que se habían integrado a otros hispanoamericanos – que saludaban al primer ministro británico ganador de esas elecciones y que le solicitaban que interviniera en España (no que interviniera militarmente) que incidiera para recuperar la libertad de los españoles, especialmente la de los españoles que estaban en el exilio, la “España peregrina”, que no podían volver a España. Entre ellos: Rafael Alberti, Margarita Xirgú y tantos otros. Y, entonces, el embajador español – que no recuerdo el nombre ahora – le envió una carta y le dice que se siente “muy ingratamente sorprendido” de ver su firma iniciando la lista por tal y tal…

– O sea que, ¿tuvo una postura bien clara?

– … y ella le responde de una manera, ¡con un coraje, con una fuerza, con un valor y con una energía!, dónde le dice: “si usted me habla de sorpresas, de sorpresas ando yo. Porque yo estoy sorprendida que usted tenga poco menos que el atrevimiento de escribirme”. Eso es desconocido y eso es importante que se conozca.

Cómo usted bien dice, cuando ella estaba en su “sano juicio”, acompañó las cartas democráticas. Cuando digo: en su “sano juicio”, no me refiero a que ella estuviera mal, pero ya al final hay mucha gente que recuerda esa triste imagen, cuando le dan esa condecoración.  Pero, ¿era tan fácil decirle a los militares que estaban dominando en ese momento que rechazaba un premio?. ¿Una mujer que tiene 86 años y está enferma y está vieja y está pobre, además?.

– Por lo que se conoce bajo el férreo dominio de su hijo

– Y dominada por el hijo. Es una imagen ingrata, pero eso no borra las otras imágenes.

– Arbeleche, Juana siendo del interior, de Cerro Largo, de Melo, no es una poetisa aldeana, ¿no?  Es una poetisa universal.

– Es una poetisa universal. En el primer libro hay mucha presencia de la naturaleza y de la naturaleza muy uruguaya, muy criolla.  Nombres de flores, de yuyos, de plantas, de árboles, de arroyos.  Es una presencia muy mácula de estos elementos de la naturaleza, pero que ella los transforma en su poesía, a elementos universales.

– ¿Usted fue amigo de ella? ¿La conoció y estuvo cerca en determinado momento?

– Estuve muy cerca y, para mí, fue una marca decisiva, porque fue entre mis 20 y mis 30 años. Fueron diez años muy marcados y tuvimos una relación de amistad bellísima. Además esa fue una época difícil para mí, porque mi madre se había enfermado y luego murió, y ella tomó una actitud profundamente maternal conmigo. A la vez que también había una corriente literaria, de entrega de libros, yo le leía mis cosas, una relación destacada.

– ¿Cómo era la personalidad cultural de Juana? ¿Qué profundidad tenía, qué formación tenía, qué percibió usted?

– Ella tenía una formación autodidacta, muy amplia, muy versátil y era una mujer sumamente inteligente, sumamente interesada en estar al día.  Por ejemplo: en el año 71 le preguntan en una entrevista – en la que yo estuve presente – para el semanario “Marcha”, le pregunta Rutinelli: “de la literatura latinoamericana, de la novela latinoamericana, cuál le interesa más”.  Y le dice: “Cortázar, Vargas Llosa y “100 Años de Soledad” de García Márquez. Y, recordemos, que estamos en pleno “boom”, o sea que ella estaba absolutamente al día.  Además, esos tres escritores que ella era los que prefería y los que destacaba, son los que han seguido.  Es decir que estaba totalmente al día. Y, cuando le preguntan sobre escritores nacionales, bueno nombra a Marosa Di Giorgio, nombra a Circe Maia.  O sea que estaba al día.

– ¿Era alguien interesada más allá de la literatura también?

– El cine le gustaba mucho. Claro, no iba demasiado, pero había ido. Y le gustaba mucho Bergman. Me acuerdo que a ella le había fascinado la película “La fuente de la doncella”. Es decir, que tenía un gusto bien educado, estéticamente.

– Arbeleche, el libro de Diego Fisher deja un sabor de una Juana que transita – por lo menos en la última parte de su vida – traumáticamente.  Usted que estuvo cerca, ¿confirma esto?

– Lo confirmo plenamente. Porque yo estuve cerca hasta cinco años antes de morir ella y, los últimos cinco años, me fue “vedado” absolutamente llegar hasta ella. Estaba encerrada – yo diría que, de alguna forma, en una especie de “secuestro” – el hijo (no sé si estaba en su “sano juicio”, pero) era un hombre de sumamente difícil carácter. Cuando él aparecía y nosotros estábamos reunidos conversando en su estudio, a ella se le cambiaba la cara, la expresión se le demudaba. Y creo que fue sumamente infeliz en los últimos años y mucho antes también. Creo que ese hijo la hizo sufrir mucho.

– El libro también le dedica una parte importante a los amores de Juana.

– Sí.

– También con cierto, dramatismo en parte, ¿no?

– Bueno, dramatismo porque  en cuanto a la relación con su marido hay un dato significativo y es el hecho de que él no la acompaña al acto del Palacio Legislativo en 1929. Es un dato. Y la primera edición de “Las lenguas de diamante”, ella se la dedica al marido y luego quita esa dedicatoria.  Ese es otro dato.  Es decir que ella, su vida privada, la mantuvo privada, pero no la ocultó en su poesía, pero de sus amores se habla después de su viudez. 

– Sí, eso es lo que trasunta el libro.

– No son amores “adulterinos”. Si los hubiera habido a mí no me importa, pero hay gente que sí le puede importar. Fue una transgresora y también se habla – usted me preguntaba por la palabra “escándalo” – porque es escándalo a los veinte años, pero también es escándalo en una sociedad pacata como es la del Uruguay de 1950, que una mujer, que tiene 60 años, tenga amores con un hombre de 38. Hoy, eso no llama tanto la atención. Pero, ¿imagínese eso hace 60 años?. Y, efectivamente, el médico argentino que nombra Diego Fisher, De Robertis – lo cual está comprobado, porque hay cartas y documentos – él tenía 38 años y ella tenía cerca de 60. 

– Es “escándalo” en los dos sentidos. 

– Sí, sí.

– ¿El de él también?

– El de él también porque él era un hombre casado y, según tengo entendido – porque yo no me he ocupado de esa parte – Diego Fisher se ha ocupado muy bien de esa parte, porque ha hecho un trabajo serio, profesional, de periodista de investigación, que me parece muy correcto lo que él ha hecho. Yo estudié su obra, no su biografía.

– Hay gente que observa críticamente algunos de los pasajes del libro de Fisher.

– Hay gente que no le ha gustado que apareciera una Juana descarnada y humana.

– Efectivamente.

– Pero también fue un ser humano, ¿no? Eso también, para mí, importa. Y, a mí, me pareció que es un libro serio y que puso otra vez sobre el tapete a la figura de Juana y la puso con – iba a decir con sus virtudes y sus defectos y me corrijo, la puso con todo, con su personalidad, con su luz y sus sombras. Y, además, creo que en un ser humano, las luces y las sombras …

– Integran la personalidad

– ¡Claro!  Además, a mí, me importa la personalidad literaria.

– ¿Pero sin una no hay la otra?

– Sin una no hay la otra. Y hay gente que no le ha gustado. Y, bueno, tienen su derecho. Pero lo que sí quiero decir que, para mí, el libro de Fisher, es un libro serio, no sensacionalista.

– Profesor, ¿cómo sigue esta propuesta de Juana?  ¿No es sólo la exposición? Eso es lo que me gustaría rescatar.

– Bueno, en el marco de esta exposición, en abril – creo que va a ser el 23 de abril – va a haber un espectáculo – yo me estoy encargando de eso – con los textos de Juana y con los poemas musicalizados de Juana. Luego va a haber en la Biblioteca Nacional una serie de Mesas Redondas, donde la primera es el 11 de marzo y después siguen todos los miércoles y la última es el 15 de abril. Y, además, se va a reeditar “Las lenguas de diamante” en la Biblioteca Nacional, con una edición particular.  Hacen una coedición, donde interviene también la Academia Nacional de Letras en una edición crítica, con un soporte crítico desde los clásicos. Desde la carta de Unamuno, Gabriela Mistral, etc., hasta la opinión de la gente joven, actual – cuando digo joven, me refiero a la gente que está en la cuarentena, ¿no?

– ¿Vinculada a la literatura?

– Vinculada a la literatura. Los escritores y docentes y profesionales de la literatura actuales que son, justamente, los que yo le decía hoy, han ido revalorizando la figura de Juana.

– ¿Desea usted agregar algo que mis preguntas no hayan recogido en este diálogo?

– Bueno, que a mí me gustaría que fuera la mayor parte del público a ver la exposición, a escuchar las Mesas Redondas y a leer el libro.  Porque, para descubrir al poeta, hay que leerlo. Y que sea el mayor número de público posible.

– La exposición dura dos meses.

– Dos meses: marzo y abril.

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