Las grandes ideas de Trump

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Con la inminencia de las elecciones estadounidenses del martes, las memorias vuelven como un castigo. Esta es una de 2017, cuando entra a la reunión matutina de la Casa Blanca Donald Trup con una frase en la boca: «¿Por qué no eliminamos a todo el ejército norcoreano durante uno de sus desfiles?”, preguntó Trump, según las memorias recientemente publicadas de su ex asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, HR McMaster.

La recuerda Michael Isikoff en Spytalk. La idea de atacar a soldados norcoreanos que marchaban en un desfile era sorprendente, sin duda. Pero coincidía con el tipo de discurso desquiciado al que Trump solía recurrir sobre el tema de Corea; incluso en un momento dado, manejó ante su entonces jefe de gabinete, John Kelly, que Estados Unidos lanzara una bomba nuclear sobre el país y luego eludiera la responsabilidad culpando del ataque a otro país que no sería identificado.

Sus comentarios, ahora bien documentados, son un recordatorio de un capítulo casi olvidado de los tratos de Trump con el Reino Ermitaño, señala Isikoff. «Es un capítulo que vale la pena recordar para obtener pistas sobre cómo Trump podría manejar una futura crisis de seguridad nacional, ya en la península de Corea o en cualquier otro lugar del mundo, si regresara a la presidencia.

No cabe duda de que las relaciones con Corea del Norte eran tensas cuando Trump asumió el cargo. Barack Obama le hab+ía advertido, en su única reunión en la Casa Blanca, que el problema más urgente que tendría que afrontar como presidente sería el de Corea del Norte y su creciente arsenal nuclear. Luego, tras asumir el cargo, Kim intensificó su programa de misiles y realizó repetidas pruebas, entre ellas un misil balístico intercontinental en julio que voló durante 40 minutos antes de caer en el Mar de Japón. “Nada arruina tanto una fiesta del 4 de julio como una prueba de un misil balístico norcoreano”, escribe McMaster en su libro.

Trump, siguiendo el consejo de McMaster y otros, ordenó una campaña a gran escala de “máxima presión” sobre el país, con sanciones punitivas incluidas. El presidente novato hizo pública su retórica belicosa advirtiendo que si los norcoreanos no dejaban de actuar, “se enfrentarían a fuego y furia, y francamente, a un poder como este mundo nunca antes ha visto”.

Corea del Norte respondió en pocas horas anunciando que estaba considerando crear “un fuego envolvente” alrededor de Guam atacando una base aérea estadounidense en la isla del Pacífico. El secretario de Defensa, Jim Mattis, temía que las políticas de Trump resultaran en un intercambio nuclear, “incinerando a un par de millones de personas”, según el libro de Bob Woodward, Rage.

Luego se supo más. Como parte de su campaña de “máxima presión”, la Casa Blanca ordenó una revisión a gran escala de los planes de guerra para Corea del Norte, con instrucciones completas para asesinar a los líderes del país. Al mismo tiempo, el director de la CIA, Mike Pompeo, comenzó a actualizar activamente los planes de su propia agencia para que los oficiales paramilitares sirvieran como la “punta de lanza” de una invasión estadounidense cuyo objetivo final no era nada menos que un cambio de régimen.

Hoy no está nada claro si estos planes se han vuelto más agudos y menos extravagantes, pero, en un escenario mundial plagado de conflictos que incluyen Oriente Medio, Ucrania y el Mar de China Meridional, la amenaza de otro conflicto con Corea del Norte no ha desaparecido. De hecho, solo se ha intensificado.

Kim ha estado ampliando y actualizando su arsenal nuclear y se estima que ahora tiene entre 50 y 60 armas nucleares. También ha intensificado sus pruebas de misiles balísticos y ha declarado que ya no está interesado en una “reunificación” formal con Corea del Sur, en lugar de simplemente tomar el control de ese país. Ha fortalecido su alianza con la Rusia de Vladimir Putin, enviando equipo e incluso tropas para luchar en Ucrania, lo que solidifica su posición en el “eje de la resistencia” contra Estados Unidos.

“La situación en la península de Corea es más peligrosa que en ningún otro momento desde principios de junio de 1950”, según dos especialistas en Corea, Robert Carlin y Siegfried Hecker, en un artículo para el Stimson Center, un centro de estudios con sede en Washington, a principios de este año. “Puede que suene demasiado dramático, pero creemos que, al igual que su abuelo en 1950, Kim Jong Un ha tomado la decisión estratégica de ir a la guerra”.

Aunque esa evaluación es objeto de debate en la pequeña comunidad de especialistas que siguen estos temas, plantea una pregunta igualmente apremiante: si Trump gana, ¿Qué versión de él guiará la política estadounidense? ¿El pacifista que abrazó a Kim y trató de entablar un diálogo diplomático con él? ¿O el guerrero desquiciado que habló de desatar “fuego y furia” sobre el país? Habrá más noticias sobre el tema.

 

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